Los Javis: “Si queremos que se nos escuche, tendremos que estar dentro del sistema”
Se volvieron más famosos aún que sus propios éxitos en teatro, cine y televisión. Se los analizó al milímetro. Se los aplaudió por visibilizar la homosexualidad y se los criticó por no visibilizarla más. Entonces desaparecieron. Ahora, la pareja sentimental y creativa más conocida como Los Javis vuelve con una temporada más ambiciosa de 'Paquita Salas' en Netflix y una serie en camino sobre La Veneno, transexual e icono mediático de los noventa
JAVI CALVO ES EL ALTO, el que apoya la cabeza en el hombro de la otra persona al darle un abrazo y habla de ideas y emociones. Javi Ambrossi es el de la mirada y el que se expresa con nombres propios, fechas, problemas y soluciones. El primero tiene 28 años; el segundo, 34. Y para todo lo demás son Los Javis, sin más, la pareja sentimental y profesional más mediática del país. Y la más difícil de clasificar también durante un tiempo. Ambos eran actores: Calvo en el fenómeno generacional Física o química (2008-2011), Ambrossi con papeles en Cuéntame. En 2010 empezaron a salir y a trabajar juntos como escritores y directores. Comenzaron por el teatro: su musical underground La llamada, que se estrenó en Madrid en 2013 y todavía hoy llena teatros. Luego las series: su Paquita Salas se convirtió en un inesperado éxito de público en 2016. Y cuando la película de La llamada iba a apuntalar en 2017 su reputación como creadores, aceptaron ser profesores en el relanzamiento de Operación Triunfo. Fue la edición más seguida en décadas. Su fama, ahora como personajes televisivos, se disparó. También el escrutinio al que de repente fueron sometidos. Unos les querían como artistas; otros, como personajes. Unos criticaban que hicieran militancia de cuestiones LGBTI; otros, que no hicieran más. Al final, desaparecieron de los focos. Ahora vuelven, tras casi un año en barbecho. Han madurado el dilema de creadores-o-personajes. Han firmado un acuerdo de creación de contenidos con Atresmedia. Han montado una firma de ropa (Asif) y una productora (Suma Latina). Han hecho una temporada más de Paquita Salas (la tercera, el 28 de junio en Netflix). Y han anunciado su nuevo y más atrevido proyecto: una serie sobre La Veneno, la transexual más conocida por las cámaras de España.
¿Se ha vuelto más fácil ser ustedes?
JAVIER AMBROSSI: Hemos tomado una decisión difícil, centrarnos en seguir escribiendo y dirigiendo. Operación Triunfo nos pasó por encima como un huracán y tuvimos que dejar de lado Los Javis para seguir aprendiendo a escribir.
JAVIER CALVO: Llegó un punto en que hasta nosotros nos cansamos de nosotros mismos.
“Creemos en una izquierda amable. ¿O acaso debería tener mi Instagram en blanco y negro para ser de izquierdas? ¿Vamos a volver a la izquierda de la pana?”
AMBROSSI: Sentíamos que, si seguíamos haciendo programas de televisión a diario, no íbamos a crecer nunca. Aunque es verdad que la tele nos ha dado muchas cosas buenas y nos ha hecho populares, decidimos abrir nuestra oficina, asumir el riesgo económico y aceptar un contrato con Atresmedia para dedicarnos a la creación.
¿Es un borrón y cuenta nueva?
CALVO: No me gustan los cantantes que se niegan a cantar sus hits. A mí me cuesta tanto escribir y dirigir, me supone un esfuerzo tan grande, que de repente volver a un programa a pasármelo bien me parecería fenomenal.
AMBROSSI: A veces nos ponemos a escribir, pensando que vamos a pasar 20 horas encerrados, y decimos: “¿Te puedes creer esta decisión que hemos tomado?”. Teniendo la opción de presentar tal cosa, ser jurado de tal otra y ganar mucho más dinero… Como ves, vivimos en la contradicción. Yo no me imagino un futuro sin tele. Pero por un lado soy consciente de que, si un día quiero ir a MasterChef, quiero ir porque además tengo un proyecto detrás, porque soy alguien que aporta.
CALVO: Porque nos lo hemos ganado.
CALVO: OT nos salió bien.
AMBROSSI: Pero se hizo una bola de nieve.
CALVO: Entiendo que da rabia. Los Javis. Parece una caricatura.
AMBROSSI: Un chiste. Los Morancos Millennial.
