El consumo ético y personalizado gana terreno entre los menores de 35 años
La crítica al desperdicio de comida y al maltrato animal moldea nuevas opciones de compra
Las disco sopas son fiestas para cocinar alimentos que se salvaron de la basura. Comienzan con la recolección de productos que, pese a que no se pueden vender, aún son aptos para el consumo. “Ningún bien debe desperdiciarse, mucho menos los alimentos. Especialmente en un mundo donde todavía hay gente que sufre de hambre y desnutrición”, opina Marcela Basch, de 39 años, periodista de El plan C, un portal de economía colaborativa y cultura libre que cubre estos eventos en Argentina. Los asistentes a la fiesta lavan, pelan y cortan la comida, mientras que tocan las bandas o los pinchadiscos invitados. Suele haber un aviso a la entrada que invita a pasar a quienes no tienen qué comer, la mayoría son jóvenes.
“El núcleo duro de las personas que han asistido a las tres disco sopas que hemos organizado en Buenos Aires ronda los 30 años. También van niños y gente mayor, y yo he llevado a mi bebé de meses”, agrega Basch. La recuperación de alimentos descartados para la venta, a punto de caducar o con mal aspecto, un movimiento que encabezan Alemania y Francia, se ha extendido desde hace cuatro años a España y América Latina. En Barcelona, Madrid y León se han celebrado estas fiestas para exigir el fin del despilfarro. Aún así, las disco sopas no evitan que España siga siendo el sexto país que más desperdicia comida en la UE, según un informe de la Comisión Europea de 2010. Francia ya ha tomado la decisión de prohibir a las grandes superficies desechar comestibles perecederos. Con la nueva ley deberán donarlos a organizaciones agrarias que los transformen en abonos y pienso para el ganado.
Se calcula que cerca de 700.000 españoles no consumen carne ni pescado, según datos de Sanidad
Las reivindicaciones éticas generan alternativas que se abren camino entre los consumidores. Los grupos que recuperan la comida de la basura desaprueban el desperdicio a gran escala. La búsqueda de una alimentación más sana guía a los vegetarianos, aunque muchos también lo son porque condenan el maltrato animal. Se calcula que cerca de 700.000 españoles no consumen carne ni pescado, de acuerdo con una encuesta del Ministerio de Sanidad de 2011. El Hogar Provegan, una de las principales organizaciones de activismo animalista y alimentario de España, estima que el 70% son menores de 35 años.
“La gente quiere comida ética, ropa ética. Siempre que pueda elegir entre explotar y no explotar animales, optará por la alternativa más coherente”, asegura Diana Esteban, de 36 años, portavoz de El Hogar. Esta sociedad organizó en junio la primera feria vegana de Madrid, de artículos y alimentos que se elaboran sin productos animales. Más de 300 restaurantes y tiendas veggie han abierto en los dos últimos años en España, número que se ha duplicado desde 2013, según la web especializada Happy Cow.
La ONG de defensa de los animales PETA le pidió este año a Domino’s que ofreciera una pizza vegana en su menú. Cadenas como Chipotle o IKEA ya tienen esta opción, y Subway se plantea incluirla. El chef Homaro Cantu (del restaurante Moto, en Chicago, una estrella Michelin), recientemente fallecido, intentó desarrollar carne sintética y un huevo vegano en laboratorio. La tienda Ecocentro, que tiene una línea vegana, lleva más de dos décadas de crecimiento en Madrid.
Los jóvenes también piden ropa ética. Artículos que se fabriquen respetando los derechos de los trabajadores y que usen productos que no atenten contra la sostenibilidad del planeta. The Guardian cuenta con una guía virtual para comprar ropa y accesorios de este tipo que incluye más de 260 tiendas en el Reino Unido. Una de las mayores plataformas de venta de estos productos es Zazzle, que ha ocupado este año el número 66 en la clasificación de tendencias en Internet de builtwith.com. La página permite diseñar ropa, tazas, fundas de móvil, así como vender estos artículos a otras personas. En España hay al menos ocho webs especializadas en ropa que se puede personalizar. Tres de estas aparecieron en junio en el listado “50 tiendas españolas que revolucionan las redes”, del blog de Amigos de la Marca España.
