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Almudena Alberca, la mujer que lo huele todo

La enóloga es la primera española Master of Wine y una de las 380 personas reconocidas con este título en el mundo

Almudena Alberca, primera mujer Master of Wine de España, en un restaurante cerca del Retiro en Madrid.
Almudena Alberca, primera mujer Master of Wine de España, en un restaurante cerca del Retiro en Madrid.Andrea Comas

Durante la entrevista, Almudena Alberca (Madrid, 1978) no puede evitarlo: “¿Hueles a Hermès?”, le pregunta a uno de los camareros del restaurante donde hace un repaso al mundo del vino y a su carrera. “Es que huelo sin querer. Mi cerebro lo hace instintivamente”, explica. Alberca tiene el automatismo de captar los olores más imperceptibles y una memoria donde almacena cientos de aromas. Esta enóloga criada en Salamanca es la primera mujer española Master of Wine, un título que otorga el Institute of Masters of Wine en el Reino Unido desde 1953 y que es considerado como el reconocimiento más importante en la industria del vino. Alberca, que forma parte de los 380 masters que hay repartidos en 30 países, charla con curiosidad y una gran sonrisa sobre un sector tradicionalmente masculino.

Se licenció en Enología por la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia, donde también se tituló en Ingeniera Técnica Agrícola y estudió la especialidad en Viticultura. Entre 2003 y 2004 participó en tres vendimias —dos en España y una en Nueva Zelanda— que le engancharon a la profesión: “Cuando volví de regreso lo tenía decidido. Mi pasión son las viñas, mi especialidad la enología y mi afición la comunicación: la presentación de producto, el maridaje y estar cerca del consumidor”, señala. Desde 2015 es la directora técnica de Bodegas Viña Mayor en Quintanilla de Onésimo, Valladolid.

Para ser Master of Wine es necesario estudiar al menos tres años e invertir entre 15.000 y 20.000 euros, y la formación requiere viajar, hacer cursos y simulaciones del examen

Para ser Master of Wine es necesario estudiar al menos tres años e invertir entre 15.000 y 20.000 euros, y la formación requiere viajar, hacer cursos y simulaciones del examen, que consiste en tres días de cata de vinos de todo el mundo. Alberca dedicó seis años y más de 20 horas semanales de estudio compaginado con su trabajo para culminar este verano su titulación y unirse a este club en el que hay 131 mujeres y en el que, hasta el momento, solo había cuatro españoles.

Precisamente la maestra del vino cree que empieza a haber “un relevo” entre hombres y mujeres en posiciones más altas de un sector tradicionalmente manejado por hombres. Para el trabajo final del máster cuenta que realizó encuestas a enólogos para ver cómo trataban sus vinos de la Ribera del Duero y “el 80 % de los que contestaron fueron hombres”. Sin embargo, en la zona de Rueda [Valladolid, Segovia y Ávila] “son bodegas más jóvenes y hay más mujeres, a lo mejor el 70%”. Respecto a las infraestructuras de la industria, Alberca cree que “modernizarse y hacerse más sostenibles tiene que venir de la mano. Quien no lo esté pensando así, tendrá más problemas”.

El vino supone el 0,5 % del PIB nacional y mueve más de 6.500 millones de euros al año, sin embargo, en 2017, el consumo de litros por habitante descendió en España de 13,40 a 12,93. La enóloga cree que se ha perdido “cultura del vino”, aunque admite que también habría que “romper con los estándares”. “Yo lo bebería por la noche porque no siempre quieres tomar una combinado. Consumir una copa de cava, que tiene menos alcohol, sería más saludable y estaríamos potenciando un producto local". Pese a que los destilados y la cerveza tienen “mucho más dinero para hacer campañas”, para la enóloga “no se ha hecho el marketing necesario”: “La gente conoce diez marcas de ginebra pero no podría decir las tres zonas de vino más importantes de España”, asevera.

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“Si vas a una tienda donde hay decenas de cervezas, coges una sin miedo, pero con una botella de vino sí tienes miedo. ¿Por qué hay miedo a coger una botella de vino y que no te guste? Hay que perder el miedo y probar”, argumenta la experta, que no es muy amiga de los maridajes en los menús largos: “Un exceso de botellas puede llegar a entorpecer la comida. Prefiero una copa de aperitivo y dos o tres vinos”. Y pone de ejemplo la carta de vinos del Noble Rot Wine Bar & Restaurant de Londres como uno de sus últimos descubrimientos. ¿Qué le gusta beber, más allá de vino?: “Me encanta el whisky escocés solo con hielo”, sonríe.

¿Y qué echa de menos en su oficio? “Aquí tenemos más ataduras históricas y fuera tienen la mente más abierta y comparten la información de sus proyectos”, explica. El cambio climático también es otra de sus preocupaciones y cada año los efectos de las altas temperaturas y la escasez de lluvias le complican la vida: “El año pasado el norte Italia y la mitad norte de España perdieron el 60% y el 70% de sus producciones por los efectos del cambio climático. En los últimos seis o siete años cada vendimia ha sido diferente y muy difícil”, recuerda.

Aunque la madrileña está involucrada en la bodega en la que trabaja en Valladolid, advierte que le encantaría elaborar un champán o un jerez y hacer vinos de zonas que no sean clásicas. “Aunque eso no significa que me tenga que ir muy lejos”, matiza. “Castilla y León tiene un montón de zonas interesantes con variedades autóctonas, como la sierra de Salamanca, León, Gredos…” ¿Esto va a suceder próximamente? “Sí. Tenemos un punto de artistas y necesito hacer cosas diferentes para alimentar el espíritu”.

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