España es un país de envidias, pero también lo es de pelotas. ¿Cuál de los dos bandos les ha perjudicado más?
CALVO: Yo hice una serie de éxito de adolescente y aun así nunca había experimentado lo que era, a ver si lo explico bien, que la gente se adueñara de la idea de quien soy yo. O sea, que la gente coja la imagen que transmites, a veces inconscientemente, y haga con ella lo que quiere. Llega un punto en el que no te sientes representado en lo que se refleja de ti en las redes sociales, programas, prensa… Cuando tienes una exposición tan grande se crea una imagen con la idea que la gente tiene de ti. Como soy una persona muy controladora, lo que peor llevaba era el no poder controlar lo que se veía de mí.
AMBROSSI: Puedes decidir pasar o enloquecer. Yo pasé. Cerré Twitter.
CALVO: Se hace una caricatura de quien eres.
AMBROSSI: Pero, Javi, somos responsables nosotros también. No de todo, pero cuando vas a un photocall, si vas vestido de Gucci con un pantalón corto…
CALVO: Claro, no digo que la gente lo haga a mal. Digo que cuando te expones, ocurre.
AMBROSSI: Cuando te expones, no te expones tal cual tú eres. Yo no subo fotos a Instagram cuando estamos peleándonos.
CALVO: Y nos peleamos mucho.
AMBROSSI: La gente ve las cosas buenas de mí y yo me siento exactamente igual que cuando ponía copas.
"Operación Triunfo' nos pasó como un huracán y tuvimos que dejar de lado Los Javis. Llegó un punto en que hasta nosotros nos cansamos de nosotros mismos”
¿Cuando ponía copas?
AMBROSSI: La gente piensa: ‘Mira estos dos gais blancos, que tienen dinero y ahora son los adalides de la cultura de mi país’.
CALVO: ¡Que ni siquiera tenemos dinero! Vamos bien, pero…
AMBROSSI: Pero es lo que piensa la gente, tú me entiendes. Y no, perdona, yo hace seis años estaba en el Starbucks poniendo cafés y con cero euros.
¿Quién les llama adalides de la cultura?
AMBROSSI: Íñigo Errejón vino durante su campaña a colgar sus pancartas en nuestro balcón y un artículo en una web aseguró que no debería juntarse con nosotros.
CALVO: … porque la izquierda tiene que apoyar el lado sombrío de la cultura y no el entretenimiento familiar.
AMBROSSI: O sea, que yo no puedo ser de izquierdas porque soy mainstream.
CALVO: Están mezclando forma y contenido.
AMBROSSI: Somos los únicos dos chicos que se han dado un beso en la historia de El hormiguero. Eso aporta, ¿no?
Hay quien cuestiona de qué sirve tener dentro del sistema a un maricón amable. O dos, en este caso. Y uso la palabra “maricón” no de forma despectiva, como muchos heterosexuales, sino apelando al lado activista que todos los gais deberíamos tener.
AMBROSSI: Pero el maricón amable es el que consigue que en prime time, en OT, dos chicos se besen. O se hable de transexualidad. O se critique la postura del PP en relación con el matrimonio homosexual. A lo mejor, el que es amable llega más lejos porque el sistema le abre las puertas más fácilmente.
CALVO: Es muchísimo más provocador e importante que nuestro mensaje llegue a muchas familias a que lo vean los mismos círculos reducidos de siempre.
Pero siguen dentro del sistema, que sabemos que favorece las viejas estructuras de poder.
AMBROSSI: Si quiero que mi mensaje llegue, tengo que estar dentro del sistema. Si quiero hacer algo que aporte a la sociedad o que la cambie de raíz, tendrán que verme. ¿Qué aporta más, una película con un mensaje superpotente, pero que solo se cuelga en Vimeo, o mi taquillazo que ayuda a mucha gente a salir del armario?
¿Se puede ser maricón y no radical?
CALVO: El peligro viene cuando el gay blanco, acomodado, se convierte en la única representación de nuestra comunidad y se olvida a la gente que luchó por nuestros derechos y a la que sigue marginada. Tenemos que ser conscientes de que algunos podemos estar bien ahora mismo, pero no somos lo único que hay en el mundo. Ahora hemos defendido aquello en lo que creemos y los resultados están ahí. No nos hemos vendido.
Vendidos yo diría que no les llama nadie.
AMBROSSI: Al contrario, hemos dicho que no a tantas ofertas.
En todo caso, de marca blanca. Como Ciudadanos al principio.
