Un día en el hospital español en Mozambique, desplegado por vez primera en una catástrofe humanitaria
Estos son los testimonios de los trabajadores y médicos del Start, el centro con capacidad quirúrgica que presta ayuda a las víctimas del ciclón Idai que asoló tres países en África y ha dejado 850 muertos
Trabajo en la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) y me encuentro en Mozambique con el equipo de respuesta humanitaria español, Start, ayudando a personas que tras el paso del ciclón Idai en marzo lo perdieron todo. Concretamente estoy en Dondo, una población de unas 180.000 personas a 30 kilómetros de Beira, una de las ciudades más devastadas. Las casas destechadas son multitud y las empresitas de construcción y ferreterías del mercado hacen el agosto. Las cifras de Naciones Unidas rondan los 139.000 desplazados en toda la provincia y las autoridades mozambiqueñas hablan de cólera. Ahora estas personas precisan atención sanitaria y España ha enviado a su mejor representación. Estarán aquí hasta finales de abril.
Son las cinco de la mañana de un 4 de abril. En un terreno dentro del hospital de Dondo se escuchan algunas cremalleras de tiendas de campaña y desperezos. Es un murmullo que crece conforme la mañana va despuntando y a las seis es multitud. Los habitantes de las 39 tiendas, ya desayunan en la cocina con café. Suman 71 personas —44 sanitarios, una técnica de higiene, un farmacéutico, una administrativa, dos técnicas de atención psicosocial y género, 12 logistas, tres cocineros y el equipo madre de coordinación de Start y el personal de la Agencia Española de Cooperación Internacional (Aecid), que coordina este despliegue, donde me incluyo yo como parte del departamento de Comunicación—. Sumemos cuatro vuelos y 33 toneladas, cinco camiones descargados, mucho de ánimo y la gran dosis del trabajo en equipo; eso es Start en esta misión, un equipo de respuesta humanitaria.
Hoy estuvo tranquila la noche; solo fueron dos o tres, pero estos días los procesos de parto y primeros gritos de agarre a la vida de la maternidad, han recordado al equipo que están aquí para eso, para escuchar más vida. Esta es la primera velada en la que una paciente duerme en el hospital Start,y el servicio de guardia se ha volcado para que no le falte de nada; que las quemaduras sufridas en un accidente doméstico y que le afectan a la mitad del torso y un brazo curen bien y no le dejen secuelas. “Las mujeres cuidan más a sus familias y descuidan sus propios cuidados”, comenta Jenifer Rodríguez, especialista en género de Médicos del Mundo, que aporta al Start la atención psicosocial a pacientes. Este es un caso claro
Volvamos al café. Sobre las cinco, Iñaki, Zazpi y Peio (ver debajo sus testimonios) abren la cocina y comienzan a preparar el café, las tostadas, las mermeladas y las galletas; un desayuno contundente para comenzar el día. Hoy hace seis jornadas que llegaron a Dondo, y aunque el hospital ya está en pie y con todos sus servicios funcionando, quedan cuestiones por resolver para los logistas, sobre todo para los encargados de WASH —agua y saneamiento, en el argot humanitario—, que trabajan duro instalando letrinas, gestionando los residuos y consiguiendo agua de calidad para dotar al hospital y a la población.
A cinco minutos de la zona de vida, en otro lado del recinto donde antes había campo, ahora las tiendas blancas de campaña dominan el paisaje. Es el hospital Start, con capacidad quirúrgica y especialistas sanitarios, algo que escasea en Dondo y alrededores y que en esta crisis solo aportan los equipos internacionales de emergencia de Canadá, Cuba, Italia y España. El hospital central de Beira, también afectado por el ciclón, no da abasto.
El walkie suena y la guardia avisa de que llega una mujer con necesidad de cesárea urgente. Meritxell y Juan Carlos, ginecólogos, dejan sus cafés y salen para quirófano; lo estrenan hoy después de algunos problemas con el generador. Una hora después, a las 8.22, traen al mundo a Carmelo, enseguida bautizado como “el primer hijo Start”. Y no será el último. En la maternidad de Dondo tienen una media de 15 partos diarios y a partir de hoy, los complicados, serán derivados al Start.
Mientras, la sala de espera improvisada bajo la sombra de un mango está llena de pacientes que esperan para ser atendidos en consultas externas. El hospital y las urgencias permanecen abiertos las 24 horas del día, pero las consultas se cierran a las seis de la tarde, cuando ya ha caído la noche.
Describir el ánimo y el valor de este equipo y, sobre todo, el pegamento que les une como una familia, es difícil sin conocer a cada uno de ellos y ellas, sus motivaciones, lo que aportan y qué les aporta formar parte de esta misión... Así que aquí he recogido sus testimonios y quizá así sea más fácil entender por qué están a más de 10.000 kilómetros de sus casas para atender a personas que lo han perdido todo cuando no tenían gran cosa. Ya saben, el eterno relato de la pobreza. Llueve sobre mojado.
