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Cinco claves para descansar estas vacaciones (aunque seas autónomo)

Crear hábitos de desconexión para generar nuevas conexiones con nosotros mismos y con los demás

El descanso regenera el cuerpo, activa la memoria y nos ayuda a desarrollar el ocio, que tanto nos complementa como seres humanos.

Rubén Montenegro
Rubén Montenegro

El cerebro necesita vacaciones. No es un eslogan publicitario de una agencia de viajes, sino una necesidad biológica. En la antigua Grecia ya existían templos dedicados a Asclepio, dios de la Medicina, donde los pacientes eran inducidos a soñar para curarse de sus enfermedades. Las ventajas del sueño y del descanso se siguen demostrando en la neurociencia actual. Es más, ahora se sabe que solo alcanzamos nuestras dosis máximas de energía alternando el trabajo y el reposo, el esfuerzo y la vocación, la obligación y la diversión. El descanso regenera el cuerpo, activa la memoria y nos ayuda a desarrollar el ocio, que tanto nos complementa como seres humanos. Ahora bien, la tecnología y los hábitos actuales no nos lo ponen demasiado fácil. Veamos cinco claves que pueden ayudarnos a desconectar cuerpo y mente. Las propuestas aparecen en el libro Vitamina X, que escribí junto a José Luis Llorente y Jesús Vega después de estudiar el desempeño de deportistas de élite y de otros grandes profesionales.

1. Tómatelo en serio

Sabemos que el descanso es importante, pero no resulta fácil disfrutarlo. Si uno es autónomo o un profesional que no sabe (o no puede) desengancharse del móvil o del correo electrónico, las vacaciones se convierten en trabacaciones, como dice Pedro Rojas, coautor de varios libros sobre digitalización. En este apartado también se pueden incluir a los instagramers y todos los aficionados a las redes sociales. O a quienes bombardean el WhatsApp con la foto de la paella. Descansar es no hacer nada, incluso, aburrirse, que es muy sano. Gracias a esos instantes de ocio surge la idea que tanto se nos resiste, como le ocurrió a Newton con la famosa manzana que dio lugar a la teoría de la gravedad.

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 2. Planea tus descansos y crea hábitos

El descanso también es un hábito que ha de comenzar cuando empieza el día. No sirve con dormir mucho uno o dos días por semana. Hay que dormir bien todos los días y que la excepción sea descansar poco. Quizá sea aburrido o te parezca que no merece la pena, pero no hay otro camino. El cuerpo no solo se cansa, sino que envejece y cuanto más envejezcamos menos energía tendremos y menos neuronas se nos activarán ante los problemas. Por lo tanto, incluye en tu orden de prioridades el descanso.

3. Descansa tu cerebro durante el día

Todas las culturas han tenido ceremonias en las que intentan que la mente vague. Unas lo hacían a través del silencio de los templos y otras mediante el recogimiento personal. Ahora lo hacemos con meditación, yoga, perdiendo nuestra mirada o, sencillamente, recostándonos mientras divagamos con los pensamientos. Un estudio publicado en la revista Sleep en 2012 demostró que una siesta de solo diez minutos termina con la somnolencia, aleja la fatiga y restaura el rendimiento cognitivo. Y si la siesta dura 20 minutos los beneficios se prolongan hasta casi el final de la jornada. Por tanto, ahora en vacaciones, echarse una siesta es de lo más recomendable.

4. Desdigitalízate: la tecnología es enemiga de la energía

Ya lo hemos dicho: las redes sociales, WhatsApp o los emails pueden ser un vicio poco recomendable para el descanso y para recuperar energía. Saber separar la ganga de la mena y descubrir los momentos en los que la tecnología es un enemigo en vez de un aliado supone todo un desafío, tal como decíamos en el libro Vitamina X. No pasa nada si uno deja el móvil encima de la mesa y se da una vuelta. O si desactivamos los datos para librarnos un rato de Internet, si es que lo anterior nos produce demasiado vértigo. Crear hábitos de desconexión nos ayuda a generar nuevas conexiones con nosotros mismos y con los demás.

5. Practica y diviértete con los diferentes tipos de descanso

Como explica José Luis Llorente, exjugador de baloncesto y ganador de la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984, los deportistas practican tres tipos de descanso. Todos son aplicables al resto de las personas. El primero es el descanso activo, que significa mover el cuerpo o la mente en actividades diferentes a las que realizamos habitualmente. Luego está el descanso parcial, que significa trabajar a medio gas con una intención clara de recuperación. Y por último encontramos el descanso total, en el que te olvidas de todo lo relacionado con responsabilidades, tareas, tensiones y trabajo duro. Solo hay que escoger el más adecuado en cada momento y divertirse.

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