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El virus que aumenta la pobreza y la lucha que puede acabar con ambos

La respuesta contra la covid-19 y sus efectos socioeconómicos puede servir para mejorar la vida de millones de personas si se impulsan la innovación, las tecnologías, la solidaridad internacional y la ciencia

Una mujer mira por la puerta de la cabina de un baño portátil antes de tomar una ducha en un área acondicionada para personas sin hogar en el contexto de crisis por la covid-19, en Medellín, Colombia.
Una mujer mira por la puerta de la cabina de un baño portátil antes de tomar una ducha en un área acondicionada para personas sin hogar en el contexto de crisis por la covid-19, en Medellín, Colombia. JOAQUIN SARMIENTO (AFP)
Alejandra Agudo

Hay un proverbio inglés que dice que cada nube tiene un halo de plata. Es su forma poética de expresar el español "no hay mal que por bien no venga". Ese intento de ver el lado bueno de una tragedia es lo que hace hoy gran parte de la comunidad internacional. La crisis de la covid-19 va a duplicar el número de hambrientos agudos hasta los 265 millones y empujará a 60 millones de personas a la pobreza extrema en este 2020. Lo dijo Achim Steiner, el administrador del PNUD, hace ahora tres meses: se van a perder dos décadas de progresos. Un retroceso que ya ha comenzado, según ha constatado la oficina que dirige. El índice de desarrollo humano ha caído por primera vez desde que se comenzó a medir de forma estandarizada en 1990. Y estos son solo unos pocos ejemplos de las numerosas advertencias y pronósticos funestos que han lanzado la ONU, las ONG y demás actores del mundo del desarrollo. Con un nubarrón tan grande sobre la humanidad, ¿dónde está el destello de esperanza?

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Para Mark Suzman, director ejecutivo de la Fundación Bill y Melinda Gates, la pandemia ha abierto nuevos espacios de cooperación entre países, instituciones y empresas de todo el mundo. Un ejemplo es la búsqueda de una vacuna contra el SARS-Cov-2. Donde otros ven solo competición, Suzman ve también colaboración. "Hay muchos esfuerzos para desarrollar un tratamiento y, por supuesto, una vacuna", anotó durante un reciente encuentro virtual titulado ¿Podría nuestra respuesta a la covid-19 ayudar a terminar con la pobreza?, organizado por GZero Media. "Que estas herramientas ayuden a reducir la desigualdad va a requerir de un esfuerzo de cooperación internacional mayor que el que hemos visto hasta ahora", matizó.

Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay 125 vacunas en desarrollo más 16 ya en evaluación clínica, impulsadas en muchos casos por grupos formados por empresas, instituciones e investigadores de varios países. En opinión del director de la Fundación Bill y Melinda Gates, "esta es una respuesta global sin precedentes en la búsqueda de una vacuna". Un esfuerzo que dará frutos "pronto", dijo. "Quizá para finales de año, pero hay que financiar los ensayos, que son muy caros".

En la discusión interactiva también participaron Vera Songwe, secretaria ejecutiva de la comisión económica de la ONU para África, e Ian Bremmer, presidente de Eurasia Group y GZERO Media. Junto con Suzman, abordaron la posibilidad de cerrar la brecha de desigualdad "a través de una acción coordinada y decidida en este momento de crisis", tal como se leía en el reclamo de la sesión. Para la primera, el continente africano ha dado buen ejemplo en ambos aspectos, tanto la coordinación como la determinación de las decisiones. "Enfrentamos la crisis con dos ventajas. Una, que ya hemos observado lo ocurrido en otros países; y otra, que contamos con la experiencia del ébola", afirmó la experta. "Y hubo consenso en las medidas de cierre y confinamiento". 

Habrá una vacuna pronto, quizá para finales de año Mark Suzman, director ejecutivo de la Fundación Bill y Melinda Gates

"Si aprendemos las lecciones correctas de la covid-19, hay enormes oportunidades para la colaboración global a largo plazo en muchas áreas más allá incluso de la salud pública", opinó Suzman. La luz plateada detrás de la nube del coronavirus es la oportunidad —la palabra más repetida— para reformar y potenciar las instituciones internacionales, para innovar y garantizar el acceso equitativo a la salud —las vacunas incluidas— así como a la educación a través de las nuevas tecnologías. Para reducir la desigualdad.

El nuevo coronavirus no solo ha puesto en jaque la salud y economía globales, sino también a las instituciones multilaterales. La OMS se ha convertido en blanco de fuertes críticas del presidente de EE UU, Donald Trump, hasta el punto de anunciar el pasado mayo la retirada de fondos al organismo encargado de coordinar la respuesta global a la pandemia. "Estas instituciones son más fuertes de lo que se teme o se publica", afirmó Bremmer. Prueba de ello, dijo, es que la amenaza del mayor donante de la OMS no se ha materializado hasta la fecha. Sin embargo, el analista apuntó que el contexto de crisis es una oportunidad para reformar estos organismos "para fortalecerlos".