Daniel Barderas. Los bomberos no solo apagan fuegos
“Me llamo Daniel y trabajo habitualmente en la Unidad Especial de Emergencia y Respuesta Inmediata de la Comunidad de Madrid (ERICAM). Junto a mis colegas del ERICAM y del Ayuntamiento de Madrid no he parado de trabajar día y noche en la carga y descarga de camiones, arreglos de luz o del hospital de Dondo, afectado por el paso Ciclón Idai. Somos 10 en total, como el músculo del Start, pero también contribuimos a mantener la moral alta con ánimo. Tengo 43 años y mis orígenes están en la sierra de Gredos, mi apodo en el equipo es Gustoso, quizá porque cuando vengo a estos sitios tengo la sensación de que estoy en mi medio, que todas las personas que están en este tipo de misión, todas, vamos a la par; la ayuda incondicional hacia el ser humano. Me siento en mi sitio. Ya he participado antes en misiones humanitarias como el terremoto de Chile y creo que todo lo que me han enseñado a lo largo de mi vida, en este tipo de situaciones, me hace más útil, y siento que hacer este trabajo es lo más coherente con mi forma de ver la vida”.
Andrés Sanz Millán. El encargado de que todo vaya bien
“Soy de Villanueva de Gállego (Zaragoza) y empecé en esto de la ayuda humanitaria y la cooperación hace 15 años en Afganistán, porque quería salir del pueblo. Hoy, con 39 años, soy experto en ayuda humanitaria y aquí trabajo como coordinador jefe de logística, seguridad, agua y saneamiento. De lo sanitario, de que todos los cooperantes coman, duerman, hagan turnos… Transito por el recinto del hospital de campaña del Start con un walkie talkie, un móvil mozambiqueño y otro español que uso indistintamente. Me ocupo de que todo vaya bien. También estuve trabajando en Ghana, pero mi primera crisis humanitaria fue la del tifón Yolanda en Filipinas, que arrasó Tacloban. Ahí me di cuenta de que quería hacer esto. Desde entonces, trabajo en la respuesta humanitaria que España aporta a las diferentes crisis que suceden en el exterior, como el terremoto de Ecuador y ahora en Mozambique″.
Cristina Gutierrez. 'Tango lima', la que toma las decisiones
“Soy la jefa de misión de Start yTango Lima es mi nombre clave en el walkie. Tomo las decisiones, contacto con las autoridades mozambiqueñas y me coordino con el resto del equipo médico de emergencia de la zona y organizaciones que trabajan en salud. Antes me encargaba desde Maputo de gestionar la Cooperación Española en Mozambique, que en su 50% se centra en salud. Soy de Valladolid, pero mis otras casas han sido Bosnia Herzegovina, Marruecos y Mozambique. Todo comenzó cuando estudiaba Medicina: quería salir al mundo, así que fui a Senegal con una beca y me gustó. Después cambié de continente. Me fui a Bosnia, donde comencé a trabajar en el posconflicto inmediato y fue una de las situaciones más enriquecedoras de mi vida. En contextos tan intensos se produce una especie de corriente que te hace percibir mucho más el género humano; tienes la sensación de que vives muchas vidas en muy poco tiempo. A mis 52 años, creo que he conseguido lo que quería: conocer el mundo con toda su gente dentro”.
Inmaculada Molina Estrada. Al cuidado de los pacientes
“Soy de Zaragoza, trabajo en urgencias en el 061 de Aragón como médico de Emergencias. Recibo a los pacientes en el hospital de campaña de Dondo con un 'Hola' entrelazado con un 'Bon día' o "Boa tarde", en portugués. Tengo 52 años y llevo 10 en cooperación y ayuda humanitaria. Intento dar lo mejor de mí misma y considero importante que una parte mi tiempo la pueda dedicar a personas que tienen menos recursos. No creo que vaya a salvar el mundo, pero sí que aporto mi granito de arena. En lo personal es muy reconfortante ver que consigues resultados, que realmente mejoras sus condiciones. Ojalá estos cambios pudieran ser más permanentes, pero hay que ser conocedor de la realidad en la que nos movemos”.
Meritxell Lorente. Atención a las más vulnerables
“Tengo 31 años, soy originaria del Principado de Andorra y ginecóloga en el servicio público de salud de La Rioja. Antes de Mozambique, estuve en Caracas con Farmacéuticos sin Fronteras, y en la crisis de refugiados en Grecia con la ONGD Rowing Together. Mi trabajo es fundamental en el equipo si tenemos en cuenta que las mujeres y las niñas se encuentran entre las personas más vulnerables en una emergencia; tanto porque están más expuestas a la violencia sexual, como porque las estadísticas apuntan a este grupo como el más afectado por la pobreza y una alta tasa de mortalidad materno infantil. Junto a Juan Carlos Martínez, traje al mundo al primer bebé nacido en el Start. Que estemos aquí significa dar una oportunidad de vida a madres, niñas y niños que en este contexto no lo conseguirían”.
