_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Trump vira a la izquierda

La Casa Blanca vira a la izquierda, declara la guerra al virus, confía en el Estado para salvar la economía y quiere regar con ayudas directas a los más desasistidos.

Lluís Bassets
El presidente de Estados Undos, Donald Trump, este miércoles en Washington.
El presidente de Estados Undos, Donald Trump, este miércoles en Washington. Contacto

Trump solo temía a la economía. Nunca le dio miedo el impeachment. Sabía que lo superaría gracias a la mayoría de bloqueo republicana en el Senado. Y supo utilizarlo para debilitar y dividir a los demócratas. La suerte le sonrió en el arranque de las primarias demócratas, desordenadas y desastrosas, de forma que no se atisbaba un candidato capaz de impedir su segundo mandato presidencial. Esperaba incluso que Bernie Sanders cortara el paso a cualquier candidato inesperado que intentara repetir la proeza de Obama, o debilitara a Joe Biden, el candidato del establishment demócrata.

Con empleo y crecimiento, el presidente repite. Si se vota con recesión y filas del paro, como le sucedió a Bush padre, fácilmente cae derrotado, a pesar de su espléndido balance: ganó la guerra fría, organizó lo más parecido a un orden mundial razonable y dejó la economía lista para crecer justo cuando Bill Clinton se instalaba en la Casa Blanca.

Más información
El Gobierno de Trump propone un envío masivo de cheques a los ciudadanos en las próximas dos semanas
Las tensiones entre EE UU y China se incrementan en medio de la crisis por el coronavirus

Enarbolando el espantajo del peligro socialista, los republicanos confiaban en el segundo mandato. No contaban con el coronavirus, uno de esos hechos imprevisibles que solo determina la fortuna, idea central en el arte de la política según Maquivelo. Saber enfrentarse a ellos, sacar partido de la incertidumbre y convertirlos en una oportunidad para asentarse en el poder es la principal virtud que debe adornar al príncipe maquiavélico. Hasta este pasado lunes Trump ni se había enterado. Solo echaba cuentas de la repercusión directa que pudiera tener la parálisis de China en la economía. Primero lo descalificó como un bulo demócrata para dañar su presidencia. Luego culpabilizó a China y a Europa; era un virus chino, propagado por los europeos. Para Trump y los suyos, acostumbrados a negar el cambio climático o a desprestigiar la asistencia sanitaria pública, solo podía ser el fruto de una conspiración izquierdista de las elites.

La pasividad resultante del negacionismo trumpista rimaba con la estrategia de Boris Johnson para combatir el virus: mitigar la enfermedad, sin confinar la población ni dañar la economía, y esperar a que se produjera la inmunización colectiva cuando el contagio alcanzara una masa crítica suficiente de la población. Aparentemente, salían los cálculos de costes, en gasto hospitalario, en el mantenimiento de la economía y en una cifra aceptable de fallecimientos. Hasta que llegó este lunes el estudio del Imperial College de Londres, en el que se revelaba el espantoso abismo de medio millón de muertes en Reino Unido y 2'2 millones en Estados Unidos.

Y encima, tras las primarias de este martes, Bernie Sanders no sirve. Los demócratas cuentan ya con Joe Biden, distanciado de Sanders y afianzado como un candidato normal y prudente, con experiencia y sensatez, capaz de echar a Trump y conducir el país en situación de emergencia. Ahora, quizás ya fuera de tiempo, incluso la Casa Blanca vira a la izquierda, declara la guerra al virus, confía en el Estado para salvar la economía y quiere regar con ayudas directas a los más desasistidos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_