Más de mil actividades para impulsar el papel de la mujer en la ciencia

“Os voy a contar una historia increíble sobre estrellas, erizos y pepinos”, afirma Elena Gazo en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) ante una veintena de niños boquiabiertos. Es la monitora del taller Pinta lo que escuchas, una actividad que forma parte de la iniciativa 11 de Febrero, realizada por investigadoras con el propósito de lograr el acceso de las mujeres y niñas en la ciencia y visibilizar su trabajo. Para ello, numerosas instituciones han organizado estos días más de 1.000 actividades en toda España: desde charlas, talleres o exposiciones a citas con científicas.

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Los niños, que tienen entre tres y 12 años, prestan atención durante media hora a la historia de Gafotas. Su vida es apasionante: cada día va al océano con sus gafas de bucear y descubre nuevas especies. Los participantes tocan con sus propias manos varios ejemplares con los que cuenta el museo, aprenden qué son los equinodermos y quedan fascinados con algunos datos sobre el mundo marino. “¿Sabíais que si a las estrellas se les corta un brazo les vuelve a crecer?”, les pregunta Gazo.

Una vez que se han familiarizado con la historia de Gafotas, se disponen a pintar lo que han escuchado. Dibujan estrellas de mar, erizos y otros ejemplares marinos. Entre los que recrean al protagonista, algunos se lo imaginan como un hombre y otros como una mujer. Es entonces cuando Gazo saca una imagen de María Elena Caso (1915-1991), una científica mexicana que basó su trabajo en el estudio de los equinodermos. Este taller, que tiene como objetivo fomentar una curiosidad científica libre de estereotipos de género y dar visibilidad a científicas, se ha realizado en varias ocasiones en enero y febrero con otras protagonistas. Por ejemplo, Valentina Tereshkova, la primera mujer que viajó al espacio; Ada Lovelace, la primera programadora de la historia; o Lynn Margulis, una destacada bióloga estadounidense.

Valeria tiene seis años y, con una sonrisa de oreja a oreja, colorea una medusa, una caracola y una tortuga. Esta última es su animal favorito “porque anda despacio y es más fácil cogerlo”. Cuando sea mayor le gustaría ser científica, al igual que a muchos de sus compañeros del taller. Es precisamente a los seis años cuando las niñas empiezan a generar un problema de seguridad ante las ciencias, ya que empiezan a asociar brillantez con masculinidad. Así lo afirma Leni Bascones, coordinadora de la iniciativa 11 de Febrero.

En España, mientras que el 38% de los chicos opta por estudiar carreras de ciencia, ingeniería, matemáticas o arquitectura, solo el 15% de las chicas lo hace. Además, la desigualdad en el porcentaje de alumnas y alumnos en algunas de estas carreras está aumentando. El caso más llamativo es el de la informática: mientras que en los ochenta el porcentaje de mujeres matriculadas en este grado en las universidades españolas era aproximadamente un 30% del total, actualmente es tan solo el 12%.

Esto se debe, en parte, a la falta de referentes femeninos en el ámbito de la ciencia y la tecnología. Para acabar con esta brecha de género, nació la iniciativa 11 de Febrero, que en su primera edición, en 2017, organizó cerca de 350 actividades en toda España. Este año la cifra casi se ha triplicado. De las más de mil actividades programadas, 800 se realizarán en centros educativos. Miembros de la comunidad científica, en su mayoría mujeres investigadoras, impartirán en ellos cerca de 700 charlas y talleres. A esto se suman numerosas exposiciones, cuentacuentos, mesas redondas, talleres, editatones (edición colectiva), citas con científicas, programas de radio o visitas a los laboratorios.

El balance del taller Pinta lo que escuchas, una iniciativa del MNCN, Biodiversia y Pandora Miriabili, está siendo muy positivo, ya que no se ha visto ningún sesgo de género entre los niños, según fuentes del museo. En total hay cuatro cuentos y en ninguno se da información sobre el género de sus protagonistas. Mientras que los pequeños acaban sus dibujos, Gazo les habla sobre otras científicas. Cuando llega el final del taller, los participantes muestran satisfechos sus obras de arte y, con pena, se separan de ellas. Sus ilustraciones deben permanecer en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, ya que el domingo 11 de febrero serán expuestos todos juntos en un panel. Más de uno asegura que volverá para verlos.