Medio millar de empresas se dedican a la economía colaborativa en España
El modelo mueve 2.580 millones de euros en el mundo y ha crecido un 50% anual en 4 años
Un Beetle azul oscuro espera a los pasajeros en la avenida de América (Madrid). Es la una de la tarde. En el espejo retrovisor cuelga una cinta de la Virgen del Pilar con la bandera de Aragón. Los orígenes del propietario quedan claros. De él sale David Gajón, de 30 años, licenciado en Derecho y máster en Comercio Internacional, que trabaja de camarero en la capital. Es la primera vez que hace de conductor en Blablacar —plataforma que pone en contacto a viajeros para compartir coche—, aunque, asegura, ya ha completado más de 10 trayectos como pasajero. Las plataformas online de economía colaborativa proliferan en todos los sectores. Desde el transporte hasta la restauración, pasando por el mundo académico o los alojamientos. Alrededor de 500 empresas en España ya utilizan este modelo económico alternativo al tradicional.
En 2013, estas organizaciones facturaron 2.580 millones de euros en todo el mundo, un 25% más que el año anterior, según estimaciones de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. Pero, ¿qué es exactamente la economía colaborativa? "Se resume, sencillamente, en el intercambio de bienes y servicios entre usuarios. Implica que pasemos de querer poseer el activo a simplemente tener acceso a él", explica José Luis Zimmermann, portavoz de Sharing España, la única asociación del ramo en el país. "Siempre ha existido este tipo de economía, pero lo que marcó el punto de inflexión para su expansión fue el auge de las plataformas móviles, la crisis económica y el uso de Internet como una vía de doble sentido: de la empresa al usuario y la valoración que el usuario hace de la empresa".
En España es prácticamente imposible encontrar estudios de este renovado modelo económico. Pero el crecimiento internacional de esta corriente de negocio entre 2008 y 2012 ha sido superior al 50% cada año, según un estudio que la consultora Ideas for Change que se basa en datos de 50 compañías vinculadas a la economía colaborativa. PwC prevé para 2025 que estas nuevas plataformas generen alrededor de 335.000 millones de euros en el mundo. Los expertos lo ven como "una alternativa que ha venido para quedarse", en palabras de Francisco Rodríguez, integrante de OuiShare, una asociación sin ánimo de lucro que promueve este modelo de economía.
Compartir coche para ahorrar
"La gente que viaja en Blablacar suele ser respetuosa. Yo no he tenido ninguna mala experiencia", asegura el conductor del Beetle, camino de Zaragoza. "Lo uso porque me ahorro tiempo y dinero y, además, se me hace más ameno el viaje". Dentro del coche, el incesante calor externo no se hace notar. Suena música americana. Acordes de rock y country y la voz de Bob Dylan hacen de banda sonora. Gajón completa la ruta entre Madrid y Zaragoza en dos horas y 40 minutos. Solo una parada para echar gasolina y comprar agua interrumpe el trayecto. Cuenta cómo trata de buscar un puesto de trabajo en su área cada cierto tiempo, "pero no sale o es con condiciones muy malas".
La economía colaborativa se resume, sencillamente, en el intercambio de bienes y servicios entre usuarios José Luis Zimmermann, portavoz de Sharing España
Este joven zaragozano agradece el poco equipaje que ocupa esta vez su maletero: "Los que somos de provincia volvemos a Madrid con tuppers, la ropa de invierno o de verano e incluso con muebles, y es difícil de cuadrar". Los usuarios de Blablacar en Europa superan ya los 20 millones en los 19 países que opera el servicio. En España dicen no tener registrado ese dato, pero admiten que más de la mitad de ellos tiene menos de 30 años. Esta empresa factura a través de su matriz, registrada en Francia, y tiene 12 empleados en España destinados exclusivamente a tareas de marketing.
