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¿Un suplemento que quita el antojo de comida basura? Dámelo todo

Científicos británicos alumbran las bondades del éster de inulina-propionato, que muestra cierta eficacia para suavizar la apetencia por comidas muy calóricas

Pizza cuatro quesos, lasaña boloñesa, batido de nata y chocolate o una suculenta fabada con todos sus complementos son algunas de las ‘fantasías’ gastronómicas que acuden a nuestro cerebro cuando el hambre o los antojos nos asaltan. No está mal darse un capricho ocasionalmente, el problema aparece cuando esas comidas se incorporan a nuestra dieta -algo que sucede a menudo- con el agravante de que se resisten a ser desplazados por otros alimentos más saludables (con menos grasas y menos calorías).

¿Se imagina quedarse impasible ante la visión de esos manjares? Lo que parece solo un deseo tal vez no tarde mucho en hacerse realidad. El primer paso lo ha dado un grupo de científicos del Imperial College de Londres, que ha comprobado que un batido con solo 10 gramos de un suplemento desarrollado por ellos mismos (éster de inulina-propionato) reduce la apetencia por la comida muy energética y, además, hace que se coma menos. El trabajo, que se ha publicado recientemente en The American Journal of Nutrition Clinical, es un paso adelante de otro anterior de 2014 que encontró que este suplemento reduce el apetito en personas con sobrepeso. La clave está en que el compuesto aumenta la cantidad de propionato –que se genera por la fermentación de la fibra dietética por las bacterias del intestino (microbiota)– que estimula al intestino para liberar las hormonas que actúan sobre el cerebro para reducir el hambre.

Por lo descrito, el futuro pinta bien, pero de aquí a creer que pronto podremos recurrir al batido antiantojos hay un trecho largo

Los científicos británicos han analizado el preparado en hombres adultos sanos y sin problemas de peso. Después de darles a beber un batido suplementado con éster de inulina-propionato, les mostraron imágenes de comidas muy calóricas (pizza, pasteles y chocolate) y otras más sanas (ensaladas, pescado y verduras) y, mediante Resonancia Magnética Funcional (RMf), estudiaron cómo reaccionaba el cerebro ante la vista de esas fotos. La RMf reveló una menor actividad de las áreas de recompensa (núcleos caudado y accumbens) –relacionadas con los antojos de alimentos– ante la visión de las comidas más sabrosas en las personas que habían tomado el suplemento de propionato. Posteriormente, los investigadores dieron a los participantes un plato de pasta con tomate y carne y los que habían tomado el batido con el suplemento comieron menos.

Por lo descrito, el futuro pinta bien, pero de aquí a creer que pronto podremos recurrir al batido antiantojos hay un trecho largo. José Manuel Fernández-Real, jefe de la Unidad de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Josep Trueta, de Girona, no oculta su escepticismo por estos resultados: “Por una parte, incluir solo a 20 hombres en el estudio es un número muy bajo para sacar conclusiones fuertes”, argumenta. “Además, el estudio solo se ha hecho en hombres adultos sanos y sin problemas de peso y para evaluar si el suplemento es válido para otros colectivos habría que incluir, por ejemplo, a mujeres de 50 años, en las que existe una fuerte influencia de las hormonas”. También son cuestionables los descubrimientos sobre cómo responden las diferentes regiones cerebrales. Fernández-Real, que es investigador del Ciberobn, apunta que “numerosos estudios de RMf tienen muchos defectos por el error en el software que utilizan. Es un error sistemático que detecta iluminaciones cuando no tienen que ser y viceversa”, una afirmación que está basada en una revisión de más de 3.000 estudios que utilizaron esta técnica y que fueron invalidados por ese error de software, según publicó la revista PNAS. Por esto, Fernando Fernández-Aranda, director de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital Universitario de Bellvitge, en Barcelona, y editor jefe de la European Eating Disorders Review, insiste en que “en los hallazgos sobre ingesta de alimentos es imprescindible ir más allá de los resultados de un solo estudio e intentar identificar los mecanismos que subyacen en diferentes comportamientos”.

La educación tiene mucho que ver con que salivemos ante una hamburguesa o una lasaña pero no lo hagamos frente a una colorida ensalada

Con todo, Fernández-Real reconoce el potencial que tienen los complementos de propionato y que quizá se puedan añadir a los alimentos para controlar el apetito. Concretamente, la inulina (que es una fibra) es el alimento para las bacterias intestinales, que descomponen la fibra y generan propionato, que a su vez impacta en las apetencias. “Lo que está claro es que no somos tan dueños de lo que comemos como pensamos. Creemos que controlamos nuestra ingesta, pero hay otros controladores (las bacterias) que están en nuestro interior y que pueden modificar el tipo y el horario de la siguiente comida”, enfatiza.

Esto no nos exime de responsabilidad sobre nuestra conducta alimentaria que, según explica Fernández-Aranda, “se inicia tras el nacimiento y se verá influida por factores perinatales, biológico y ambientales. A lo largo de los primeros años, los hábitos nutricionales y los estilos educativos, conjuntamente con factores de vulnerabilidad biológica y genética, influirán en buena medida en los patrones alimentarios posteriores”. Así, la educación tiene mucho que ver con que salivemos ante una hamburguesa o una lasaña pero no lo hagamos frente a una colorida ensalada. Además, en este proceso influye “la conjunción de factores situacionales (estímulos específicos, palatabilidad de los alimentos, accesibilidad, factores culturales-publicitarios), biológicos (respuesta de hormonas activadoras o inhibidoras del hambre) y sensoriales”, detalla.

El grupo del Imperial College reconoce las limitaciones de su trabajo e insiste en que es una pieza para completar el rompecabezas que regula la conducta alimentaria. Mientras, prosiguen los estudios encaminados a desarrollar ese preparado sobre el que han manifestado su interés numerosas empresas de alimentación.

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