_
_
_
_
IDEAS | AHORA QUE LO PIENSO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Les importan un carajo

Las políticas de memoria no deberían depender de los intereses de los partidos políticos, sino responder a la necesidad de víctimas

Edurne Portela
Retirada de placas de la calle General Yagüe, en Madrid, en mayo de 2018.
Retirada de placas de la calle General Yagüe, en Madrid, en mayo de 2018. Álvaro García

"Cuando hablábamos con los familiares de víctimas del franquismo o de los deportados madrileños que murieron en campos de concentración nazis tuve sensaciones muy parecidas a las de aquellos años, cuando me reunía con víctimas del terrorismo en Euskadi. Eran personas que habían pasado años en silencio, a las que nadie había hecho caso en su dolor y sus demandas. Y después de tantos años, alguien les escuchaba. En todos estos casos, las políticas de memoria tienen un efecto reparador". Así respondía Txema Urkijo a mi pregunta sobre sus experiencias en el Ayuntamiento de Madrid como responsable de Memoria en la Oficina de Derechos Humanos y Memoria. Urkijo sabe bien de lo que habla. Formó parte de Gesto por la Paz desde finales de los años ochenta, un colectivo que se manifestó en las calles de Euskadi para denunciar los asesinatos y secuestros de ETA, que demandó públicamente el esclarecimiento del terrorismo de Estado de los GAL y otros grupos de extrema derecha, que condenó la vulneración de derechos humanos en el ámbito policial y penitenciario. Entre 2002 y 2014, Urkijo también trabajó en los sucesivos Gobiernos vascos como director de Derechos Humanos, asesor de la Dirección de Atención a Víctimas del Terrorismo y coordinador de la Política de Víctimas de la Secretaría de Paz y Convivencia.

Más información
La defensa de Madrid
Un edificio poco edificante

Menciono la carrera profesional de Urkijo y su experiencia con las víctimas para contextualizar las declaraciones con las que el Ayuntamiento PP/Cs/Vox justifica la disolución de la Oficina de Derechos Humanos y Memoria: “No ha servido a sus fines sino a ser correa de transmisión del sectarismo del Gobierno de Carmena”. Llaman “sectarismo” al hecho de que muchas de las políticas de memoria se centran en las víctimas del franquismo, en vez de lo que ellos denominan “todas las víctimas”. No se refieren a las de ETA, porque el Ayuntamiento sí tenía un proyecto para ellas. Así que asumo que “todas las víctimas” incluyen las franquistas. Tal vez se les olvida que estas tuvieron 40 años de conmemoraciones, condecoraciones, reparaciones a sus familiares, prebendas y privilegios. Las víctimas en las que se enfocó la oficina del Ayuntamiento de Carmena son aquellas que no han tenido apoyos institucionales ni justicia ni verdad ni reparación. Las iniciativas de memoria repercutían en familias que han sufrido durante 80 años sin reconocimiento (algunas ni siquiera han recuperado el cuerpo de su familiar para enterrarlo dignamente) y a personas afectadas directamente por la represión tardofranquista (recordemos la tortura sistemática en las cárceles y centros de detención como la Dirección General de Seguridad). Se pretendía establecer procesos reparadores y restauradores que centraran su actividad en escuchar a las víctimas, atender a los familiares de las ya desaparecidas y honrar su memoria. Nada más.

Las políticas de memoria no deberían depender de los intereses de los partidos políticos, sino responder a la necesidad de víctimas que no hayan tenido el reconocimiento y el proceso debido de reparación. Pero esto sería demasiado pedir a esos políticos que solo celebran la memoria de las “glorias” de España (su gloria, nuestra vergüenza), que se ríen de los familiares de las más de cien mil víctimas abandonadas en las cunetas de España, que exaltan a fascistas como Primo de Rivera, que se niegan a acabar con los símbolos franquistas. Que no se inventen acusaciones absurdas. Que digan, claramente, que les importan un carajo las víctimas, salvo que las puedan usar para sus réditos políticos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_