Cómo distinguir un dolor de barriga de una posible intolerancia
Si tiene alguna patología, se lo confirmará su médico, pero mientras aquí están las pistas para saber si hay un ingrediente que le hace daño
Alrededor de un 20% de la población española presenta alguna reacción adversa a un alimento a lo largo de su vida, según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Así que, atendiendo a la estadística, usted tiene una posibilidad entre cinco de padecer algún tipo de alergia, intolerancia o sensibilidad a un alimento o un componente. "Mientras que los intolerantes a la lactosa en España suponen un 15% de la población, se calcula que un 1% de la población europea tiene intolerancia al gluten”, expone la catedrática de Nutrición Carmen Vidal, miembro del Comité de SESAL (Sociedad Española de Seguridad Alimentaria) y del Comité de Expertos de Info-Alimenta.
La diferencia entre estas reacciones es la siguiente: "En las intolerancias no median mecanismos inmunológicos y afectan principalmente al sistema digestivo; las alergias atacan al sistema inmune”, explica el doctor Gabriel Olveira Fuster, Miembro del Comité gestor de la SEEN (Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición) y presidente de la Sociedad Andaluza de Nutrición Clínica y Dietética (SANCYD), que matiza: “Las alergias producen reacciones graves (cutáneas, gastrointestinales y/o respiratorias) de forma inmediata, mientras que las intolerancias alimentarias suelen ocasionar síntomas inespecíficos, sobre todo gastrointestinales, horas o incluso días después de ingerido el alimento”.
Un ejemplo muy claro: es distinto tener intolerancia a la lactosa (la falta total o parcial de la enzima encargada de digerir la lactosa que deriva en distensión abdominal, gases o diarrea) que alergia a las proteínas de la leche (que puede provocar desde urticaria a un shock). Además, “la mayoría de las intolerancias alimentarias dependen de la cantidad de alimento ingerido, mientras que una reacción alérgica puede ser incluso mortal con la presencia de cantidades mínimas del alérgeno”, señala el endocrino. Los síntomas de las intolerancias, relacionados con problemas de mala absorción, suelen ser intestinales, pero "en la celiaquía son frecuentes síntomas como el cansancio o la fatiga”, detalla Carmen Vidal.
El diagnóstico tiene que ser realizado siempre por un médico; los tests de intolerancias alimentarias que proliferan en la red no tienen ningún aval científico y la comunidad médica no los aprueba. Pero si sospecha que hay algo que está comiendo que le está sentando mal, convive con una constante sensación de hinchazón, tiene gases, dolor abdominal, diarreas frecuentes…, hay determinadas señales que pueden indicarle si la visita al doctor ha de ser inminente. Recuerde que hay intolerancias que son muy importantes de tratar precozmente, como la del gluten, en la que se produce un deterioro muy importante de la mucosa intestinal.
Asegúrese de que no ha comido nada en mal estado
El término “reacción adversa a un alimento” es un concepto muy amplio que engloba cualquier reacción producida por haber comido, olido o estado en contacto con un alimento. “Las alergias e intolerancias son reacciones no tóxicas y dependen de la propensión que tenga cada individuo a sufrirlas. Sin embargo, hay otras, las tóxicas, que pueden afectarnos a todas las personas y cuya reacción depende de la dosis que se tome. Por ejemplo, ingerir toxinas bacterianas como la del botulismo al comer una lata de conserva en mal estado", explica Olveira Fuster. Si se siente extraño después de haber comido un alimento, es el único de su entorno al que le ha sentado mal, y no cree que estuviera en mal estado, entonces puede ser que su organismo rechace el alimento o compuesto.
Monitorice lo que come y elimine lo que le hace daño
Si los síntomas se repiten y afectan a su calidad de vida, quizá debería empezar a apuntar todo lo que come. Para las alergias existen pruebas diagnósticas específicas, como tests cutáneos, determinación de IgE, etc., pero el único método fiable para el diagnóstico de las intolerancias alimentarias es la recogida exhaustiva de información en un diario, en el que quede registrada la ingesta de los alimentos y los síntomas que aparecen tras ellos. “Una vez detectado cuál es el sospechoso, se puede intentar confirmar la intolerancia con alguna prueba específica, aunque la mejor forma de confirmación es excluir el alimento de la dieta y comprobar la consecuente desaparición de los síntomas”, recomienda Olveira Fuster. Esta información le va a ser muy útil a su médico para elaborar una evaluación más certera, tomarse el diagnóstico por su cuenta puede dar a error: necesita saber qué ingrediente o elemento concreto es el que le hace daño y en qué medida.
Pregunte a sus padres si también les pasa a ellos… puede ser de origen genético
“Además de los factores ambientales, dietéticos, bacterianos o virales que actúan como desencadenantes en las intolerancias, se necesita en muchos casos una predisposición genética. Por ejemplo, los padres y hermanos de un paciente tienen mayor riesgo que la población general para desarrollar la enfermedad celíaca (10% frente al 0,4%), que se eleva al 30% en los familiares con idéntico HLA (un sistema de reconocimiento que tienen los linfocitos de proteínas propias y extrañas y cuya medición contribuye al diagnóstico de la enfermedad celíaca) y lo mismo ocurre con la intolerancia a la lactosa”, comenta el Doctor Gabriel Olveira Fuster.
Normalmente, después de diagnosticada la intolerancia y de haber retirado ese alimento de su dieta, se recomienda ir recuperándolo en pequeñas dosis. “Por ejemplo, con la intolerancia a la lactosa no es un todo o nada: la cantidad de lactosa que puede ser tolerada varía de una persona a otra. Dado que no presenta una amenaza para la salud, el tratamiento aquí consiste en minimizar la incidencia y la intensidad de los síntomas. Después de eliminarla de la dieta se puede ir introduciendo e ir comprobando la tolerancia”, explica el experto Olveira Fuster. Si la conclusión es que no puede consumir algún alimento porque definitivamente su organismo no los acepta, el médico tendrá que valorar si necesita hacer una dieta especial o tomar suplementos.
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