Maria José Pérez Úbeda y Amanda Aragó Olaguibel. El binomio perfecto
“Nos llaman el binomio: las dos somos de Madrid, dormimos y trabajamos juntas y ambas pertenecemos al sistema público de salud de la Comunidad de Madrid como cirujanas traumatólogas. Tenemos 51 y 35 años. Hemos hecho antes cooperación internacional —una de nosotras (Aragó) en El Salvador y Bolivia, y la otra (Pérez) en Etiopía y Cabo Verde—. Esta es nuestra primera crisis humanitaria. Pensamos que esto consiste en aprender y aportar. Este tipo de misiones da más sentido a nuestro trabajo y aquí el equipo es fundamental, es la base. Iniciar un hospital de cero y compartirlo con 71 personas y los propios mozambiqueños es una experiencia única; desde cavar zanjas hasta montar tiendas, y descargar camiones haciendo cadena humana hasta arreglar las fracturas de las personas que han sufrido en sus cuerpos el desplome de paredes y tejados de sus casas a causa del ciclón. Hacemos equipo y hacemos familia. Montar el hospital desde el suelo hasta el techo te permite valorar mucho más lo que tienes en España para realizar tu trabajo”.
Jose Francisco Sánchez Suero. Un trabajo al que nadie se acostumbra
“Tengo 49 años y trabajo de enfermero para la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias de Andalucía, en el 061 de Huelva. Antes que en Mozambique, colaboré con el SAMU de Sevilla en Haití durante la crisis humanitaria que asoló el país centroamericano. Dedico mi trabajo en parte a atender a personas cuya vida corre peligro; puede parecer que esto facilita las cosas en una crisis humanitaria como la de Mozambique, pero para mí no es así. A este trabajo no se acostumbra nunca nadie, nunca es igual. Además, estas son unas condiciones extremas; entre otras cosas, está el clima, de extremo calor, y también la cultura de las personas que atiendes, que a veces se confrontan con tu intento de ayudarlas, lo que para ti puede ser necesario, para esa persona podría no serlo. Para trabajar en estas situaciones hay que ser multifuncional y polifacético, no solo ser buen sanitario; también ser buen compañero, humilde, divertido en la adversidad, convertir un problema en una oportunidad, resolver, tener empatía y, sobre todo, respeto absoluto a las personas a las que das tu apoyo y a los compañeros”.
Peio García Amiano. Comida para mantener el ánimo y la salud
“Soy cocinero y crítico gastronómico donostiarra, tengo más de 60 años y soy uno de los siete fundadores de Zaporeak, una asociación que desde 2016 trabaja en Etiopía y en Lesbos (Grecia), cocinando para la población refugiada que huye del hambre y los conflictos. Mis compañeros y yo recorremos cada día los mercados de Dondo para conseguir patatas, tomates, calabazas y aguacates en su punto. Buscamos género de calidad y cantidad suficiente para alimentar tantas bocas. Todo con el cuidado y la responsabilidad de mantener el ánimo del equipo en lo más alto y, sobre todo, una alimentación saludable y sin riesgo ante los brotes de cólera que han surgido entre la población tras el paso del ciclón Idai. También nos ocupamos de cuidar la alimentación de los pacientes del hospital. Participar en este tipo de proyectos es una terapia. Se me olvidan mis problemas de salud, al final estás viendo otras cosas mucho más importantes”.
Jenifer Rodríguez García. Luchadora por la igualdad
"Soy especialista en género y desarrollo en Médicos del Mundo. Nací hace 36 años en Fuente Álamo, un pueblo de Albacete donde tanta maleta, convicción y activismo sorprende para bien. Cuento con 12 años de experiencia en Argentina, Brasil, Perú, Ecuador, Angola, Cabo Verde y, ahora, Mozambique. Con formación en materia de género y cooperación internacional, para mí la igualdad requiere que haya diferencias; cualquier contexto, incluso una emergencia, ha de contemplar que tanto hombres como mujeres tienen necesidades diferentes y requieren de un enfoque diferenciado. Junto con Berta, mi compañera de tienda y ONG para esta emergencia, ofrezco apoyo psicosocial a las pacientes que llegan al hospital del Start en Dondo. Durante esta emergencia hemos atendido casos de estrés postraumático, ansiedad, desnutrición y pérdida de bienes materiales. Las mujeres y las niñas corren más riesgo en una emergencia. En las crisis humanitarias se incrementa la violencia sexual o la trata de personas. Además, son ellas las que se ocupan de los cuidados de la familia y muchas veces descuidan los suyos propios”.
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