Ongwen en La Haya, Kony desaparecido y los selekas reclamando su dinero
Dominic Ongwen, antiguo comandante del Ejército de Resistencia del Señor, comparece ante la Corte Penal Internacional, en La Haya, el 26 de enero de 2015. Peter Dejong (POOL/AFP)
El 26 de enero, hacía su primea aparición ante la Corte Penal Internacional (CPI) el antiguo comandante del Ejército de Resistencia del Señor (ERS), Dominic Ongwen, acusado de crímenes contra la humanidad y de guerra.
Ongwen, un antiguo niño soldado convertido en señor de la guerra, compareció ante el tribunal pocos días después de ser trasladado a La Haya desde la capital de la República Centroafricana, Bangui, tras rendirse a principios de mes, diez años después de que el tribunal lanzase la orden de busca y captura contra él junto a Jospeh Kony, Vicent Otti (mandado asesinar por Kony en 2007 por participar en conversaciones de paz) y Okot Odhiambo.
Vistiendo traje azul, camisa blanca y corbata azul y verde, Ongwe se identificó a sí mismo y dijo haber nacido en Gulu, en el norte de Uganda, en 1975. Hablando en acholi, añadió: “quiero dar gracias a Dios por crear cielo y tierra junto con todos los que están en la tierra”. Luego declaro que fue secuestrado por el ERS en 1988, cuando tenía 14 años.
Durante su turno, la abogada defensora que la CPI ha facilitado a Ongwen, la senegalesa Hélène Cisse, quiso dejar claro que desde que su cliente fue secuestrado se le negó el acceso a la educación, esto podría indicar que la defensa piensa jugar con el rol de víctima del presunto criminal de guerra.
Ongwen es el primer líder del grupo rebelde ugandés, liderado por el escurridizo Joseph Kony, en aparecer ante la CPI. El caso del ERS es el más antiguo de todos los que tiene ante sí este tribunal internacional. Tras leerle los cargos que se le imputan, la presidenta de la cámara, la jueza búlgara Ekaterina Trendafilova, fijó la fecha del 24 de agosto para la próxima comparecencia del ex comandante rebelde. Ongwen afronta siete acusaciones de crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, incluyendo asesinato y esclavitud. Todos ellos relacionados con el ataque a un campo de desplazados internos en el norte de Uganda, en 2004.
La CPI podría presentar nuevos cargos contra Ongwen por crímenes cometidos a partir de 2005, especialmente en la República Democrática del Congo y en la República Centroafricana, incluyendo la famosa Masacre de Navidad, llevada a cabo en 2008, en la que el ERS asesinó a más de 600 congoleses.
Como él mismo confirmó ante el tribunal, Ongwen fue secuestrado cuando tenía 14 años en su camino hacia la escuela, para luego ir ascendiendo en las filas del ERS hasta convertirse en uno de sus más temidos comandantes, al mando de la conocida como Brigada Sinia, famosa por sus operaciones de castigo contra civiles y el corte de labios y orejas de sus víctimas, y miembro del Control Altar, como es conocido el alto mando del ERS. Algunos grupos de derechos humanos señalan que el hecho de que él mismo fuera primero una víctima, obligado a ser niño soldado, podría ser un atenuante si se le encontrase culpable de los cargos que se le imputan. Casualmente, la CPI le acusa de muchos de los crímenes que inicialmente fueron perpetrados contra él. Sin embargo, otros activistas defienden que ese pasado no debe interferir en su condena porque es responsable de graves crímenes y ha tenido muchas oportunidades para entregarse a la justicia con anterioridad.
El pasado siete de enero, saltaba la noticia de la rendición de Ongwen a tropas ugandesas desplegadas en la Republica Centroafricana, precisamente para combatir al Ejército de Resistencia del Señor, el día anterior. Estas lo habrían entregado a los asesores militares norteamericanos que están allí por la misma razón. Parece ser que hay un vídeo filmado por el ejército ugandés donde el jefe rebelde diría en acholi: “no quería morir en la selva, por lo que decidí seguir el buen camino y escuchar la llamada de la Corte Penal Internacional”.
