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Otra magnífica excusa para tomar ostras

Cinco cuestiones sobre uno de sus componentes: el zinc. Ayuda al sistema inmunológico y mantiene la piel y el pelo espléndidos

1. ¿Qué función tiene el zinc?

El zinc es un oligoelemento (elemento químico presente en el cuerpo en cantidades muy pequeñas) esencial para el organismo, donde desempeña funciones muy diversas. Es particularmente importante para crear las moléculas que componen el sistema inmunitario y por su papel antioxidante. También es fundamental para la formación y la estructura de la piel. “En la epidermis, es básico para el funcionamiento de las células, sobre todo, en su papel de defensa frente a agresiones externas y por sus propiedades antiinflamatorias. Además, es necesario para que se formen las uñas y el pelo”, detalla el dermatólogo Manuel Fernández- Lorente, del Grupo de Dermatología Pedro Jaén.

2. ¿Cuánto zinc necesita el organismo?

Las cantidades varían con la edad. Van desde 5 miligramos diarios en los niños hasta 11 miligramos para los hombres, y las mujeres necesitan 8. Este elemento no se acumula en el cuerpo, por lo que hay que incorporarlo diariamente a través de la alimentación. “Es muy raro el déficit de zinc en las personas que sigan una dieta variada puesto que se encuentra en muchos de los alimentos que comemos habitualmente”, asegura María Luisa López, coordinadora del Grupo de Trabajo de Nutrición de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). Los alimentos ricos en este mineral son la carne picada de hamburguesa (32 miligramos por cada 100 gramos), germen de trigo (12), pipas de calabaza (10), hígado de cerdo (6,9) y alubias (4), aunque son unas cantidades muy inferiores a los 52 de las ostras. En general, “son alimentos que hay que tomar con moderación por su alto contenido calórico, por las grasas y el ácido úrico del marisco”, advierte.

3. ¿Quién debe tener especial cuidado?

La escasez de zinc se encuentra, sobre todo, en ancianos debido a la malnutrición y la deshidratación, según la catedrática África González-Fernández, presidenta de la Sociedad Española de Inmunología (SEI). “Un defecto agudo de este elemento altera las defensas del organismo, mientras que el déficit crónico provoca inflamación”, añade. Si falta en las embarazadas, aumentan las malformaciones en el bebé; en los niños causa retraso del desarrollo, y en los adultos, además de problemas dermatológicos, da lugar a la pérdida de apetito y lentitud mental. La característica común en todos estos casos es que se alteran los sistemas de defensa inmunológica.

4. ¿Los suplementos de zinc pueden ser eficaces en algunos casos?

“Los suplementos no potencian el sistema inmunológico de las personas que tienen un aporte correcto de este elemento a través de la dieta y una buena inmunidad”, subraya el profesor Francisco Pérez Cano, de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona, aunque sí pueden ser útiles, añade, “para evitar infecciones en momentos puntuales, que pueden afectar a las defensas del organismo, por exceso de ejercicio o estrés”. Hay estudios que demuestran que reducen los síntomas (tos y mocos) y acortan la duración de los catarros comunes (infecciones víricas); disminuyen la gravedad y la duración de algunas infecciones provocadas por bacterias (diarreas) y por la Helicobacter pylori, y facilitan la eliminación de infecciones por parásitos. Por el contrario, “la suplementación dietética con zinc para la dermatitis atópica no ha mostrado evidencias claras que apoyen un efecto beneficioso”.

 5. ¿Cómo saber si nos falta?

No es posible conocer los niveles de zinc con un análisis habitual como el que solicita el médico de familia. Es una determinación que corresponde a los endocrinólogos. “Cuando los análisis específicos demuestran que los niveles de zinc están por debajo de la normalidad, se administra acexamato de zinc (existe en cápsulas y sobres)”, explica Fernández- Lorente: "Se puede recetar para combatir deformidad de las uñas y la alopecia. Al afectar el déficit de zinc a la inmunidad, estos preparados también se utilizan en verrugas (infecciones víricas) y en dermatitis seborreica, que es una enfermedad inflamatoria”.

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