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El Curri y la medicina ayurvédica

La curcumina es útil más allá del curri, pero no quiere decir que sirva para todo

Ana Domínguez

Uno de los beneficios más sabrosos de la globalización es el auge de locales especializados en cocina de otras culturas, que eran completamente desconocidos hasta hace unas décadas. La comida china fue la punta de lanza. Hace unos años, tener un restaurante oriental en un pueblo era un símbolo de desarrollo que distinguía a los municipios grandes de los pequeños, como lo hacía tener un centro de salud con servicio de urgencias. Uno de los últimos en abrir este tipo de establecimientos han sido los indios, con su profusión de especias y aromas que, unidos al ambiente chill out y al incienso, hacen que comer fuera de casa sea una experiencia sensorial. Eso sí, para disfrute de unos y agobio de otros. Si hay un rasgo distintivo de la gastronomía india es el curri, una mezcla de especias que adquiere el característico color amarillo por la presencia de extracto del rizoma de la cúrcuma, una planta de la familia del jengibre. Este producto contiene curcumina, una molécula que sirve de colorante y que se utiliza también en el papel y los tejidos. Este aditivo alimentario se puede encontrar en la composición de mostazas, yogures, mantequilla o quesos.

La Agencia Estatal de Medicamentos incluye al curri en la lista de tratamientos falsos que deben evitarse

Que la comida india nos guste y que la curcumina sea útil más allá del curri no quiere decir que sirva para todo. Sucede lo mismo con la medicina ayurvédica, originaria del país hindú. La ayurveda se basa en el equilibrio de una energía vital llamada prana, que impregna y pone en conexión todo lo que hay en el universo y que se puede conseguir consumiendo ciertos preparados herbales u otras sustancias más cuestionables, como el mercurio o el plomo. Algunos de los mejunjes de esta tradición oriental pueden contener algún principio activo, pero en su mayoría son poco o nada efectivos. Dentro de los tratamientos relacionados con este tipo de medicina no podía faltar el curri y, por ende, la curcumina. Puede ser beneficioso si se usa junto al tratamiento convencional para la colitis ulcerosa, pero poco más. Este aditivo no es mágico. Actualmente es objeto de estudio por su capacidad para frenar el crecimiento de células cancerosas, pero no hay investigaciones realizadas en humanos, por lo que la Agencia Estatal de Medicamentos lo incluye en la lista de tratamientos falsos que deben evitarse.

Tampoco sirve para curar el sida, ni otras enfermedades. La Agencia de Seguridad Alimentaria de la UE también ha rechazado las alegaciones de que su consumo podía servir para proteger huesos y articulaciones, ya que no se ha podido demostrar una relación de causa- efecto, ni hay evidencia sólida de que pueda tener un efecto preventivo sobre el alzhéimer. Por lo tanto, disfrute del curri, pero recuerde que es un alimento, no un medicamento.

elpaissemanal@elpais.es

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