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Coordinado por Lola Huete Machado

Dos juicios contra el LRA

Por primera vez en la historia el grupo terrorista se enfrenta a los tribunales en La Haya y en Kampala

Dominic Ongwen durante su comparecencia ante la Corte Penal Internacional el pasado 6 de diciembre.
Dominic Ongwen durante su comparecencia ante la Corte Penal Internacional el pasado 6 de diciembre.Reuters/Peter Dejong/Pool

El 6 de diciembre la Corte Penal Internacional (CPI) abría en La Haya el juicio contra Dominic Ongwen, comandante del Ejército de Liberación del Señor (LRA, por sus siglas en inglés). Se trata de una muy buena noticia después de que durante los últimos meses varios países africanos pusieran en tela de juicio el papel de esta institución y anunciasen su salida de ella, además de ser muy esperado por las víctimas del grupo armado.

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En esta primera fase del juicio se leen los cargos que pesan sobre el acusado y el fiscal y los abogados, que representan a varios miles de víctimas, harán sus primeras declaraciones. A continuación,la vista se suspenderá hasta el 16 de enero, día en el que el ministerio fiscal comenzará a presentar sus pruebas.

El acusado ya había comparecido ante el tribunal el 26 de enero de 2015, pocos días después de su traslado a la ciudad holandesa desde Bangui, capital de la República Centroafricana, tras rendirse a principios de ese mes, diez años después de que la CPI lanzase la orden de busca y captura contra él junto a Jospeh Kony, Vicent Otti (mandado asesinar por Kony en 2007 por participar en conversaciones de paz) y Okot Odhiambo.

En enero de 2015, Ongwe se identificó a sí mismo y dijo haber nacido en Gulu, en el norte de Uganda, en 1975. Hablando en acholi, añadió: “quiero dar gracias a Dios por crear cielo y tierra junto con todos los que están en la tierra”. Luego declaró que fue secuestrado por el LRA en 1988, cuando tenía 14 años.

Ongwen fue secuestrado por el LRA en 1988, cuando tenía 14 años

Ongwen fue secuestrado a esa edad (algunas informaciones hablan de que tendría solo 10 años) en su camino hacia la escuela, para luego ir ascendiendo en las filas del LRA hasta convertirse en uno de sus más temidos comandantes, estando al mando de la conocida como Brigada Sinia, famosa por sus operaciones de castigo contra civiles y el corte de labios y orejas de sus víctimas. Además era miembro del Control Altar, como es conocido el alto mando del LRA.

Algunos grupos de derechos humanos señalan que el hecho de que él mismo fuera primero una víctima, obligado a ser niño soldado, podría ser un atenuante si se le encontrase culpable de los cargos que se le imputan. Casualmente, la CPI le acusa de muchos de los crímenes que inicialmente fueron perpetrados contra él. Sin embargo, otros activistas defienden que ese pasado no debe interferir en su condena porque es responsable de graves crímenes y ha tenido muchas oportunidades para entregarse a la justicia con anterioridad.

Elise Keppler, directora adjunta del Programa de justicia internacional de Human Right Watch (HRW) ha declarado que “el enjuiciamiento por parte de la CPI de Dominic Ongwen es un paso muy importante para que se haga justicia por las atrocidades cometidas por el LR”.

Este grupo es conocido por su brutalidad contra los civiles y el continuo secuestro de niñas y niños para ser utilizados como soldados y esclavas sexuales (el LRA habría secuestrado a más de 70.000 niños y niñas, aunque en los últimos años ha sido difícil seguir las cifras del grupo con exactitud), pero nunca antes uno de sus comandantes había sido llevado a juicio.

El LRA surgió por primera vez en el norte de Uganda a mediados de los años 80 del siglo pasado cuando se levantó en armas en nombre del pueblo acholi contra el gobierno del presidente Yoweri Museveni. Desde un principio contó con el apoyo, la financiación y la protección del gobierno de Sudán, donde durante años estuvieron sus principales bases.

Una vez que el grupo rebelde, tras años de destrucción, matanzas y secuestros, fue expulsado de la zona, hace más de una década, gracias a las acciones del ejército ugandés con apoyo estadounidense, se ha movido por Sursudán, República Democrática del Congo, República Centroafricana y Sudán.

