El sueño de Fatou
Esta es la historia de una mujer ganadera de Burkina Faso, un país donde las vacas lecheras producen tres litros de leche al día, mientras que las europeas generan 15
Conocí a Fatou llegando a una lechería, en la segunda ciudad más grande de Burkina Faso, en Bobo-Diulaso. Venía pedaleando con elegancia y lentitud en una bicicleta cargada de bidones de plástico de diferentes colores, atados en la parte de atrás. Traía los litros de leche de sus vacas y las de sus vecinas. Cuando me explicó que hacía 20 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta cada día a sus 60 años, ya no me pareció que pedaleara con lentitud.
Fatou, como otros tantos miles de familias de los países de la franja del Sahel, vive con y de sus vacas. Y precisamente cuando la conocí, en mayo, comenzaba el momento más duro. Todo se ha secado. No quedan reservas de comida. No quedan pastos. Y sin ellos, sus vacas, famélicas, no dan leche.
Además, el cambio climático está agravando la situación haciendo que año tras año estas épocas de escasez sean más extremas, más largas, y el equilibrio de las familias cada vez más frágil y precario. Así será al menos hasta octubre, cuando llegue la próxima cosecha.
Mientras tanto, pueblos como Hantou, donde vive Fatou, se enfrentan a la necesidad y a la incertidumbre. También al temor. Al temor de ver cómo la comida merma hasta tener que ser racionada, cómo los animales adelgazan o deben de ser vendidos, o incluso el temor a tener que alimentarse, adultos y niños, a base de bayas y hojas de árbol. Más de una vez la gente ha tenido que escarbar en los hormigueros para arrebatar a las hormigas unos pocos granos.
Más de una vez la gente ha tenido que escarbar en los hormigueros para arrebatarles a las hormigas unos pocos granos
“Si pudiera dar pienso a mis vacas podría afrontar la época seca del año, podrían dar incluso el doble de litros de leche al día”, me explicó Fatou cuando la fui a visitar a su pueblo, una zona rural con casas de adobe, sin acceso a agua y muy seca.
Las vacas lecheras de Burkina Faso, en general, dan solo tres litros de leche al día, mientras que las europeas producen 15 diarios, y por eso allí se consume más importada que local. Sin embargo, a través de una mejor alimentación, pueden llegar a dar entre cinco y seis litros al día.
Así que nuestro trabajo con organizaciones locales y con mujeres como Fatou consiste en mejorar la alimentación de estos animales y que así puedan producir el doble al día. Además de la compra de pienso, ofrecemos apoyo a las cooperativas para que fabriquen yogur y otros productos procesados, y damos formación profesional a Fatou y otras mujeres.
Fatou y las demás podrán vender la leche que no consumen cada día y utilizar esos ingresos para comprar alimentos para la familia.
Esta mujer me explicaba su sueño: le gustaría ahorrar. “Quiero abrir un puestito cerca de la carretera que va a la gran ciudad donde vender leche pasteurizada y yogur. Cuando tenga mis ahorros podré hacerlo”.
Itxaso Ferreras es trabajadora de Oxfam Intermón
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