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Salud
Columna
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La metrópolis y sus estados de ánimo

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Natalia Gdovskaia (Getty Images)
Juan José Millás

En Los Soprano hay un gánster que tiene dolores de espalda de origen psicosomático debido al sentimiento de culpa que le produce ser confidente de la policía. Todo nos lo echamos a la espalda: no solo los sacos de cemento y las mochilas y hasta los bebés de siete u ocho meses, que ya pesan lo suyo, sino las frustraciones, las penas, los secretos vergonzosos, las pérdidas inconfesables… Las consultas médicas están llenas de pacientes con “dolores de espalda”, que se dividen en dorsalgias, cervicalgias y lumbalgias. Las más misteriosas, para mí, son estas últimas, pues el hecho de que sucedan en la “región lumbar” les proporciona un carácter, digamos, misterioso. De hecho, el término “región” resulta un poco inespecífico o así nos lo parece cuando nos hablan de la región ártica o de las regiones amazónicas. No acaba uno de ver mentalmente sus fronteras.

Con la región lumbar sucede algo parecido: sabemos que se encuentra allá, lejos, nada menos que entre el final de la espalda y el principio de la pelvis. Un espacio un poco vacío e indeterminado, pero que cuando se pone a doler te amarga el día o las semanas. La propia medicina se muestra algo impotente ante las patologías de esta comarca anatómica que bombardeamos con analgésicos y antiinflamatorios que no siempre funcionan.

—¿Es aquí donde duele? —parece preguntar la doctora.

—Más bien aquí —da la impresión de indicarle la enferma con la mano.

La Región Lumbar, en fin, es una especie de Siberia alejada de los centros de poder, pero a la que le afectan los estados de ánimo de la metrópolis.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.
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