¿Una oportunidad para recuperar el I+D+i?
Los autores advierten de que la investigación, el desarrollo y la innovación, básicos para el Estado de bienestar, han retrocedido desde 2011 como nunca lo habían hecho desde la Transición y es el momento de rectificar
Una de las decisiones más sorprendentes que tomó el Ejecutivo de Mariano Rajoy en diciembre de 2011 tras ganar las elecciones generales y asegurarse una mayoría estable en el Parlamento fue la de eliminar el Ministerio de Ciencia y Tecnología y sustituirlo por una Secretaría de Estado dentro del Ministerio de Economía y Competitividad. Esta decisión no fue solo sorprendente por este hecho en sí (es excepcional en nuestro entorno que la ciencia y la tecnología estén en un ministerio económico), sino por las circunstancias especiales que existían en ese momento y que obligaban al ministro responsable, Luis de Guindos, a dedicar todo su tiempo y esfuerzo a sacarnos de la crisis en que nos encontrábamos sin desviar su atención a otros objetivos a medio o largo plazo. También sorprendió entonces que se pusiera al frente de esa Secretaría de Estado de I+D+i a una persona ajena al Partido Popular, sin ningún peso político dentro del Gobierno y con una limitada experiencia en el sector. Como resultado de estas decisiones, el I+D+i ha retrocedido en estos últimos casi siete años como nunca lo había hecho desde la Transición.
Aquellos países que invirtieron en I+D+i durante los peores años de la crisis crearon empleo
Por ejemplo, los fondos dedicados a la ciencia y la tecnología no solo no han crecido (algo esencial para cualquier país que quiera disfrutar de un desarrollo estable) sino que se han visto reducidos un 30%, con el resultado de la pérdida de 27.000 puestos de trabajo directos y la obligada presencia de más de 37.000 científicos españoles en el extranjero. Estos drásticos recortes han ocasionado una disminución del 60% en el número de patentes internacionales, con el lastre que supone para nuestro balance comercial.
Estas cifras, puestas de manifiesto por sendos informes de la COSCE (Confederación de Sociedades Científicas de España) y de la Fundación Alternativas, contrastan con los datos de la OCDE según los cuales, aquellos países que invirtieron en I+D+i durante los peores años de la crisis crearon empleo, mientras que los que no lo hicieron, entre ellos el nuestro, sufrieron severas pérdidas y el poco empleo que se creó fue de baja cualificación. Los incrementos presupuestarios de los últimos años, más que dedicados a intentar revertir la situación límite en el que se encuentra nuestro sistema de ciencia y tecnología, van dirigidos a maquillar cifras y a la postre a intentar desinformar a la opinión pública, ya que se trata de subvenciones financieras que, en su mayor parte, revierten al Ministerio de Hacienda a final de año. Un valioso ejemplo de ingeniería financiera que se estudiará en los manuales de las escuelas de negocio en un futuro. De hecho, la convocatoria del Plan Estatal, resuelta hace tan solo unos días y que representa las subvenciones no financieras de las que dependen la gran mayoría de nuestros investigadores, han vuelto a sufrir un nuevo recorte de nada menos que el 25% respecto a las subvenciones que se recibieron hace tres años. ¿Hasta cuándo va a seguir sufriendo recortes el I+D+i?
En estos días, De Guindos decide si dejar su cargo en el Gobierno para optar a la vicepresidencia del BCE, un puesto para el que le deseamos los mayores éxitos. Esta decisión abrirá la necesidad de hacer un ajuste ministerial con el que se podrían subsanar muchos de los errores cometidos en estos últimos años y proporcionar un atisbo de esperanza a la maltrecha I+D+i en España.
No se trata de crear un ministerio más. Se trata de dar el mismo rango al I+D+i que tienen la Sanidad o la Educación, por mencionar otras dos actividades básicas para el Estado de bienestar
Es de sentido común pensar que mientras la I+D+i no tenga rango ministerial no podrá recibir la necesaria atención del Ejecutivo para recuperar el retraso que hemos acumulado en estos últimos años. No se trata de crear un ministerio más. Se trata de dar el mismo rango al I+D+i que tienen la sanidad o la educación, por mencionar otras dos actividades básicas para el Estado de bienestar y que también han sufrido los recortes derivados de la crisis.
Es evidente que la creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología sería solo el primer paso. Si no se le dota de contenidos, como está sucediendo con la tan cacareada Agencia Estatal de Investigación, no servirá de nada. Pero, a poco que se le dote con un mínimo de apoyo institucional, representaría una oportunidad para rectificar las políticas restrictivas de estos últimos años y poder salir del agujero en el que nos encontramos.
Además, hay que tener en cuenta que los Presupuesto Generales del Estado (PGE) para 2018 aún no han sido aprobados. Esta circunstancia también representa una oportunidad para recuperar el tiempo perdido y poder ajustar la inversión en I+D+i a esa recuperación económica que ya está repercutiendo en los niveles de empleo. Sería deseable que el Gobierno adoptara esta resolución por un mero sentido de Estado. Pero en caso de que no fuera así, conviene recordar a nuestra clase política que la aprobación de los PGE requiere al menos la concurrencia de otro partido de ámbito nacional como podría ser Ciudadanos, más afín ideológicamente al gobierno que el resto de la oposición. Poner como condición sine qua non para apoyar los Presupuestos un incremento sustancial en la inversión en I+D+i que mitigara los más de 15 años perdidos durante los Gobiernos de Mariano Rajoy (estamos en unos niveles de financiación iguales a los de 1999 en euros constantes). También sería una buena oportunidad para el PP de demostrar que es un partido de futuro.
La creación de un pacto de Estado entre todos los partidos políticos con representación parlamentaria para el I+D+i sería la fórmula más deseable
No obstante, el sistema de ciencia y tecnología no debe de ser objeto de vaivenes políticos. Nuestros representantes, tanto en los distintos Gobiernos como en el Parlamento deberían de ser conscientes de la importancia su importancia para asegurar un futuro, si no “libre de crisis”, al menos con una estabilidad lo más garantizada posible. Esto solo se conseguirá si los partidos políticos dejan a un lado sus intereses electoralistas y cortoplacistas y dan prioridad a proyectos a largo plazo que permitan un desarrollo sostenido en ciencia y tecnología. La creación de un pacto de Estado entre todos los partidos políticos con representación parlamentaria para el I+D+i sería la fórmula más deseable para conseguir estos objetivos.
Si no se actúa ahora, si se siguen ignorando las deficiencias de nuestro sistema de I+D+i, estamos abocando a nuestro país a un futuro en el que cada vez seremos más dependientes del sector de servicios y por lo tanto tendremos un Estado del bienestar más vulnerable.
Vicente Larraga es profesor de Investigación del CSIC. Mariano Barbacid es profesor de Investigación del CSIC y de AXA-CNIO, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas
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