Empresas que se han olvidado de la crisis: “No hay profesionales para cubrir la demanda”
EL PAÍS presenta a seis empresarios de diferentes sectores que ya han dejado atrás la caída de ventas derivada de la pandemia
Las cifras macroeconómicas conocidas esta semana evidencian que la recuperación de la economía española está en marcha, aunque el aumento de los contagios por la quinta ola está demostrando ser un bache que dificultará el camino para muchos pequeños, medianos y grandes empresarios del país. Pese a la adversidad, firmas españolas de todos los tamaños y sectores cabalgan la crisis y pueden afirmar que ya han recuperado su actividad normal. Algunos, incluso, trabajan a mejor ritmo que antes de la irrupción del virus.
“O tomábamos una decisión drástica o moríamos”
Restaurante Casa Sotero | Madrid.
Es miércoles, mes de julio, son las cuatro de la tarde y la temperatura en Madrid ronda los 35 grados. Las avenidas que atraviesan la plaza de Castilla están desiertas, pero en la terraza del restaurante Casa Sotero no queda ni una mesa libre, tampoco en su interior. “Sinceramente, no me lo explico ni yo”, celebra Miguel Ángel Martín, dueño del negocio junto a su mujer Pilar Montalbán.
Hasta el año pasado llevaban una taberna cercana del mismo nombre que había fundado el abuelo de Martín hace casi un siglo, pero han tenido que invertir todo lo que tenían para cambiar de ubicación. “Hoy en día una taberna sin terraza es inviable”, reconoce el hostelero, que ahora llena su local todos los días, incluso entre semana, a la hora de comer y cenar.
El cambio no ha sido fácil, explica Martín, que casi ha pasado sus cincuenta años de vida detrás de la barra del antiguo bar. “Nos daba muchísima pena, pero es ley de vida”, se sincera. En su anterior local era imposible instalar una terraza, y con la barra cerrada solo podían atender tres mesas, de las que vivían varias familias. “O tomábamos una decisión drástica, o moríamos”.
La apuesta les ha salido bien, gracias al apoyo de los vecinos que frecuentan el nuevo restaurante, y ya facturan el doble de lo esperado. Incluso han ampliado su plantilla de seis a diez trabajadores. “Ni en mis mejores sueños esperaba que fuese tan bien, era un iluso”, cuenta el empresario. La clave, cree, es tener más aforo, mesas en el exterior y público del barrio. “Los bares de alrededor con clientela de oficinas lo están pasando peor por el teletrabajo, las vacaciones de verano y los clientes que están en ERTE”.
Un verano de transición para los hoteles
Hotels Viva | Mallorca
En el sector turístico cuesta encontrar buenas noticias, pero las hay. El director general de Hotels Viva, Xavier Català, explica que durante esta temporada, a diferencia de la pasada, cuentan con sus siete hoteles abiertos y ocupaciones que varían según la zona en la que se ubican y la procedencia de los clientes. “La ocupación es menor que la de un año normal. En las zonas que dependen del turismo alemán están entre el 50% y el 70% y los establecimientos que se nutren del turismo nórdico o británico están ahora al 60%”, explica Català.
El negocio global de la empresa mejora frente al verano pasado, aunque sigue a medio gas respecto a los años previos a la pandemia. La duda ahora está en la variante delta, que ha truncado la recuperación con las últimas restricciones que han impuesto países como Alemania para viajar a España.
Lo que sí se ha recuperado en esta empresa hotelera es el empleo, ya que casi la totalidad de la plantilla fija de los establecimientos ha vuelto al trabajo tras el parón de 2020. “La plantilla tiene que estar completa para poder dar el servicio. A todo ello se suman las cuarentenas por contacto estrecho, que tienen que ser suplidas por otros trabajadores”, cuenta el empresario, que ha comprobado que este año han llegado menos personas de la Península para hacer la temporada, lo que les ha generado problemas para encontrar personal cualificado en las islas.
