La UE rebaja la categoría carcinógena que la OMS atribuye al glifosato
La agencia europea de seguridad alimentaria afirma que es “improbable” que cause tumores en humanos
El glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo, como reconoce el grupo de investigación sobre cáncer de la Organización Mundial de la Salud, el IARC. Por eso, y porque se utiliza en cultivos transgénicos resistentes a él (el producto, denominado Roundup, elimina todas las otras plantas), su seguridad está en constante escrutinio. Una reciente evaluación de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha determinado que “es improbable que suponga un riesgo carcinogénico en humanos”.
La declaración sería una de tantas si no fuera porque en marzo de este mismo año el IARC concluyó otorgó a este producto la clasificación 2A, que se aplica cuando hay evidencia de que se trata de productos “probablemente carcinogénicos” en humanos. Justo lo que niega la EFSA.
No es la primera controversia sobre el potencial riesgo de este producto. Como admite el propio IARC, la agencia de evaluación estadounidense lo consideró “posiblemente carcinogénico” en 1985; lo catalogó como “no carcinogénico” en 2001, y posteriormente volvió a elevar el nivel de riesgo. La IARC afirma que hay “suficientes pruebas” de que causa tumores en animales, y de que daña el ADN y los cromosomas de células humanas en cultivo. En cambio, no se ha demostrado este efecto en bacterias.
La EFSA afirma que ha actuado después del trabajo de la OMS para ver si debía revisar su evaluación, y que, una vez eliminados estudios en los que el producto presentaba impurezas, centrándose solo en los demás, no debía variar sus consideraciones de seguridad.
La clasificación de la IARC dio más fuerza a una campaña contra el uso de este herbicida de las organizaciones ecologistas, con Greenpeace a la cabeza. Y, con las dudas ahora suscitadas, no parece que se vayan a aquietar o a confirmar los temores. Las sospechas llevan tiempo agitando la vida de los campesinos, sobre todo en Latinoamérica, especialmente en Argentina –donde se ligó su uso a un aumento de cáncer entre los agricultores- y Colombia, que producen cultivos transgénicos (algodón y soja, principalmente). En Colombia también se usaba el herbicida para eliminar plantaciones de coca. En España, por ejemplo, el informe de la OMS de marzo provocó que personal de los servicios municipales de jardinería de barcelona, por ejemplo, pidiera que se dejara de usar.
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