El trago más dulce del Priorat
En ruta por las empinadas carreteras de la pequeña comarca catalana, y visita a una de sus grandes bodegas, Clos de l’Obac
Hay que ser muy mañoso al volante para transitar con cierta velocidad por las serpenteantes carreteras del Priorat, que, adentrándose en un mar de empinados viñedos, unen los pequeños pueblos de esta acurrucada comarca. En todo su conjunto suma apenas 10.000 habitantes y la capital, Falset, a media hora de distancia de Tarragona y Reus, cuenta con poco más de 2.500 vecinos. En la porticada plaza de la Quartera se halla el palacio de los Duques de Medinaceli (1630), actual sede del ayuntamiento. La misma plaza tambien da cobijo al palacio de los Condes de Azara o Casa Grande, de estilo renacentista y fechado del siglo XVIII. Sin embargo, si de algo presume Falset es de su modernista cooperativa agrícola, proyectada por César Martinell, el que fuera discípulo de Gaudí.
Todo en estos lares gira alrededor de la uva, del mosto y de su fermentación. Cada mes de mayo se celebra la popular Feria del Vino. Las botellas que salen de aquí lucen en sus etiquetas una marca que las identifica como DOQ Priorat o DO Montsant. Solo una fina línea, imposible de determinar para el ojo profano, diferencia los caldos nacidos en uno u otro costado. El inclinado suelo atiborrado de pizarrosas llicorellas es fuente de sustancia y de minerales para las cepas y de ellas nace un vino que, por sus características de vigor y fuerza, ha convertido esta remota región de la Cataluña interior en un punto de referencia para los amantes de la viticultura.
Olores de barril
Guía
Información
» Turismo del Priorat (www.turismepriorat.org)
» Bodega Clos de l'Obac (costersdelsiurana.com). Se organizan visitas previa reserva en el teléfono 977 83 92 76 o visit@obac.es.
» Turismo del Catalunya (www.catalunya.com) Su buscador incluye rutas por la comarca.
Desde las paredes de Siurana y Margalef, auténticos templos de la escalada en roca, se tiene una visión hermosa de la comarca. Abajo, con los pies en el suelo, Torroja de Priorat, Cornudella de Montsant, Poboleda, Porrera o las Vilella (la Alta y la Baixa) rezuman aroma de vino. Mismos olores de barril y misma estampa de pequeño pueblo de casitas apiñadas presenta Gratallops. Allí, donde la espectacular bodega de Álvaro Palacios da la bienvenida al viajero, se suceden casi tantas bodegas como vecinos.
Carles Pastrana viste camisa vaquera y peina melena canosa. Cuando desgrana los motivos que lo llevaron al Priorat, allá por los ochenta, exhibe su entusiasmo por los vergeles, la vid y las raíces. Pasión y devoción por la tierra o, en este caso, por las piedras. Porque si algo abunda en el Priorat son los guijarros negruzcos de pizarra. Su bodega, Clos de l’Obac (el nombre de la firma es Costers del Siurana), produce el vino Clos de l’Obac, que fue bautizado como Miserere. “Es lo que debieron exclamar los monjes de Escaladei cuando tuvieron que arar la tierra: miserere nobis (ten piedad de nosotros)”, ironiza Pastrana. Suelo incómodo, duro y tan áspero aún hoy como lo pudiera ser para aquellos monjes que en el siglo XII fundaron la Cartuja de Santa Maria de Escaladei. Terreno fastidioso para andar pero enriquecedor para las uvas.
Sobre estos cimientos ha crecido la bodega Clos de l’Obac, donde empezó todo. Diez intrépidos camaradas, ahora se les llamaría “emprendedores”, se unieron en 1990 para elaborar un vino que diera que hablar. Eran jóvenes y más de uno les tildaba de locos porque, por ejemplo, buscando un fruto más poderoso y gustoso rebajaron las producciones de las vides de manera drástica. “Con 30 hectáreas de terreno puedes obtener, fácil, medio millón de kilos de uva. Nosotros lo reducimos a un 10%”.
Locos, quizás, pero no ignorantes. En el equipo se tenía conocimiento del tema vinícola porque allí estaban, entre otros, Álvaro Palacios, Josep Lluis Pérez o René Barbier. Unos meses más tarde de aquel arranque produjeron 30.000 botellas. “Nos repartimos 250 cajas de doce cada uno”. Fue un éxito. La californiana Wilson Daniels, la distribuidora de los prestigiosos caldos Romanée-Conti, se quedó con las 3.000 botellas de Álvaro Palacios. Semejante suerte corrieron las otras botellas. “Gustó mucho, se repartió por medio mundo”, recuerda Pastrana.
La Denominación de Origen (DO) Priorat exporta hoy el 60% de los vinos que produce. Aquella unión inicial poco a poco fue desmigándose y cada uno terminó haciendo la guerra por su cuenta. Hubo quien tuvo más éxito que otros.
Daphne Glorian, una abogada suiza que lleva más de 25 años en el Priorat, también estaba en aquel grupo de alquimistas. Hoy trabaja su exclusivo Clos Erasmus con unas maneras muy artesanales y hace producciones de solo 3.000 botellas. La mayoría están vendidas antes de cruzar la puerta de la bodega.
Carles Pastrana prefiere no entrar en detalles sobre precios o clientes. Explica que la buena reputación cosechada por Clos de l’Obac hizo imposible controlar las producciones entre los años 1990 y 2002. Comenta que “ha habido quien bloqueó toda la producción de un año” y añade que los motivos están en que “el vino es una fuente de placer pero también una inversión”. ¿Y qué se consigue adquiriendo toda la añada de un vino? “Es como hacer una opa hostil”, dice. “Automáticamente controlas la añada y una botella que tiene un precio de 85 euros pasa a costar de golpe tranquilamente 300 euros”.
En una sala de la bodega queda una pequeña reserva de botellas de las producciones “desaparecidas”. Pastrana dice que no las vende “por nada del mundo”. ¿Por nada? ¿Y si viniera Messi ofreciendo un buen precio? “Bueno, si es Messi le pongo 20 botellas gratis, pero que venga aquí a tomárselas con nosotros”.
{ "active": true, "code": "187503", "elementType": "offerExtension", "id": 16, "name": "TARRAGONA", "service": "tripadvisor" }
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.