Los tres Reyes Magos ganan el Premio Planeta

El día de Santa Teresa de 2008 Fernando Savater ganó el Premio Planeta y, a la mañana siguiente, se sometió al tradicional maratón de entrevistas, una particular ceremonia en la que periodistas que no han dormido preguntan por un libro que no han leído. Cada año, generosamente, la editorial ofrece barra libre a la prensa y esta corresponde con idéntica liberalidad. En aquella ocasión, preguntado por la relación entre su trabajo académico —la ética— y las sospechas de que el galardón esté pactado de antemano, Savater respondió: “Sospechar del Planeta es como sospechar de los Reyes Magos. Es un juego y hay que tomarlo como es. A estas alturas se sabe más o menos cómo funciona. Hay que juzgarlo literariamente”.

Como si todo estuviera escrito, este año tres Reyes Magos han ganado ese premio, dotado ya con un millón de euros. En 1952, se acerca fecha redonda, el primer ganador, Juan José Mira, se llevó 40.000 pesetas. Superado el primer ochomil de la actualidad económica, los presentes en Barcelona el día del fallo —incluidos dos monarcas más, don Felipe y doña Letizia— tuvieron que escalar otro: la ganadora era Carmen Mola. Y al momento, el más alto: Carmen Mola eran tres hombres llamados Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, que, para colmo, se habían presentado bajo el seudónimo de Sergio López.

La novela laureada se titula La bestia y, en efecto, su “autora” lo es: de las listas de ventas. Eso explica el interés planetario por hacerse con los servicios de una firma cultivada en el invernadero de su rival directo: Penguin Random House. Como inventora del “juego”, Planeta cuenta cada temporada con la euforia que siete décadas de barra libre generan en los medios, con el consiguiente ahorro para su departamento de publicidad. Pero tal vez no contaba con la resaca que produce mezclar sustancias como el marketing y el feminismo.

Dos meses después, Mola reina en las mesas de novedades. En todas menos en la de la madrileña Mujeres & Compañía, que retiró sus libros por el simple afán de ser coherente con el rótulo de su puerta. Algunos se escandalizaron porque, ignorantes de cómo funciona una tienda especializada, se ven con el derecho de decir no ya qué se debe comprar, sino qué se debe vender. En la otra orilla de la controversia, la discusión era muy distinta: ¿Puede un hombre usar un seudónimo de mujer? ¿Ofende retrospectivamente a todas las que emplearon seudónimos masculinos para sortear el machismo que las silenciaba?

Apagadas las voces del pequeño escándalo, Planeta, una vez más, se ha ahorrado el grande. Tanta energía se puso en el eje mujer/hombre que nadie discutió el otro: mentira/verdad. Mola es un ente de ficción; el mecanismo de concesión del premio… un juego. El día de Santa Teresa de 2022 estaremos de cumpleaños, la fiesta será todavía mayor y, siguiendo el criterio de los expertos, volveremos a juzgarlo todo “literariamente”.