Los usuarios de Amovens, una empresa española creada en 2009 que también sirve para compartir viaje en coche, han pasado de 200.000 en 2014 a 327.000 hasta junio de 2015. Desde la compañía aseguran que el crecimiento “se ha visto favorecido por el cambio de modelo de negocio de Blablacar” —que cobra una media del 10% de gastos de gestión por viaje desde el verano de 2014—. El 63% de los usuarios que usan Amovens tiene menos de 34 años y la gran mayoría, 79%, aseguran optar por esta forma de transporte por considerarla más barata que otras, según una encuesta de la compañía.
La organización española, que recientemente se ha fusionado con GoMore —empresa de servicios de transporte entre particulares en Dinamarca, Noruega y Suecia—, no cobra comisiones. Sus ingresos vienen de las plataformas privadas para compartir coche que ofrecen a empresas, universidades y administraciones y de los anunciantes de su web. Tiene siete empleados en España, pero piensan en ampliar ese número.
Alquilar un cuarto
En Zaragoza, al cruzar la plaza del Pilar se llega al entresijo de calles que conforman el casco antiguo. Allí están la habitación con cama de matrimonio, estrecha para personas altas, los armarios vacíos y el sofá que Aitor Guerrero, de 30 años y jefe de grupo de teleoperadores de Vodafone, alquila desde hace tres meses. Es uno de los 92.000 anfitriones que ofrecen sus hogares en la web española de Airbnb. La empresa cerró 2014 con 620.000 alojados en España y espera pasar de 1.360.000 en 2015, según el progreso que ha experimentado en los últimos años. Cuenta con 13 trabajadores para servicios de comercialización y promoción de la plataforma. La comisión que cobra, que está entre el 6 y el 12%, es su fuente de ingresos.
Airbnb está valorada en 17.836 millones de euros y ha acumulado un patrimonio de 713 millones de euros desde su creación en 2008
Airbnb está valorada en 20.000 millones de dólares (17.836 millones de euros) y ha acumulado un patrimonio de 800 millones de dólares (713 millones de euros) desde su creación en 2008, según The Wall Street Journal. Guerrero no da abasto para gestionar las reservas. En tres meses lleva 20, ha ingresado cerca de 1.200 euros y no hay semana en la que no tenga, como mínimo, un huésped. "Unas amigas me contaron qué era Airbnb y me pareció interesante. Necesito el dinero para hacer un curso de profesor de español en el extranjero y, además, me gusta conocer gente nueva", afirma.
Consumidor informado
Las empresas de consumo colaborativo tienen muy presentes las valoraciones que los usuarios hacen del servicio. De las estrellas obtenidas depende el negocio. "La confianza es la clave. La gente se fija en lo que opinan los demás usuarios y en función de esto, optan por una opción u otra", asegura Francisco Rodríguez, de OuiShare. José Luis Zimmermann, portavoz de la única asociación del ramo en España, respalda esta afirmación: "El consumidor tiene muchísima más información que antes. Si va a compartir algo con un desconocido, quiere que este esté bien considerado y por eso se fía de lo que otros dicen".
Exceltur acusa a las plataformas de alquiler de viviendas para uso turístico de fraude fiscal, competencia desleal y deterioro de las ciudades
Este sector convive en España con algunos conflictos. Los casos de Airbnb y Uber, servicio de transporte urbano en coches particulares similar al taxi, son los dos ejemplos más recientes. La Comunidad de Madrid reguló las viviendas de uso turístico en julio de 2014. Determinó que no pueden contratarse por un periodo menor de cinco días ni ser vivienda habitual y que deben estar inscritas en el Registro de Empresas Turísticas. Por su parte, Cataluña puso, a principios de julio de 2014, la primera multa que Airbnb recibió en Europa (30.000 euros), por competencia desleal y porque las viviendas particulares no estaban registradas en el Registro de Turismo de Cataluña. En cuanto a Uber, el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Madrid prohibió el 9 de diciembre de 2014 el empleo de la plataforma. Y la propia empresa cerró su servicio en España a finales del mismo mes.
