El creador de caos

Los buenos políticos nos simplifican la vida. Pero los malos hacen peligrar la paz social a base de miedo e inestabilidad. Tomen como ejemplo a Carles Puigdemont.
EN CIERTO sentido un buen escritor es lo contrario de un buen político. Un buen político es aquel que, al afrontar un problema complejo, lo reduce a sus líneas esenciales y lo resuelve por la vía más rápida posible; en cambio, un buen escritor es aquel que, en la misma tesitura, en vez de resolver el complejo problema lo vuelve más complejo todavía (y un escritor genial es aquel que crea un problema donde no existía ninguno). Un buen político fue Adolfo Suárez, que en menos de un año resolvió contra pronóstico el problema en teoría irresoluble de desmontar una dictadura y montar una democracia, o los fundamentos de una democracia, sin mediar una revolución o una violencia ingobernable. Un escritor genial fue Cervantes, antes del cual la diferencia entre cordura y locura no era un problema, porque no era difícil distinguirlas y porque la cordura era preferible a la locura; pero, al inventar a un loco cuerdo, Cervantes nos obligó a preguntarnos qué son la locura y la cordura y si una es preferible a la otra, y de ese modo creó un problema tan complejo que todavía hemos sido incapaces de resolverlo, porque de hecho es irresoluble. Así que los buenos políticos nos simplifican la vida y los malos nos la complican (y complicándola nos la empobrecen), mientras que los malos escritores nos simplifican la vida y los buenos nos la complican (y complicándola nos la enriquecen): por eso los políticos suelen ser tan malos escritores y los escritores tan malos políticos.
Dicho esto, se entenderá que la peor clase de político sea una suerte de escritor metido a político; es decir: un creador de problemas; es decir: un creador de caos. Este tipo de político funciona según el método del escritor: enfrentado a un problema pequeño y sencillo, lo convierte en un problema más grande y más complejo; luego, en un problema más grande y más complejo todavía; y así sucesivamente, hasta que el problema es tan descomunal y tan enrevesado que deja de ser un problema propio para convertirse en un problema ajeno, del mismo modo que, si usted le debe 6.000 euros a un banco, tiene usted un problema, mientras que, si le debe 60 millones, el problema lo tiene el banco. Ese es el objetivo del creador de caos: como dijo con prodigiosa exactitud Carles Puigdemont, “muntar un pollastre de collons”, frase que se entiende a la perfección sin necesidad de ser traducida. Puigdemont es de hecho, como saben quienes mejor lo conocen, un formidable creador de caos; su brevísima trayectoria política lo avala. En enero de 2016, cuando llegó a la presidencia de la Generalitat, Cataluña era una sociedad próspera, cohesionada y pacífica, pero en menos de año y medio, antes de fugarse de la justicia, este hombre la partió por la mitad, provocó la fuga de más de 3.000 empresas y creó durante dos meses de pesadilla una atmósfera de enfrentamiento civil. He dicho que el caos es su principal objetivo; añado que también es su mérito principal: gracias al caos, este hombre surgido de la nada, sin apenas apoyos ni experiencia política, ha conseguido no sólo convertirse en el jefe sin discusión de su partido y en el ganador contra pronóstico de las pasadas elecciones, sino también en el caudillo y líder carismático del separatismo. Que esto haya sido así —que el hombre que puso pies en polvorosa después de provocar el desastre haya sido premiado por los mismos catalanes que han despreciado a quienes, a pesar de ser corresponsables del desaguisado, han asumido dignamente su responsabilidad y la están pagando con la cárcel— es un enigma que, me temo, no puede descifrarse sin el concurso de la psiquiatría.
Una cosa es segura: el creador de caos se mueve como nadie en el caos, que es su hábitat casi innato y en el cual es imbatible. Y otra: el creador de caos necesita, siempre, más caos. El ejemplo de Puigdemont es de nuevo evidente: ahora mismo, o monta otro “pollastre de collons”, sólo que mucho más salvaje que el anterior, o le esperan 20 años de destierro. Y, dado que es un genio del caos y tiene en sus manos resortes muy poderosos con que desatarlo, mi pregunta es: ¿ustedes qué creen que hará?
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