Una idea de renovación con la que coincide Suzman, desde la Fundación Gates. "Somos el segundo mayor financiador de la OMS, después de Estados Unidos. GAVI y el Fondo Mundial son instituciones multilaterales en las que participamos", destacó su compromiso con este tipo de organizaciones. "Pero hay que preguntarse qué instituciones, para qué y cómo se financian", apostilló. ¿Todavía necesitamos instituciones multilaterales en medio de una pandemia? "Sí, pero tienen que ser más diversas, inclusivas y estar mejor financiadas", respondió Songwe a la pregunta de la moderadora de la charla, Moky Makura. "En la ONU, estamos trayendo a algunos de los principales economistas y grupos de expertos del mundo para pensar en cómo podemos responder a esta crisis de manera diferente. Las preguntas sobre inclusión y participación ya están comenzando a surgir, ya que la plataforma abierta de la ONU trae voces de la sociedad civil sobre este tema", agregó.

Un primer paso para que la salida de esta crisis se traduzca en una mayor igualdad es garantizar el acceso a la vacuna a toda la población vulnerable. Independientemente de si vive en un país pobre o rico. Songwe aseguró que precisamente instituciones como GAVI y el Fondo Mundial ayudarán a los países menos adelantados, muchos de ellos en África, a disponer de la inmunización para población de riesgo. No solo para poder adquirir las dosis a un precio asequible, sino también para el transporte y la dispensa. Ya lo hacen con otras vacunas, así como con medicamentos para otros males extendidos en el continente como el VIH, la malaria y la tuberculosis.

"GAVI ha salvado más vidas en los últimos 20 años que cualquier otra colaboración en la historia humana. Soy relativamente optimista. Es un desafío, pero sabemos cómo hacerlo", defendió Suzman la labor y el papel de esta alianza de la que la Fundación Bill y Melinda Gates es el mayor donante y que en las últimas semanas se ha convertido en el blanco de las críticas del movimiento antivacunas. También de galardones, como el Premio Princesa de Asturias de Cooperación, anunciado poco antes de producirse esta charla. "Lo que no tenemos es el dinero y los recursos para poder adquirir las dosis en un volumen suficiente. ¿Qué es la distribución equitativa y cómo la conseguimos en un momento en que tantos países pueden tratar de bloquear el suministro para reservarlo para sus propios ciudadanos?", se cuestionaba Suzman. "Existe el riesgo de que este tipo de nacionalismo de la vacuna realmente haga retroceder al mundo", alertó.

En la ONU, estamos trayendo a algunos de los principales economistas y grupos de expertos del mundo para pensar en cómo podemos responder a esta crisis de manera diferente Vera Songwe, secretaria ejecutiva de la comisión económica de la ONU para África

Pero la covid-19 no solo ha perjudicado la salud de casi 10 millones de personas y le ha costado la vida a medio millón, sino que ha dejado a muchas más sin empleo, sin ingresos, sin presente. No son pocos los analistas que han advertido que el momento de pensar en cómo debe ser la reconstrucción para no dejar a nadie atrás, como proclama la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, es ahora. Suzman insiste en que hay una "oportunidad real", por ejemplo, de impulsar la educación digital. Algo que bien necesitarían millones de niños que han visto interrumpida su formación al no disponer de los medios técnicos mínimos para acudir a clase a través de Internet. También de combatir la desigualdad de género porque sin ella no se puede afrontar una crisis como esta, consideró el representante de la Fundacion Gates. "El 70% de los profesionales sanitarios son mujeres", anotó.

Esta emergencia global requiere de respuestas globales. Se han hartado de decirlo los especialistas en materia de desarrollo. Pero no cualquier medida. A diferencia de las medidas de austeridad que se impusieron en la crisis económica de 2008, en esta ocasión la mayoría de países han optado por otras salidas a nivel doméstico, pero también internacional. Así, ha imperado cierto consenso en la necesidad de condonar deuda a África. "Claro, la cuestión es: ¿en qué condiciones?", reflexionó Bremmer.  "China será fundamental para el alivio de la deuda, particularmente en África subsahariana, donde Pekín no exigirá medidas de liberalización económica o política a cambio de apoyo. Con frecuencia, las condiciones chinas son mucho más opacas", prosiguió.

Como punto final y positivo a la charla, los participantes recapitularon que, sin olvidar las proyecciones al alza de la pobreza, el hambre, la mortalidad infantil, la violencia de género y otros males de la humanidad, hay espacio para la esperanza si se impulsan la innovación, las nuevas tecnologías, la solidaridad internacional y la ciencia.

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Sobre la firma

Alejandra Agudo
Reportera de EL PAÍS especializada en desarrollo sostenible (derechos de las mujeres y pobreza extrema), ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Miembro de la Junta Directiva de Reporteros Sin Fronteras. Antes trabajó en la radio, revistas de información local, económica y el Tercer Sector. Licenciada en periodismo por la UCM

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