Los norteamericanos hace tiempo que ofrecían cinco millones de dólares por la captura de Ongwen y esto ha generado un dilema. El problema ha surgido cuando componentes del grupo rebelde centroafricano seleka, milicia cuyos miembros son mayoritariamente musulmanes, han reclamado la recompensa alegando que fueron ellos los que detuvieron a Ongwen y para luego entregarlo a las tropas ugandesas.
El problema parece estar en que en un primer momento, Ongwen no se identificó por su propio nombre, sino como un soldado del ERS llamado Moussa. Solo desveló su verdadera identidad cuando se encontró ante los estadounidenses. A través de los medios de comunicación los miembros de seleka se enteraron de la verdadera identidad del detenido y fue cuando reclamaron el dinero.
Evidentemente, los Estados Unidos no deberían dar dinero a un grupo armado acusado de violaciones de derechos humanos y de ser el causante de miles de muertes de civiles.
Algunas voces han afirmado que la rendición de Ongwen es un duro golpe para Kony, cuya búsqueda continúa por parte del ejército ugandés con la ayuda de consejeros militares estadounidenses. Sin embargo, otros piensan que el ex comandante se habría distanciado de Kony en los últimos años, especialmente tras el asesinato, en 2007, de su protector, Vincent Otti, y que ya no estaban cerca el uno del otro; por eso, la rendición del antiguo comandante no supondría ningún riesgo para el líder rebelde.
Para quien, sin duda, la llegada de Ongwen a la CPI es una buena noticia es para sus víctimas. Recientemente, según informa Amnistía Internacional, el tribunal redujo sus contactos con las víctimas en Uganda debido a la falta de avances en el caso y la escasez de fondos que el organismo está sufriendo. Ahora, la CPI debe reanudar relaciones con las personas más directamente afectadas por el caso, mantiene la organización.
Parece que el gobierno ugandés quiere que el ex comandante rebelde sea juzgado por la justicia de su país. Uganda delegó el caso del ERS en la CPI, en 2003, debido a su incapacidad para arrestar a los jefes del grupo, no por su falta de voluntad para juzgarlos. En los últimos años, el país ha establecido la Internacional Crimes Division para investigar y perseguir crímenes internacionales.
Si el gobierno ugandés decidiese reclamar el caso, tendría que demostrar que las razones por las que delegó en la CPI ya no existen. Esto alargaría mucho más el juicio. Además, en Uganda existe una ley de amnistía (caduca en mayo de 2015) que permite a los rebeldes del ERS obtener la inmunidad y no ser juzgados. Si Ongwen fuera trasladado a Uganda antes del fin de mayo de este año, podría perfectamente acogerse a ella. Ya existen precedentes en este sentido, con el caso de Thomas Kwoyelo.
Por otro lado, no debemos olvidar que el presidente ugandés, Yoweri Museveni, ha liderado las voces críticas contra la Corte Penal Internacional e intentando en varias ocasiones que los países africanos se retiraran de la institución, que es acusada de dedicarse, casi en exclusiva, a investigar casos africanos. Por lo tanto, no sería de extrañar que intente por todos los medios trasladar el juicio a Uganda para demostrar que los países africanos pueden aplicar la ley de forma justa.
Que el juicio se celebrase en el norte de Uganda, o incluso en la capital, favorecería que las víctimas y comunidades afectadas pudieran participar, más fácilmente, en él. Si se celebra en La Haya, estas no acudirían y estarían representadas por abogados.
Nuestra impresión es que, como tantas otras veces, se celebre el juicio en un sitio u otro las víctimas seguirán siendo las grandes perdedoras: miles de muertos, mujeres violadas, niños y niñas secuestrados y usados como soldados y esclavas sexuales, cientos de aldeas arrasadas, decenas de familias desplazadas… Los abusos del ejército ugandés también quedarán impunes al igual que la incapacidad del gobierno de proteger a sus propios ciudadanos.
La Corte Penal Internacional es un gran paso hacia la justicia universal y la lucha contra la impunidad, pero si no va acompañada de decisiones políticas, por parte de las grandes potencias, que permitan poner fin a las causas que están detrás de los conflictos africanos, la institución solo servirá para poner parches que no satisfacen a nadie.
Por si a alguien le interesa aquí está el vídeo de la vista de Dominic Ongwen.
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