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Las huelgas retroceden tras el acuerdo salarial de sindicatos y empresarios

En junio, 15.159 trabajadores fueron a la huelga, un cuarto de los que lo hicieron en el mismo mes de 2022. En los primeros meses del año, antes del pacto de mayo, la conflictividad fue parecida a la de 2022, el peor periodo de inflación

Manifestación de funcionarios de Justicia en Madrid el 27 de junio.
Manifestación de funcionarios de Justicia en Madrid el 27 de junio.Kiko Huesca (EFE)
Emilio Sánchez Hidalgo

Los trabajadores españoles están moderando sus protestas, que se habían disparado últimamente por la pérdida de poder adquisitivo. En junio, 15.159 empleados participaron en huelgas, en las que se perdieron 26.862 jornadas de trabajo. Es el mínimo en un mes de junio desde que hay registros desagregados por meses (empiezan en 2018), sin contar el año de la pandemia. En el mismo mes de 2022 se notificaron 59.933 huelguistas y 145.406 jornadas no trabajadas. Así, estas variables han caído en solo un año un 74% y un 82% respectivamente, según la contabilidad del Ministerio de Trabajo.

Este escenario contrasta con la comparación de meses anteriores. De enero a abril de 2023 hubo menos huelguistas que en 2022, pero se perdieron más jornadas de trabajo: 187.303, 28.078 más que un año antes. Este desfase parece indicar que el Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) que sindicatos y empresarios firmaron el 10 de mayo, que recomendaba un incremento general de salarios para compensar el golpe de la inflación, ha reducido la conflictividad en las empresas. Harán faltan más meses para saber si es fruto de la causalidad o de la casualidad, ante una estadística tan variable como la de huelgas, pero los datos disponibles apuntan al primer diagnóstico, al que también señalan los sindicatos.

Las huelgas de mayo aún fueron ligeramente superiores en 2023 respecto al año anterior (de 64.950 jornadas no trabajadas a 68.744), pero la caída en junio es muy sustancial: de 145.406 el año pasado a 26.862 en 2022. La cifra de este último mes también es menor que la de 2021 (98.295), la de 2019 (47.611) y la de 2018 (29.972). Estos datos contrastan, por ejemplo, con la comparativa anual de los meses de abril, uno de los meses anteriores a la firma del AENC. En el cuarto mes de 2023 hubo el doble de jornadas no trabajadas (39.416) que en 2022 (20.458), se situaron a un nivel similar al de 2021 (39.476) y ligeramente inferior al de 2019 (47.611).

Con una mirada mes a mes se advierte perfectamente el efecto de la inflación en las huelgas: los participantes en ellas empezaron a despuntar en 2021, se desbocaron en el segundo semestre de 2022 y han caído en junio de este año. El análisis anual de las jornadas no trabajadas arroja la misma conclusión: a lo largo de 2022 se perdieron 627.967 jornadas en huelgas, 150.000 más que en 2021 (471.264) y casi el doble que en 2019 (337.399). Si este año se mantuviese el ritmo del primer semestre, 2023 acabaría como el año de mayor conflictividad, pero la tendencia apunta a una moderación.

El desplome de las huelgas en junio “es la prueba evidente”, opina el vicesecretario general de Política Sindical de UGT, Fernando Luján, “de que nuestra campaña funcionó: mientras no hubo mejora de salarios hubo conflicto. Cuando ha habido un acuerdo que mejoraba los salarios, las huelgas han caído”. Se refiere a la campaña Salario o conflicto, con la que su sindicato y CC OO llamaban a la movilización de las plantillas que sufriesen pérdida de poder adquisitivo por la inflación. “Hubo más conflictos de los que se mostraron en los medios. En los sectores donde tenemos fuerza la gente se movilizó. Esto se ve en cómo subieron las huelgas en 2022 y antes del AENC y cómo han caído de golpe tras la firma”, añade Luján.

Raúl Olmos, adjunto a la secretaría de Acción Sindical y Empleo de CC OO, también cree que el AENC es el principal factor que causa la disminución de las huelgas en junio, pero advierte otros elementos. “Si te fijas en el detalle territorial ves que en junio del año pasado el dato de huelgas se disparó por las que se produjeron en el metal en el norte, especialmente en Cantabria. En esta comunidad fueron unos 20 días de huelga con muchísima participación. Pero si quitas esa huelga y las que también se dieron en Galicia o Euskadi, el número seguía siendo mayor que el del último mes de junio”. Así, este sindicalista destaca que el AENC ha tenido mucho que ver en la caída, pero también es importante que algunos sectores, especialmente los más sindicalizados, se movilizaron y lograron mejoras antes de ese acuerdo salarial. “Buenas parte de esos convenios se cerraron en 2022. Las patronales se vigilan ellas; cuando después de una huelga hay una subida de salarios, las demás toman nota″, añade.

