Robótica espacial para el viñedo 3.0
Un consorcio europeo, liderado por la Universidad de La Rioja, desarrolla un robot pionero para mejorar la calidad productiva del vino
El vino de los próximos años le deberá mucho a Marte. Un robot tiene la clave. Su cuerpo de sensores y cámaras estereoscópicas recuerda al Sojourner, lanzado antaño a rastrear suelo marciano. Pero la misión de VineRobot está a pie de cepa. Este rover convertido en máquina agrícola, que empieza su segundo año de investigación, será capaz de transmitir al viticultor vía APP información del estado de las uvas mediante cartografías inteligentes de hectáreas de viñas. Financiado con más de dos millones de euros por el ICT-Robotics del VII Programa Marco de la Unión Europea y coordinado por la Universidad de La Rioja, este prototipo pionero, eslabón entre la viticultura y la robótica espacial, pretende conseguir una producción vinícola 3.0 competitiva y atraer la llegada de jóvenes profesionales al campo.
Los robots autónomos han demostrado adaptarse bien a espacios cerrados, como naves o despachos. Pero el escenario al que se enfrentará este vehículo agrario sin conductor no dista mucho de los cráteres lunares. En ambientes hostiles, no controlables y a la intemperie, VineRobot deberá atravesar hileras de viñas, llueva o haga sol, para responder a las preguntas que acompañan miles de años a la viticultura: dónde crece la mejor uva, cuánto y con qué frecuencia hay que regar y abonar el campo o cuándo estarán listos los racimos para la vendimia. Esas tareas, que antes recurrían a la intuición y al ojímetro del agricultor, se traducirán en mapas con parámetros fisiológicos, como el nivel de nitrógeno en las hojas y de antocianos en las bayas, que el usuario final leerá desde su ordenador, móvil o tableta.
En 2050 la población mundial llegará a los 9.500 millones de habitantes, por lo que las nuevas tecnologías serán fundamentales en la producción de alimentos”
A este cambio de paradigma se le conoce como viticultura de precisión, la que trabaja desde hace cinco años en La Rioja el grupo de investigación Televitis, padre de la idea inicial de VineRobot. El equipo estudia sistemas de información que faciliten la toma de decisiones al viticultor con la objetividad de los datos recogidos por sensores no invasivos y aplicaciones TIC, como la fluorescencia basada en la clorofila, máquinas RGB, termografía por infrarrojos, Wifi y GPS.
“Frente a Japón, Estados Unidos o Australia, Europa pierde suelo vinícola porque no ha visto el potencial de las nuevas herramientas de la información en el campo. El agricultor ha seguido basándose en el empirismo de “creo que”, impensable hoy en la medicina o biología. Una agricultura moderna y sostenible solo existe aplicando nuevas tecnologías”, explica el director de Televitis, Javier Tardáguila, coordinador de este proyecto europeo sin precedentes.
El robot vinícola, tras consolidar su estructura física el primer año de prueba, dio sus primeros pasos en el verano de 2014 en la finca de dos mil hectáreas de Les Vignerons, cooperativa de la región de Buzet que figura en el consorcio europeo responsable de VineRobot, completado por tres universidades y cuatro empresas de España, Francia, Italia y Alemania. Mejoradas la suspensión y la tracción de las ruedas para subir pendientes, el mayor reto de este rover agrícola reside en andar sin el control del mando a distancia.
Un referente en movilidad autónoma es el concurso Grand Challenge en Estados Unidos, patrocinado por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados del Departamento de Defensa (DARPA), en el que coches inteligentes de más de un millón de dólares han logrado recorrer sin piloto 300 kilómetros por el desierto del Mojave. Pero nadie se ha atrevido hasta ahora a aplicarlo en la agricultura con un prototipo comercial. “Empresas líderes en maquinaria agrícola solo han podido innovar en cortadoras de césped, pero ninguna se ha arriesgado en algo tan complejo como el campo”, explica Francisco Rovira, director técnico de VineRobot y responsable del Laboratorio de Robótica Agrícola de la Universidad Politécnica de Valencia.
El robot vinícola elabora mapas con los parámetros fisiológicos de las cepas el usuario leerá desde el móvil
Para que VineRobot esté al alcance del bolsillo del viticultor como cualquier tractor o segadora, el desafío hasta diciembre de 2016, fecha prevista para su término, es activar la inteligencia artificial que permita la navegación autónoma. “Cada sensor trabaja a una frecuencia distinta, y todo lo debe procesar un ordenador de forma rápida para dar soluciones seguras. Esta es nuestra dificultad, al igual que determinar el tamaño definitivo, que influirá en su seguridad. Y si se quiere que el robot trabaje doce horas, habrá que adaptarlo a las variaciones meteorológicas durante la jornada”, señala Rovira.
En 2050 se prevé que la población mundial llegue a los 9.500 millones de habitantes, indica Rovira, lo que implicará duplicar la producción de alimentos. “Las nuevas tecnologías van ser fundamentales ante este problema estructural. Lo preocupante es que España domine en WhatsApp, pero sean los tractores americanos los que cada vez más tienen GPS para competir mejor”, observa el responsable técnico del robot viticultor.
Ante una población rural dedicada a la agricultura que no rebasa el 10%, con un promedio de edad de 65 años, el campo europeo ve con esperanzas tecnologías emergentes como VineRobot, un incentivo para reclutar a los jóvenes profesionales con destino a cubrir los puestos que generarán el mantenimiento y análisis de los nuevos sistemas.
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