_
_
_
_

Hedwig Kohn, la investigadora judía que sobrevivió al régimen nazi

La científica fue una de las tres primeras mujeres que pudo dar clase en la universidad alemana

Hedwig Kohn en su laboratorio en 1912.
Hedwig Kohn en su laboratorio en 1912.

El optimismo, la persistencia y el buen humor fueron los mejores aliados en la vida de Hedwig Kohn, una científica alemana, adelantada a su tiempo y pionera en las investigaciones en espectroscopia atómica y molecular. El régimen nazi impidió que diera clases en la universidad y tuvo que huir para salvar su vida. A pesar de ser conocida y reconocida por sus méritos en su país, se encontró con casi 50 años, perseguida, sin un permiso de trabajo para salir de Alemania y siendo una gran desconocida en el mundo.

Más información
Mujeres de la Ciencia

Con el tiempo, y tras recorrer numerosos países, Kohn recuperó sus investigaciones y volvió a repuntar como docente en Estados Unidos, su destino final. Allí ocupó de nuevo el lugar de destacada científica en las materias que el régimen nazi le había impedido desarrollar por ser judía y mujer.

Hedwig Kohn nació el 5 de abril de 1887, en Breslavia, provincia de Silesia y una de las ciudades más importantes del Imperio alemán. Era hija de Georg Kohn, un comerciante mayorista de ropa, y de Helene Hancke, descendiente de una familia acomodada. Solo tuvo un hermano, Kurt.

La joven Kohn, siempre aplicada en los estudios, fue una adelantada a su tiempo, ya que ingresó en la universidad en 1907, un año antes de que las mujeres pudieran matricularse en estudios universitarios. Esta situación, que hoy reconoceríamos como de gran valor, no fue sencilla para ella, como más tarde reconocería, ya que al principio no le permitieron matricularse oficialmente y tuvo que asistir a clase como estudiante invitada.

Más información
Elisa Leonida Zamfirescu, pionera de la ingeniería que cumplió su sueño con honores

Hedwig Kohn obtuvo su doctorado en Física con el profesor Otto Lummer en 1913 y pronto fue nombrada su asistente al ver en ella su gran talento. Él, ya famoso por la precisión de sus medidas de radiación, fue su mentor en la ciencia física que estaba decidida a investigar. De esta forma, durante la Primera Guerra Mundial Hedwig trabajó como profesora y tutora de varios estudiantes de doctorado y, a pesar de su juventud, fue reconocida y condecorada por esta labor. De hecho, vivió siempre en el Instituto de Física de la universidad.

Lummer entrenó a Kohn en la determinación cuantitativa de la intensidad de la luz, tanto de fuentes de banda ancha como en un cuerpo negro, y de las líneas de emisión discretas de átomos y moléculas. Además, Kohn desarrolló durante su carrera dichos métodos e ideó distintas formas de extraer información de las mediciones de intensidad y de las formas de las líneas de emisión.

Tras años de docencia en los que la joven Kohn guió la carrera de numerosos alumnos de doctorado y desarrolló sus investigaciones, algo empezaba a cambiar en el mundo científico al concederle la habilitación para dar clase en la universidad en 1930. Ella había intentado conseguir ese reconocimiento mucho antes, en 1919, pero el decano le explicó que las reglas especificaban claramente que esa calificación era solamente “para hombres jóvenes”.

Su vida tranquila y dedicada a la ciencia no duró demasiado. Hedwig Kohn fue destituida de su cargo en 1933 debido a las regulaciones nazis que prohibían a los judíos desempeñar cargos públicos y su vida empezó a moverse entre la incertidumbre y las penurias. En 1935 se le ofreció una estancia de tres meses en Suiza para medir la intensidad de la luz ultravioleta del sol, aunque no le dio tiempo a desarrollar su investigación. Durante un tiempo sobrevivió con contratos en empresas de iluminación, pero en 1938 se encontró sin trabajo, sin recursos financieros y muy cerca de convertirse en una víctima del Holocausto.