Gabriel Muñoz, empresario de 23 años, fundó en 2014 la tienda de ropa y artículos personalizados N0lmits Clothing, incluida en la lista. “La mayoría de nuestros clientes son jóvenes menores de 28”, afirma Muñoz. Los internautas de 16 a 34 años hacen más del 40% de las compras virtuales en España, según el Instituto Nacional de Estadística. La ropa y el calzado son los productos que más se venden online. El mercado está creciendo porque la moda tiende cada vez más a la individualización, advierte el empresario. “En septiembre va a salir una colección confeccionada con productos que no dañan el medioambiente. Es una característica importante para los usuarios, aunque no sea barata”, asegura.
Los diseños varían de las mangas largas y las capotas de invierno a los cuellos descubiertos y los tirantes de temporada estival. “Tardas 10 o 15 minutos en hacer una compra personalizada”, afirma Miguel Sánchez, de 22 años, cliente de N0lmits desde su apertura. Cada página ofrece niveles de personalización distintos, como el motivo de un bolsillo o una manga, o el estampado de texto e imágenes de forma aleatoria en toda la prenda. Hay que elegir una talla de medidas internacionales, iniciar sesión o darse de alta en la tienda y pagar virtualmente.
“Todavía compro más ropa de colección porque es imposible tenerla toda diseñada, las ofertas apenas están asomando”, manifiesta Sánchez, el joven cliente de N0lmits. Amazon y H&M comenzaron a vender ropa en España en 2014, sumándose a la competencia de comercios como Privalia y El Corte Inglés. Aunque el grupo Inditex es el que reina. Su ropa en serie representó en 2013 más del 4% de las ventas electrónicas del país, según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. Las tiendas jóvenes y personalizadas despuntan a su sombra.
Los lectores buscan experiencias de lectura más amplias en Internet
"De alguna forma, creo que interactuar con los lectores en Internet puede ser más personal que hacerlo en la vida real", afirma la escritora estadounidense Andrea Buchanan, listada desde 2007 en los más vendidos por The New York Times. "Una interacción virtual continua ha resultado ser más significativa y cercana que un apresurado 'hola' en una convención", agrega. Los usuarios de 16 a 34 años hicieron en 2014 el 40% de las compras online de libros, periódicos o revistas en España, según el Instituto Nacional de Estadística. Cerca del 50% prefirió descargarlos en vez de recibirlos por correo postal. Los lectores contemporáneos buscan experiencias de lectura que trasciendan el texto y encuentran espacio para ello en la Red.
Christina Li, una adolescente del Medio Oeste americano, mantiene correspondencia electrónica con escritores desde que tenía 9 años. "Me he comunicado con novelistas de todo el país e, incluso, de otros lugares, como Alemania. Soy amiga de varios, entre ellos de Andrea Buchanan. Si leo un libro que me gusta mucho, intento decírselo al autor en un respetuoso email", cuenta Li.
El culto a los libros impresos persiste, pero surgen alternativas. La página web Autography transmite eventos con escritores en streaming en los que se firman libros electrónicos y se agregan fotos y vídeos a las primeras páginas, generalmente de los autores junto a los fanáticos.
La empresa norteamericana Litographs vende camisetas, bolsos y postales basados en obras literarias, con dibujos trazados con las frases de las historias. Sherlock Holmes, con su pipa humeante, se corta contra el texto impreso de sus aventuras; la mano indecisa de Hamlet sostiene una calavera, "to be or not to be, that is the question" se lee en alguna parte del fondo abigarrado de letras; un torero alista el capote en la noche de los sanfermines de Hemingway.
La web The Bookish Banquet organiza en Ámsterdam cenas en restaurantes efímeros (supper clubs) cuyos ambientes y menús están inspirados en novelas. Ofrece una "experiencia de gastronomía teatral", que incluye a un narrador que entrelaza la obra y la comida.
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