“La gente hambrienta se come lo que sea”
Melaku Tefera, profesor de Ciencias Veterinarias de Malawi, insta a mejorar los controles sanitarios en los mercados informales para garantizar el acceso a comida inocua
Ante cerca de 130 representantes de países del mundo y decenas de autoridades enchaquetadas, en el salón plenario de la Unión Africana en Addis Abeba, el profesor malauí Melaku Tefera coge la botella de agua de la mesa y denuncia cómo su precio es similar al de la leche, con lo costoso que es ordeñar un litro. Y cómo las grandes compañías compran las tierras de su país y así se empobrece, o cómo la pseudociencia confunde al consumidor para elegir sus productos. Es el jefe de Ciencias Biomédicas Veterinarias de la Universidad de Lilongwe de Agricultura y Recursos Naturales de Malawi y asiste con su colorida camisa como invitado a la primera Conferencia internacional sobre inocuidad alimentaria impulsada por la Unión Africana (UA), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial del Comercio (OMC), con cerca de 850 personas. “Han elegido que viniera para participar, no a estar callado”, dice luego en la entrevista con calma.
Pregunta. ¿Qué detecta que afecte más en Malawi relacionado con la inocuidad alimentaria?
Respuesta. Sobre todo la contaminación microbiológica que se produce en la venta de productos frescos en las calles, en los mercados informales. No hay estándares de seguridad, hay moscas alrededor de las carnes y las verduras, la calidad del agua es muy pobre. No hay sistemas de refrigeración, por lo que la comida se descompone con más rapidez, de forma acusada por el calor, y genera problemas. También hay un uso descontrolado de los pesticidas y fertilizantes. Nuestros huertos producen una vez al año, que es cuando llueve, por lo que tenemos que almacenar la producción el resto del tiempo y eso perjudica a la inocuidad alimentaria. Surgen enfermedades como la tuberculosis, la toxoplasmosis y otras bacterias como la salmonelosis además de muchas diarreas.
P. ¿Y en el mercado de la carne?
R. Es muy cara. No es una comida convencional, no es económica. La población puede comer insectos o maíz, aunque a veces se come animales muertos, y esto no es sano. No se sabe la causa de la muerte y el animal podría estar enfermo. Ahí también se acumulan bacterias.
P. ¿Cómo se podría mejorar la situación?
R. En definitiva tenemos que erradicar la pobreza, si hay pobreza no hay elección. La gente hambrienta se toma lo que sea, coge los desechos de comida de la basura o del suelo porque no tienen elección. Si hay un camión de residuos, los niños corren detrás de él y así pueden pillar un poco de comida si se cae algo. Ellos saben de qué sitio viene cada camión, si viene de un hotel por ejemplo... De esta forma toman la comida más contaminada, y comer es un derecho humano, todos tenemos derecho a estar nutridos. Es un mensaje simple, no requiere implicaciones políticas.
P. ¿Y qué sería lo primero que haría si fuera político?
"Si hay un camión de basura, los niños corren detrás de él y así pueden pillar un poco de comida si se cae algo"
R. Intentaría formalizar los mercados de comida, que cada uno tuviera su espacio, que todos tuvieran su dirección para colocar su puesto, que hubiera acceso a agua potable, sitios para limpiar en el mercado y máquinas que puedan facilitar la labor allí, como neveras con placas solares. También mejorar los aseos. Los Ayuntamientos podrían regular los controles sanitarios para evitar enfermedades. Y también, por supuesto, hay que educar a la población en una buena alimentación.
P. ¿Considera que hay publicidad que incide en la malnutrición de las personas?
R. Sí. Hay grandes compañías que tienen dinero para poner publicidad llamativa diciendo que sus productos son muy sabrosos. Y los niños van y lo compran porque está muy dulce, pero hay algunos que tienen muchísimo azúcar. Normalmente la comida empaquetada viene de fuera, y puede no ser buena, no sabemos ni siquiera el origen, a lo mejor incluso es de contrabando... Igual ha surgido esta pseudociencia que dice que cierta planta es muy nutritiva o buena para algo y está promovida por grandes mensajes emitidos por las compañías, pero al final no lo es tanto y confunde a la población.
P. ¿Qué soluciones daría?
R. Se necesitan asociaciones de consumidores, plataformas para informar a la gente sobre lo que es correcto y lo que es peor y no funciona. También evidencia científica, y es muy importante la educación desde el principio, en los colegios. Quizás sea recomendable hacer exposiciones sobre comida, para saber qué es más sano y poder elegir...
P. Critica a las grandes compañías asentadas en su país, defiende que era mejor antes cuando los pequeños agricultores tenían sus propios huertos...
R. Sí. definitivamente. Tiene impacto en la alimentación. Las grandes compañías chinas o indias que poseen las tierras producen un tipo de producto que ni siquiera nosotros tomamos y los envían a otros lugares. Son grandes superficies y desplazan a los agricultores locales. Una cuestión que también incide la diversidad de semillas, plantan la que consideran ellos y no tenemos opciones.
P. ¿Y cómo afecta al mercado local?
R. Las grandes compañías venden más barato, por lo que no se puede competir con ellos. Así que la comida local está desapareciendo. Por ejemplo, el maíz es una comida estable en Malawi, pero ellos compran y producen a lo grande, y lo que tiene mejor calidad lo exportan, no lo comemos nosotros. No tienes opciones para elegir. Hay comida local, pero el producto puede ser más caro. Los pequeños no pueden pagar los fertilizantes, y si los compran serán costosos para ellos, pero las grandes compañías sí pueden adquirirlos, y eso influye en el mercado y los precios. Estos son los peligros.
P. ¿Qué otras consecuencias observa en la pérdida de la agricultura familiar?
R. Los inversores chinos e indios están viniendo y comprando numerosas hectáreas tanto al Gobierno como a los pequeños agricultores, que están perdiendo su conocimiento agrícola. Ellos venden sus terrenos y luego se emplean como guardas o mensajeros. Esto provoca también migraciones del campo a la ciudad.
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