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Alimentos con sello español

El vinagre de Jerez, la miel de Granada o el queso Idiazabal triunfan fuera de nuestras fronteras y protagonizan recetas tradicionales y eternas

Mireia Rodríguez

Las naranjas de Valencia, el tomate y las hortalizas de la huerta ­murciana, el vino de Rioja, el aceite de oliva extremeño, el jamón de Salamanca o el marisco gallego son algunos de los motivos por los que vale la pena consumir alimentos españoles. Pero lo que hasta hace poco era una tendencia nacional –el consumo local, sobre todo de producto fresco, siempre ha sido una de las bases de ese patrón alimentario conocido como dieta mediterránea– se ha convertido recientemente en un fenómeno mundial.

La ministra española de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, informaba el pasado mes de marzo del aumento de un 23% desde el año 2012 de las exportaciones del sector agroalimentario, que ya representan el 17% del comercio exterior español. El valor de las exportaciones de vinos y alimentos a China –que sumaron más de 500 millones en 2014– aumentó un 48% en el primer trimestre de este año.

Uno de los alimentos que más se venden fuera es el aceite de oliva. En los últimos 10 años se han duplicado sus ventas, alcanzando los 1,13 millones de toneladas y los 2.726 millones de euros en 2014. Lo que convierte a España en el máximo exportador del mundo.

La implicación de los cocineros más prestigiosos también es clave en la divulgación de las bondades del producto local, como en el caso de Ferran Adrià con los artículos Joselito, para los que estrenó el concepto JoselitoLab en el que elabora un recetario con su jamón, chorizo o lomo como materias primas.

Por otro lado, lo que el crítico gastronómico José Carlos Capel denominó hace unos años “diáspora de cocineros españoles” también contribuye de manera notable a la popularidad de los alimentos patrios fuera de nuestras fronteras. Como muestra, el papel del cocinero asturiano –aunque ya neoyorquino de adopción– José Andrés, que en 1993 inauguró el primer restaurante de tapas de la ciudad, el Jaleo. En él se sirven jamón de bellota y en su gastroneta Pepe preparan bocadillos hechos con queso manchego. “Si asociamos la gastronomía al turismo, así como la posibilidad de abrir nuestros locales en el mundo, tenemos por delante una de las vías más sólidas y emergentes para promover la cultura española, asegura el alicantino Quique Dacosta.

En España hay más de 250 marcas alimentarias amparadas bajo la denominación de origen (DO), un tipo de indicación geográfica aplicada a un producto agrícola o alimenticio cuya calidad o características se deben al medio geográfico en el que se produce, transforma o elabora. El vinagre de Jerez, la miel de Granada, el queso de Cabrales y la anchoa de L’Escala se distinguen gracias a este sello y están así al amparo de nuevos productores de otras zonas, además de asegurar los estándares de calidad que permiten a gran parte de los alimentos made in Spain seguir creciendo dentro y fuera de nuestras fronteras.

elpaissemanal@elpais.es

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