Más información
Mujeres que diseñan el futuro

En la fatídica jornada conocida como la Noche de los Cristales Rotos, Kohn se dio cuenta de que tenía que huir cuanto antes para salvar su vida, pero no tenía una oferta de trabajo para poder hacerlo y además era una mujer sola y con casi 50 años. La mediación de Rudolf Ladenburg, profesor que dirigió el doctorado de Hedwig Kohn, fue providencial para ayudarla a encontrar trabajo y, con la ayuda de la Federación Internacional de Mujeres Universitarias y el Consejo para Académicos en Riesgo, pudo conseguir un trabajo en la Universidad de Aberdeen.

Sin embargo, el conflicto se extendía de tal manera que la guerra hizo que Inglaterra cancelara inmediatamente todos los visados de trabajo que había concedido. Junto a Kohn, otras dos mujeres se encontraron en su misma situación, obligadas a huir de Alemania por la persecución del antisemitismo y el rechazo. Lise Meitner y Hertha Sponer, científicas físicas como Kohn, y que también habían logrado la habilitación para dar clases en la universidad, se vieron igualmente obligadas a empezar de cero en el extranjero.

Durante esos difíciles momentos, Kohn, Meitner, Sponer y Ladenburg se intercambiaron muchas cartas con los representantes de la Federación Internacional de Mujeres Universitarias y varias universidades del mundo. Al final, consiguieron tres vacantes para ellas con una duración de un año en Estados Unidos: una en la Escuela de Mujeres de la Universidad de Carolina del Norte, otra en el Sweet Briar College, en Virginia y otra en el Wellesley College, en Massachusetts. La posibilidad de trabajo de Kohn abrió una vía intermedia con un visado para ir a Suecia en 1940 y no lo dudó. Allí estuvo un tiempo antes de obtener la visa para Estados Unidos y establecerse allí de forma permanente. Tiempo después conoció que su único hermano, Kurt, fue deportado a Kaunas y, posteriormente, asesinado.

La huida del régimen nazi de Kohn, hasta impartir clases en el Colegio de Mujeres de la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro, la llevó primero a Berlín, y de ahí a Estocolmo, Leningrado, Moscú, Vladivostok, Yokohama, San Francisco y, por último, Chicago. Dejó la capital sueca en 1940, viajó en el tren Transiberiano hasta Vladivostok y llegó a Estados Unidos dos meses después, muy enferma. En el Colegio de Mujeres de la Universidad de Carolina del Norte estuvo un año y medio, ya que en 1942 comenzó a enseñar en el Wellesley College en Massachusetts.

Más información
La épica de las científicas

Allí fue profesora hasta que se retiró en 1952 y continuó con un laboratorio modesto para investigar junto a sus estudiantes, donde utilizó la técnica de la espectroscopia de llama. El año de su jubilación, en 1952, el Gobierno de la República Federal de Alemania le concedió el título de profesora emérita.

Hedwig Kohn fue autora de numerosas publicaciones sobre fotometría de llama y espectroscopia óptica, y miembro de Die American Physical Society, Die American Association of Physics Teachers y Sigma Xi.

Tras su jubilación, trabajó como investigadora en la Universidad de Duke, donde Hertha Sponer, entonces profesora de Física allí, le ofreció un puesto como investigadora asociada, y continuó dirigiendo el trabajo de estudiantes de doctorado y eligiendo a otros de posdoctorado para que estudiaran con ella la espectroscopia de llamas, midiendo las características de absorción y las concentraciones de la mayoría de las especies atómicas en llamas. Este trabajo fue básicamente una continuación del que realizó cuarenta años antes, entre 1912 y 1933.

Falleció en 1964 a los 76 años, estando activa en sus investigaciones y siempre rodeada de alumnos hasta poco tiempo antes de su muerte pero dejando un gran legado científico y un ejemplo de superación y perseverancia continuas en su vida.

Durante su carrera, Hedwig Kohn se centró en la medición cuantitativa de la intensidad de la radiación, y principalmente se dedicó a la luminosidad y la temperatura. Además, escribió varios capítulos de un libro de texto de física titulado Mueller-Pouillets Lehrbuch der Physik (1929). No cabe duda de que sus contribuciones e investigaciones asentaron algunas bases de la Física. De hecho, escribió 270 páginas en el texto principal de Física de las décadas de 1930 y 1940 en Alemania, recibió una patente y escribió numerosos artículos en revistas científicas, algunos de los cuales continúan siendo referencia en la actualidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_