El acelerón de las huelgas en los meses anteriores respondía a la pérdida de poder adquisitivo que ha sufrido España, especialmente durante los dos años previos. Los salarios se derritieron a consecuencia del subidón de precios, que empezó por la crisis de desabastecimiento de algunos sectores en 2021 (IPC medio del 3,1%) y terminó de explotar en 2022 (8,4%) con la invasión rusa de Ucrania. Mientras tanto, los empresarios prácticamente congelaron los salarios de sus plantillas (mientras multiplicaban sus beneficios), lo que convirtió a España en uno de los países cuyos ciudadanos perdieron más poder de compra el año pasado: según la OCDE, los salarios reales se dejaron un 5,3% por el camino.

Sin embargo, algo está cambiando en los últimos meses: la inflación ha moderado su subida y los salarios están levantando el vuelo. Así lo refleja la última Encuesta Trimestral de Coste Laboral (ECTL) publicada en junio por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En el primer trimestre de 2023, el coste salarial medio escaló hasta los 2.127 euros brutos al mes, un 6% más que el año anterior. Y los precios, en el mismo periodo, crecieron un 5,1%.

Este incremento en los salarios no recoge el efecto del AENC. Los sindicatos, como indicaba Olmos, señalaron entonces que las retribuciones ya estaban creciendo gracias a las negociaciones que se estaban produciendo empresa a empresa o sector a sector. Además, como reflejan los datos del Ministerio de Trabajo, las centrales aumentaron la conflictividad en ese periodo, lo que pone aún más presión en las mesas negociadoras.

El incremento mínimo acordado en el AENC es del 4% en 2023, el 3% en 2024 y otro 3% en 2025. A la subida recomendada para 2024 y 2025 se incorporará un 1% adicional anual si la inflación supera estos incrementos. Esta cláusula también se aplica a 2026, pero no hay incremento de partida acordado para ese año. Las empresas no están obligadas a acatar estas recomendaciones y los comités pueden requerir incrementos mayores, pero el acuerdo es de mucha trascendencia, ya que da un potente argumento a los comités de empresa para reclamar subidas salariales a la dirección de las compañías. Sus representantes, la patronal, avala el pacto. “Desde la firma del AENC ha habido un apretón en el desbloqueo de convenios. Se ha ordenado la negociación colectiva hacia abajo”, dice el representante de UGT.

Olmos asegura que la mayor parte del problema se ha resuelto con el AENC, pero cree que aún pueden producirse bastante huelgas a la vuelta del verano: “Tenemos un problema muy serio con la negociación colectiva que guarda relación con la contratación pública”. Se refiere a la ley de desindexación de 2015, que pone coto a la revisión de precios en la contratación de empresas que trabajan para la Administración. Esto, con una inflación galopante y una subida sustancial del salario mínimo, genera tensiones. El sindicalista de CC OO pone el foco en las plantillas de dependencia, ayuda a domicilio o ambulancias, “todos aquellos sectores muy vinculados a la contratación pública; puede haber un repunte en septiembre”.

Diferencias por sexo, edad y nacionalidad

Más allá de las tendencias, el detalle de la estadística de huelgas esconde información importante para entender qué perfil de trabajadores se embarcan en más paros. Por ejemplo, de enero a junio hubo más mujeres que hicieron huelga que hombres: ellas fueron el 57,4% de los participantes en huelgas, frente al 42,6% que representaron los trabajadores. Es un dato llamativo, sobre todo al destacar que ellos siguen ocupando la mayor parte de los puestos de trabajo (concentran el 53,5%). Los sectores más feminizados perciben menores retribuciones y, además, sufren más temporalidad y parcialidad. Otro colectivo con menores retribuciones, los extranjeros, son el 13,5% de la fuerza laboral y fueron el 13% de los huelguistas.

Por edades, los más propensos a hacer huelga son los empleados con carreras asentadas. Así, de 35 a 49 años hay más peso de huelguistas de lo que representan realmente en la ocupación, al contrario que los jóvenes: aunque los empleados de 20 a 24 años son el 5% del total, solo fueron el 2% de los participantes en huelgas.

Por sectores, hay más empleados que formaron parte de paros en el sector servicios (85,7%) de lo que suponen en la ocupación total (77%). El mayor desfase se da en la actividad agraria, donde no se han registrado huelgas, pero integran el 3,6% de los trabajadores; y en la construcción, que pese a acumular el 6,5% de la ocupación, solo concentra al 1% de los huelguistas.

Respecto al tipo de contrato, los más reivindicativos son los temporales: aunque solo son el 17,3% de los ocupados, fueron el 21,5% de los participantes en huelgas. Los que menos paros realizan son los fijos discontinuos (son un 3,9% de los ocupados y representaron el 2,2% de los huelguistas). Los indefinidos a tiempo completo son el 78,8% y supusieron el 66,8% de los participantes en huelgas.

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Sobre la firma

Emilio Sánchez Hidalgo
Redactor de Economía. Empezó su trayectoria en EL PAÍS en 2016 en Verne y se incorporó a Sociedad con el estallido del coronavirus, en 2020. Ha cubierto la erupción en La Palma y ha participado en la investigación de la pederastia en la Iglesia. Antes trabajó en la Cadena SER, en el diario AS y en medios locales de su ciudad, Alcalá de Henares.

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