En los últimos años, varios informes habían hablado de la poca operatividad del LRA e insinuaban que solo unas pocas docenas de guerrilleros seguían perteneciendo al mismo. Estas se hayarían diseminadas por tres países: Darfur en Sudán, donde se encontraría Joseph Kony, RDC y RCA. Muchos de los antiguos seguidores del líder guerrillero habrían desertado, la mayoría de los comandantes rebeldes habrían muerto o se habrían rendido a la justicia como es el caso de Ongwen y los pocos fieles a Joseph Kony habrían abandonado el proyecto inicial del grupo -derrotar al gobierno ugandés y establecer una república basada en los Diez mandamientos de la Biblia- concentrando sus esfuerzos en seguir vivos a costa de acosar a civiles residentes en zonas cercanas a sus campamentos. Las mismas fuentes también indicaban que hace ya años que Kony no dirige ninguna operación militar, dejando la oportunidad de estas al arbitrio de cada comando. Incluso hay un informe de Enough project que asegura que Kony no mantiene el control total del grupo.

Desde principios del presente año se empezó a hablar de un aumento de la actividad del grupo. El pasado mes de julio se confirmaba este rumor y se denunciaban actuaciones en nuevas áreas y nuevos secuestros de niñas y niños en la República Centroafricana.

Volviendo a Ongwen, señalar que se le acusa de 70 delitos tipificados como crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos en el norte de Uganda entre 2003 y 2004 durante los ataques a cuatro campos de desplazados -Pajule, Odek, Abok y Lukodi-, estos incluyen muerte, tortura, esclavitud, persecución y saqueo. También comprenden crímenes de índole sexual y de género así como el secuestro y uso de menores soldados en el norte de Uganda entre 2002 y 2005. En su comarecencia, el ex niño soldado se ha declarado inocente de todas los cargos que se le imputan.

Junto a este juicio que se celebra en La Haya, en Uganda está a punto de comenzar el de Thomas Kwoyelo, otro comandante del LRA, primero en ser juzgado por los crímenes cometidos durante su pertenencia al grupo armado en suelo africano. Este otro proceso también supone un nuevo paso en la lucha contra la impunidad y en el fortalecimiento de la justicia transicional en el continente. Su celebración es posible gracias a la creación de la División de Crímenes Internacionales dentro del Tribunal Supremo ugandés. El pasado mes de marzo se aprobaron las reglas procesales de la misma y desde entonces es factible juzgar en el país a personas como Kwoyelo.

Thomas Kwoleyo ante el tribunal en Kampala.
Thomas Kwoleyo ante el tribunal en Kampala.Justiciadreconciliacion.com

En la primera comparecencia ente el tribunal, el abogado defensor de Kwoyelo no se presentó y tuvo que nombrarse uno nuevo, y el fiscal y el abogado de las víctimas han pedido añadir nuevos cargos contra el acusado: los de crímenes de índole sexual y de género. No es la primera vez que se suspende este proceso y por eso surgen dudas sobre el mismo.

Thomas Kwoyele es el primer comandante del LRA en ser juzgado en suelo africano

Para facilitar el seguimiento del juicio de Ongwen por sus víctimas y el público en general, la CPI ha habilitado cuatro centros donde se podrá seguir en directo, en los lugares donde los crímenes fueron cometidos, al igual que en Gulu, la mayor ciudad de la región, y en Cooron, cerca del área donde el antiguo comandante del LRA nació. La CPI también ha llevado algunos líderes comunitarios ugandeses hasta La Haya para que sean testigos de la apertura del juicio.

Aquí podemos ver la comparecencia de Dominic Ongwen ante la CPI el seis de diciembre de 2016:

En este proceso dos abogados representan a más de 4.100 víctimas. La función de estos letrados es muy importante porque al margen de poder ser llamadas como testigos, a través de ellos, las víctimas podrán contribuir al proceso interrogando a los testigos o sometiendo a la consideración del tribunal temas legales o de otra índole.

Este juicio levanta muchas expectativas ya que, como señalábamos anteriormente, es la primera vez que un antiguo niño soldado aparece ante la justicia internacional. El tribunal tendrá que dilucidar si este hecho sirve de atenuante. Child Soldiers International ha querido personarse en la causa para ofrecer sus conocimientos pero su petición fue rechazada por los jueces.

Al mismo tiempo, está en juego la reparación de las víctimas un punto en el que hasta el momento la CPI no ha encontrado el equilibrio apropiado.

En los próximos meses nos enfrentamos a dos procesos, el de Ongwen y el de Kwoyelo, y será muy interesante seguir su desarrollo.

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