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No se cuenta toda la verdad sobre la desnutrición infantil

Un estudio, publicado en la revista 'Nature', mapea los avances contra la desnutrición infantil en África y, tras analizar los datos por territorios, alerta de la dificultad de erradicarla del continente para 2030

Una madre da de comer a un niño con malnutrición aguda en Aweil (Sudán del Sur).
Una madre da de comer a un niño con malnutrición aguda en Aweil (Sudán del Sur). ALBERT GONZALEZ FARRAN (AFP)
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En 2000, el porcentaje de niños menores de cinco años que sufrían desnutrición crónica (altura demasiado baja para su edad) en Nigeria era de cerca del 47%. 15 años después, el país africano más poblado recibía buenas noticias: el porcentaje había bajado hasta el 34%. Pero realmente, eran excelentes en el sudeste, donde se había llegado a menos del 10%. Y no tan buenas en el nordeste, más seco y agitado por el conflicto, donde superaban la media nacional.

En desarrollo, por lo general, los avances o retrocesos en salud, educación o lucha contra la pobreza y el hambre se agrupan y analizan por países. Pero un estudio del Instituto de Métricas y Evaluación Sanitaria de la Universidad de Washington (Estados Unidos) ha puesto sobre el mapa la evolución de los datos de desnutrición infantil de 51 países africanos de 2000 a 2015. En lugar de por Estados, lo ha plasmado en unidades de territorio de 25 kilómetros cuadrados, poniendo de manifiesto importantes diferencias a nivel subnacional e incluso local que muestran lo engañoso de algunas estadísticas. El informe, publicado en la revista científica Nature este miércoles, se complementa con otro que ilustra de igual forma el acceso a la educación en el continente.

Pincha en la imagen para acceder al estudio.
Pincha en la imagen para acceder al estudio.

"Estos mapas no solo ayudan a revelar bolsas locales de mala nutrición infantil, sino que también ponen el foco en las comunidades que sí están implementando programas exitosos en los últimos 15 años, y de los que podemos aprender", opina Simon Hay, profesor de la citada universidad y autor principal del documento.

"Tener los datos desagregados es muy importante para poder tomar las medidas adecuadas", coincide Anne Keppler, nutricionista de la FAO (la agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura). "Nosotros, al analizar los problemas de subalimentación, también trabajamos en una metodología para conseguirlo, y es adonde tenemos que ir. Porque los datos nacionales no te dicen dónde vive la gente, qué hay detrás de esa mala nutrición...".

Los mapas del estudio, que además de la desnutrición crónica analizan la desnutrición aguda (peso demasiado bajo para la altura) y los retrasos en el crecimiento, revelan que hay pueblos en zonas de conflicto donde todos los niños son demasiado bajos para su edad. También señalan que este problema sigue siendo importante a lo largo del cinturón semiárido del Sahel, con bastante independencia del país del que se trate. O muestran partes de Kenia afectadas por la sequía, las malas cosechas y las enfermedades, donde casi tres de cada 10 menores de cinco años pesan muy poco para lo que miden, pese a que la media nacional de desnutridos agudos es de solo el 6%. 

Falta de datos

"El principal reto al elaborar estos mapas es la falta de datos. Aunque nuestro estudio sobre los retrasos en el crecimiento infantil bebe de más de 200 fuentes de información (con un total de 1,29 millones de niños examinados), las áreas con más incertidumbre se corresponden con aquellas donde hace falta información actualizada, que se suele obtener con encuestas en hogares", explica Simon Hay, autor principal del estudio.

Los autores del documento, financiado por la Fundación Bill & Melinda Gates, pretenden seguir elaborando mapas cada vez más precisos y que incluyan otras variables, como el acceso a agua y saneamiento o la incidencia de enfermedades concretas.

El caso de Kenia es ilustrativo porque sus divisiones administrativas están orientadas de norte a sur, cortando áreas con altas tasas de desnutrición y otras con porcentajes bajos. De esta forma, la mayor parte del este del país tendría pocas posibilidades (entre un 0% y un 50%) de cumplir en 2025 con las metas globales de nutrición que propone la Organización Mundial de la Salud. Y sin embargo, analizados los espacios de 5x5 kilómetros se detectan muchos con hasta un 95% de opciones de alcanzarlas.

La alta definición de los datos sanitarios (o educativos) que proporcionan mapeos como este permitirá, según Hay, poner en marcha políticas "de precisión". Para el académico, estas conforman un nuevo campo de estudios que será de "inestimable" ayuda para intentar alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que el mundo se ha marcado para 2030. Y especialmente para atender de forma específica a las comunidades más vulnerables.

En general, un vistazo rápido a los mapas y su evolución arroja una impresión de progresos, como celebra el exsecretario general de Naciones Unidas Koffi Annan en un editorial publicado en la misma revista. "El África que se ve en ellos cuenta una historia diferente: la de un progreso mensurable y continuado en problemas que durante mucho tiempo se consideraron inextricables".

Pero un África, al mismo tiempo, muy dispar, en la que incluso los países que más rápido avanzan en su lucha contra la desnutrición cuentan con lugares que se están quedando atrás. Zonas como la chadiana Kanem, las partes más desérticas de Somalia o la conflictiva República Centroafricana son algunos de los que menos progresos registran en general. Y cruzar los datos entre las localidades posibilita, según el estudio, identificar los problemas que subyacen a esa falta de mejoras: "probablemente no sea una coincidencia", dicen los autores, que estos lugares recibieran menos ayuda internacional para salud materna y neonatal, experimentaran violencia o conflictos y apenas mejoraran en otros aspectos sociales entre 2000 y 2015.

Analizando la progresión registrada en los primeros 15 años del siglo, los investigadores se atreven a predecir las tendencias hacia 2025 (cuando expiran las metas globales de nutrición de la OMS). E insisten: hay países que evolucionan a un ritmo que les permitirá alcanzar las primeras sin problemas, incluso antes de tiempo. Pero al mismo tiempo hay vastas áreas del continente —también dentro de esos países con buenas notas— en las que deberán multiplicar por dos, por tres y hasta por cuatro la velocidad a la que reducen las distintas formas de desnutrición infantil si quieren llegar con los deberes hechos a 2025.

Educación y nutrición

"Estudios de diverso carácter han mostrado que cuando las mujeres en edad reproductiva están más educadas hay una mejor nutrición infantil y menor mortalidad de niños, con un efecto más potente que los aumentos de renta", destaca Simon Hay.

El estudio muestra que una extensión de la educación básica mejora la salud de mujeres y niños. En 2015, 14 países a lo largo del Sahel, de Senegal a Eritrea, arrojaban pobres niveles de educación y una gran prevalencia de desnutrición crónica, aguda y poco peso entre niños. En otros lugares como Sudán del Sur o el Norte de Nigeria, con graves problemas de desnutrición, también había medias de menos de dos años de educación entre las mujeres de 15 a 49 años.

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