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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Las élites en América Latina están en fase de reconversión

El fuerte movimiento social que recorre el continente está alentando a los grupos más privilegiados a dejar de lado sus intereses y repensar la reducción de la desigualdad

La lucha contra la desigualdad ha unido a la región y está logrando mover a todo el continente.
La lucha contra la desigualdad ha unido a la región y está logrando mover a todo el continente.Juan Zarama (EFE)

Nuevamente América Latina está en todos los medios, esta vez como un altavoz o espejo sobre algunos de los problemas globales.

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Son tantos los sucesos en los cuales se puede poner el foco que es fácil terminar abrumado. Las revueltas sociales en Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia o Haití; hace solo unos meses el Amazonas ardiendo como el infierno. ¡Nuestros pulmones! La esperanzadora revolución feminista que llena calles. De Venezuela ahora dejamos de hablar, pero hasta hace varios meses no hablamos de otra cosa. Las caravanas de hondureños hacia EE UU. Nicaragua, Daniel Ortega y todos sus muertos, algo de lo que deberíamos hablar más.

La región lleva convulsionada un tiempo, pero han sido las revueltas de los últimos dos meses en Chile, Ecuador o Colombia las que están tejiendo un diagnóstico común a las muchas problemáticas conectadas.

Algunos de los medios y analistas más influyentes de Occidente han dado su veredicto y pocas veces se ha visto un consenso mayor sobre una América Latina contradictoria, difícil de interpretar y sobre la cual se han dado algunas de las mayores disputas ideológicas de las últimas décadas: desde el comienzo de las políticas neoliberales hasta el socialismo del siglo XXI. Es la desigualdad y la cultura de los privilegios.

Moises Naim, Alicia Barcenas –de las primeras en señalarlo–, Jeffrey Sachs, Mario Vargas Llosa, David Brooks o la línea editorial del New York Times o EL PAÍS hacen un análisis similar.

The Economist incluso, en un sorprendente mea culpa, confiesa: "Si se mira con retrospectiva, la presidenta Bachelet pareció acertar con su objetivo con el que llegó a su segundo mandato que era luchar contra la desigualdad, (…) en ese momento eso parecía alarmista. Y varias de las reformas de Bachelet fueron mal diseñadas. Se enfrentaron a una oposición implacable de los empresarios y la derecha".

Pero… ¿Qué piensan los privilegiados? Esta es la principal novedad: por primera vez, hay un consenso común contra la desigualdad, unos por principio y otros por si acaso, como señala Martín Caparrós.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) informó que la pobreza aumentará hasta el 30.8% de la población en América Latina al terminar este año.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) informó que la pobreza aumentará hasta el 30.8% de la población en América Latina al terminar este año.EFE

El presidente de Perú, instaba a los empresarios de su país a no tapar el sol con el dedo, pues los privilegiados no podrían mantener el statu quo. La primera dama chilena reconocía recientemente en una conversación privada: "Vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás". Luis Estrada, presidente de la principal conferencia de empresarios del Perú –CADE– recriminó a los suyos que "la codicia, soberbia, envidia, parecieron haberse instalado en la conciencia de los principales líderes sociales y han corroído a numerosas instituciones públicas y privadas".

Cada vez son más las voces de los mismos círculos de empresarios en esta dirección y están en disputa con los más reacios, los que prefieren mantener sus privilegios a sangre y fuego, como en Guatemala u Honduras. Son ya casi nostálgicos los que hablan de ampliar la torta y niegan la importancia de reducir la desigualdad.

Ahora hace justo un año que sacamos desde Oxfam un provocador vídeo promocional de nuestro más reciente informe para ver si con humor conseguíamos hacer llegar un mensaje que con sesudos informes estaba costando: los privilegios niegan derechos y son un peligro para la democracia. Simulábamos el lanzamiento del partido CEO (Captura Política del Estado) y en el que el candidato terminaba su mitin con un altivo: "¡Por una élite política y económica unida a los privilegios, viva el partido CEO (…) y muchos dirán que somos deshonestos, sí, pero legales".

Las revueltas de Chile, Colombia y Ecuador están poniendo a las taciturnas élites latinoamericanas en fase de reconversión y se debe aprovechar la oportunidad. Se necesitan también gobiernos con un claro compromiso con las mayorías, capaces de desligarse de sus intereses, porque no existen pobres sin ricos y la solución a la desigualdad y la pobreza implica mirar la otra cara de la moneda: la riqueza (Oxfam, 2015).

Asier Hernando Malax-Echevarria es subdirector de Oxfam para América Latina y el Caribe.

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