Exceltur, patronal de empresas turísticas, publicó a finales de junio de 2015 un informe elaborado por EY España en el que acusa a las plataformas que sirven para alquilar viviendas de uso turístico, como Airbnb o Homeaway, de fraude fiscal, competencia desleal, deterioro de las ciudades, empobrecimiento de la economía y otra serie de perjuicios. “Una parte relevante de esta oferta pertenece a la economía sumergida y tiene tratamientos fiscales no contributivos”, asegura el informe. EY España calcula que los beneficios anuales presuntamente no declarados pueden rondar los 2.054 millones de euros.
Guía turístico local
Las estrechas calles que conforman El Tubo, zona de tapeo de la capital zaragozana, conservan el encanto de antaño. Entre bares cerrados —es martes— y barriles de madera que hacen las veces de mesa, Maite Hernando, teleoperadora de 32 años, se estrena como guía local de Beetripper —una startup española que pone en contacto a personas locales que hacen de guía turístico—. "Me apunté a Beetripper porque nunca viene mal algún ingreso extra y porque he tenido experiencias muy positivas en el extranjero con gente que te enseña su propia ciudad", cuenta Hernando.
Beetripper cuenta con cuatro socios y cinco colaboradores. Tiene registrados a 3.000 usuarios, de los cuales 800 están dispuestos a enseñar su ciudad. Por el momento no cobran gastos de gestión, pero piensan en retener un 20% de cada pago. "Recomendamos a los guías que declaren los ingresos que obtienen a través de nuestra plataforma", especifica Carlos Delgado, de 28 años, uno de los creadores.
Solucionadores de problemas
Etece es una plataforma que permite que otros esperen una cola para entrar a un concierto por usted o que le lleven un coche a Atenas. Ofrece 650 solucionadores de problemas a un total de 10.000 usuarios. Los autónomos, certificados por la plataforma, preparan un presupuesto de cualquier tipo de tarea, como montar muebles, comprarlos, fontanería o mudanzas, y el usuario elige el que más le convenga.
Las tareas más demandadas en la Comunidad de Madrid son los servicios del hogar, la limpieza y las mudanzas. El cliente paga con tarjeta de crédito cuando el autónomo ha finalizado la tarea y Etece se lleva una comisión del 23%. “Los solucionadores son personas que se mueven bien en Internet, dado que todo el proceso —anuncios, respuestas, comunicación del presupuesto— se hace a través de nuestra web”, comenta Ignacio De la Hera, director general de Etece. “Hay gente que no tiene tiempo para ir a comprar un mueble, ni para montarlo y gracias a nuestra plataforma, alguien lo hace por ellos”.
Compartir mesa
En Madrid, Emily Walker, de 31 años, es una de los 30.000 usuarios de Eatwith. En un amplio piso de la avenida del general Martínez Campos, esta joven, que estudió periodismo en Estados Unidos, cocina solo platos vegetarianos. Ya ha preparado cinco cenas y alimentos españoles, como el queso de Cabrales, se combinan con sabores norteamericanos, como el cóctel de Bourbon que ofrece antes de servir los entrantes. "Sobre todo vienen turistas, por eso explico el porqué de cada plato antes de empezar a comer", asegura Walker.
Eatwith ha aumentado el número de invitados a comidas colaborativas en un 60% en el último año en España. Un 68% de sus usuarios son mujeres y el rango de edad habitual es de 30 a 48 años. El sistema es sencillo: el cocinero pone una oferta de productos y la empresa lo valora con él; después, lo tasan y establecen un precio que en España va de 20 a 35 euros.
El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) calcula que, actualmente, la economía colaborativa tiene un potencial de 82.000 millones de euros. La presencia de esta alternativa al modelo tradicional aumenta mes a mes, pero Luis Tamayo, sociólogo experto en este modelo, asegura que "no se trata de que vaya a sustituir a las empresas tradicionales, sino que va a convivir con ellas y a ser una alternativa. Ni siquiera los más apasionados apuestan cada día por lo colaborativo".
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