CALVO: Es muy curioso que la amabilidad se relacione con la derecha. Nosotros, en todo lo que hemos escrito, no hemos hecho más que reivindicar maneras de pensar diferentes, que animan a la empatía.
AMBROSSI: Sí, si te vistes bien y tienes una buena posición, entonces eres de Ciudadanos.
CALVO: Eso está cambiando y precisamente por eso la izquierda está ganando otra vez.
AMBROSSI: Incluso si la derecha ha ganado en Madrid, por votos la opción preferida, aquí y en muchas partes de España, sigue siendo la otra.
CALVO: Ya no es una izquierda radical, sino una amable. Yo creo que se pueden hacer reivindicaciones con un tono cariñoso, desde el cariño.
AMBROSSI: ¿O acaso debería tener mi Instagram en blanco y negro para ser de izquierdas? ¿Vamos a volver a la izquierda de la pana?
CALVO: El no mostrarse siempre enfadado facilita que la gente te pueda comprender.
AMBROSSI: Ahora, te aseguro que como algún partido, o pacto de partidos, intente quitarme alguno de mis derechos, veremos si soy aburguesado o si empiezo una guerra. Pero yo ahora mismo no me tengo que enfadar con nadie porque no estoy enfadado.
¿Cómo fue aquella agresión homófoba que sufrieron por la calle en noviembre de 2017?
AMBROSSI: Me tiraron un plato a la espalda. ¡Plas! Joder, qué dolor. Pero a mí eso se me olvida. Yo no soy así. Y tampoco estoy enfadado con esa persona.
CALVO: Hay mil formas de ser. Me da la sensación de que cuando la gente quiere que seas un referente, solo hay una manera de serlo. Pero yo no quiero ser un referente. Quiero ser una persona imperfecta que vive como le da la gana, mete la pata y aprende. Que te habla de política sin saber de política y tiene derecho a equivocarse.
Igual con su nuevo proyecto, una biografía de La Veneno, icono mediático de los noventa, dejan de parecer de Ciudadanos.
CALVO: [sarcástico] No, porque la haremos bonita y la podrá ver toda la familia…
¿Saben que juegan con fuego contando la historia no solo de una mujer, sino de una mujer transexual?
CALVO: El elenco de actrices tendrá que ser en su mayoría de mujeres transexuales.
AMBROSSI: Y, ojo, en Atresmedia. ¿Eso quién lo consigue? ¿El enfadado?
CALVO: No puede hacer esta serie alguien para lucrarse con la historia de una mujer que ha sufrido tanto. Lo tiene que hacer alguien que tenga un compromiso con esa causa.
¿Sintieron ese peso cuando se anunció el proyecto?
AMBROSSI: Muchas reacciones fueron: “Me caen fatal Los Javis, pero qué bien”…
CALVO: Cariño, somos los únicos a los que se nos ha ocurrido.
AMBROSSI: Garci no lo está haciendo.
CALVO: Creemos que el proyecto se tiene que hacer. No sé si por nosotros, pero se tiene que hacer y estamos apostando por ello.
¿Cómo lidian con tantas opiniones en Twitter?
CALVO: El problema es que se le ha dado demasiado poder a la opinión y a la crítica a través de ese canal, y la gente ha creído que cuanto más grita, más se le escuchará. Está muy bien que todo el mundo se exprese, pero no está bien que la noticia sea lo que se esté comentando en Twitter sobre algo; Twitter tiene que ser quien comente la noticia. No hemos sabido manejar la burbuja de opinión.
AMBROSSI: Mientras le demos tanto poder a las opiniones, seguirán pasando cosas muy locas.
CALVO: O, pasado un tiempo, nos daremos cuenta de que era una burbuja y habíamos vivido una irrealidad.
¿Resulta tentadora la idea de no exponerse a tanta crítica?
CALVO: Hay gente que comenta y gente que hace. Y el sarcasmo es muy atractivo, pero muchas veces hace que las cosas buenas y bonitas no avancen.
CALVO: La posición del que mira es fácil porque nunca se equivoca. El que hace, unas veces se equivoca y otras veces no, pero al menos está haciendo.
AMBROSSI: También hay valentía en estar expuesto todo el rato.
CALVO: ¡Bastante bien estamos saliendo de todo esto!
AMBROSSI: Es como el final de Ratatouille: un trozo de basura tiene más sentido si viene de una fuerza creativa que la crítica que lo destruye.
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