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Salvando vidas en Túnez

Esprit es un laboratorio de innovación tecnológica que ha logrado despertar la pasión por el servicio al prójimo y la creatividad para combatir el desempleo

Ángeles Jurado
Estudiantes participantes en la cuarta edición del festival de innovación tecnológica Bal des Projects, organizado por Esprit.
Estudiantes participantes en la cuarta edición del festival de innovación tecnológica Bal des Projects, organizado por Esprit.Esprit
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“A día de hoy, Esprit es un grupo que comprende una escuela de ingeniería, una incubadora de start-up, una rama consagrada a la investigación, otra a la formación continua y desde hace unos años, una escuela primaria, un colegio y un instituto. Se estudian varios nuevos proyectos en un centro de innovación pedagógica, Teaching Learning Center”, explica Dominique Ouédraogo-Péguin. Es la responsable de comunicación del veterano centro de innovación tecnológica magrebí y se comunica por correo electrónico desde Túnez. Precisa en el mismo mensaje que Esprit se creó en 2003 por iniciativa de tres universitarios que llevaron adelante numerosos proyectos de enseñanza superior en Túnez, particularmente en lo que se refiere a la enseñanza superior técnica. Arrancó con una treintena de estudiantes, pero hoy es un actor mayor en la formación de ingenieros en el país, con 5.000 estudiantes inscritos en cursos de mañana y noche.

“El objetivo de partida era crear una formación diferente a las que existían y conseguir ingenieros operativos, en concordancia con el ambiente y las necesidades económicas y directamente contratables”, precisa. “El estudiante se pone en en corazón del aprendizaje, que se ejerce de manera activa por proyectos desde el primer año. El acento se pone sobre las prácticas, como la de fin de estudios, de una duración mínima de siete meses”. Esprit es la primera escuela tunecina que recibe la acreditación Eur-ACE de la comisión de titulaciones de ingeniero de Francia. También pertenece a la iniciativa CDIO, puesta en marcha por el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), que reúne a cien instituciones de todo el planeta (sólo dos en el continente africano) alrededor de programas de formación profesional para escuelas de ingeniería.

Esprit nace de la voluntad de Tahar Ben Lakdhar, Mohamed Naceur Ammar y Mohamed Jaoua. Lakdhar es —entre otras cosas— profesor, doctor, director fundador de cuatro escuelas de ingeniería y responsable de la puesta en marcha de una red de clases preparatorias en Túnez. Ammar es ingeniero civil, profesor, antiguo ministro de Tecnologías y de la Comunicación y director científico. Jaoua es doctor, profesor, director fundador del Instituto Preparatorio para los Estudios Científicos y Técnicos (IPEST) y de la Escuela Politécnica de Túnez y vicepresidente de la Universidad Francesa de Egipto.

Dominique Ouédraogo-Péguin expone que Esprit tuvo una vocación social desde sus inicios. Propone ayudas a la escolarización, que se conceden en base al criterio social y el de excelencia pedagógica; participa en acciones de sensibilización sobre informática en zonas desfavorecidas (scrach Tour) y también ha creado una fundación que pretende ayudar financieramente, en los cinco próximos años, a más de 2.000 alumnos de la escuela.

Sin embargo, la preocupación social no es sólo algo que incumbe a Esprit como filosofía a la hora de encarar la enseñanza, también es un interés que tinta el trabajo de las start-ups de su incubadora y de muchos de sus estudiantes. Un número importante de los emprendedores formados y guiados aquí se han decidido a mejorar la vida diaria de sus conciudadanos con aplicaciones y proyectos que hacen progresar sanidad o transportes públicos, al tiempo que crean nuevos empleos cualificados. Le Monde publicó recientemente un reportaje en el que se hablaba de la forma en que Esprit luchaba contra el desempleo entre los licenciados con iniciativas como BeThree, una pulsera que previene las crisis cardiacas, o Secure Drive Company, que intenta minimizar las consecuencias de los accidentes de tráfico.

Un número importante de los emprendedores se han decidido a mejorar la vida de sus conciudadanos 

Los jovencísimos y ambiciosos Youssef Aissa, Mohamed Rhodesly y Bechir Zakkour Farhat son los responsables de BeThree. El concepto: una pulsera que controla varias constantes vitales de su portador, como la tensión arterial o el ritmo cardiaco, y en caso de que las variaciones sean significativas, envía sms de aviso a la familia y el médico del paciente con su situación exacta. Le Monde citaba a sus inventores: “Con esta pulsera, está todo hecho para ganar tiempo y salvar el máximo de vidas”, decían, al tiempo que recordaban que las enfermedades cardiovasculares son la tercera causa de muertes en Túnez. Precisamente otra iniciativa de este tipo, Cardiopad, del camerunés Arthur Zang, acaba de lograr el Premio Africano de Innovación Ingeniera.

Secure Drive Company, la invención de Ahmed Ghamgui, también aparecía en el reportaje. Una caja negra miniaturizada que se conecta a detectores para los golpes y al control de velocidad del auto y siguiendo el concepto de BeThree, en caso de accidente, reparte mensajes de texto de urgencia entre allegados y el hospital más cercano. De nuevo, la información pertinente, completa y lo más rápida posible puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Con el mentorado de Esprit, la empresa de Ghamgui se ha convertido en la gran favorita de los concursos de start-ups que proliferan en su país. De paso, mejora el panorama de la seguridad vial de su país, ya que los accidentes de tráfico afectan a unos 12.000 tunecinos al año.

Junto a estos dos proyectos, Le Monde destacaba una empresa dedicada a big data, Map My Tunisia, con un proyecto inspirado en Waze, una aplicación israelita de navegación y tráfico en la que son los propios conductores los que contribuyen activamente a crear un mapa del estado de la circulación, de forma voluntaria, mientras se mueven. Map My Tunisia se inspira en Waze, pero se basa en los datos que los smartphones de los conductores reciben en tiempo real y de manera automática. La aplicación tunecina también se diferencia de su hermana mayor en que se decanta por la geolocalización libre de Open Street Map.

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Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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