Para el director general de la cadena, mallorquín vinculado al mundo del turismo desde el año 2005, la recuperación económica es ahora mismo una asignatura pendiente: “Si conseguimos un 50% de la facturación tendremos que estar contentos”. Cree que la temporada de 2021 está siendo la transición hacia el próximo verano, cuando espera que se dé la recuperación definitiva. “No hay cambios estructurales a la vista que modifiquen la forma de actuar de los clientes, la gente no ha perdido las ganas de viajar”, subraya. “La perspectiva cuando esto pase es volver a donde estábamos”.
“No hay profesionales para cubrir la demanda de reformas”
Materiales Rufino Navarro | Torrejón de Ardoz
El ahorro cosechado durante tantos meses y las largas horas pasadas en casa durante la pandemia han provocado un boom en el sector de la construcción tras el fin del estado de alarma. “La gente quiere la reforma para ya”, cuenta Carlos Navarro, dueño de Rufino Navarro, una tienda de muebles y azulejos en Torrejón de Ardoz, a las afueras de Madrid. “Desde finales de marzo es una locura. A particulares vendemos un 20% más que en 2019″, añade.
Este empresario relata un frenesí en su sector, que ha provocado incluso una escasez de albañiles, soldadores y demás mano de obra. “No hay profesionales para atender la demanda de reformas. Si ahora mismo quieres arreglar tu casa, te va a costar encontrarlos”, afirma.
La otra pata del negocio es la venta a otras empresas, donde la facturación está más o menos en niveles prepandemia. Las reformas en hoteles y bares, dos de los sectores más afectados por la crisis, aún están débiles, pero se compensan con la venta de materia prima a constructoras de obra nueva. En este punto sí advierte de una fuerte inflación por la elevada demanda y la escasez global de productos industriales, que desde hace meses ha elevado entre un 20% y un 50%, según Navarro, el precio de derivados del acero y el petróleo, y que terminan castigando al consumidor final.
De cara a los próximos meses, este empresario se muestra muy optimista y espera seguir facturando lo mismo o incluso más. “Vienen un par de años muy buenos”, explica, con la mente puesta en los fondos europeos destinados a rehabilitación de hogares y eficiencia energética. “Si el dinero llega a las comunidades de vecinos, habrá miles de viviendas que reformar”.
Las mascarillas, lo único que cuesta vender
Tiendas Distega | Santiago de Compostela
La recuperación económica comenzó lentamente en primavera para Distega, una empresa gallega con 60 trabajadores que aglutina marcas locales exitosas: La Fábrica de Niki y Nikis Galicia. Tienen cuatro tiendas en Santiago de Compostela y su clientela se centra en los peregrinos que terminan allí el Camino. Las ventas comenzaron a despegar tras el fin de las restricciones, pero el verano está siendo su mejor época: “A pesar de los tiempos que nos está tocando vivir y en vista del comportamiento del cliente, nuestras perspectivas a corto plazo son muy optimistas”, cuenta David Blanco, fundador de Distega. Las únicas ventas que empiezan a descender son las de artículos creados expresamente para la pandemia, como las mascarillas estampadas.
Aunque el número de peregrinos está por debajo de la época prepandemia —14.800 en junio frente a casi 50.000 en ese mes de 2019—, su llegada a Santiago ha experimentado un importante incremento en el verano, coincidiendo con el Día de Galicia y el Xacobeo. En diciembre y enero los visitantes que terminaron el Camino se contaban por cientos, en lugar de miles. Durante esos meses, la empresa recurrió al comercio por internet. El empresario explica que tuvo que fortalecer su estrategia para destacar, aunque ya tenían una tienda digital montada: “Las ventas por este canal se incrementaron de forma notable y hemos fidelizado especialmente al público gallego”.
El empresario dice que mira atrás con orgullo: ambas marcas nacieron en 2007 con la intención de reflejar la cultura gallega. En concreto, La Fábrica de Nikis está enfocada en productos del Camino de Santiago, y Nikis Galicia hace guiños con motivos culturales de la región. En los mensajes e ilustraciones de Nikis se reivindica la identidad de Galicia, “la de siempre y una más actual”, en clave de humor, con la característica “retranca gallega”.
“Las cosas empiezan ahora a animarse”
Productora 15L Films | Barcelona
El año comenzó cuesta arriba para Carlota Coloma y Adrià Lahuerta, fundadores de la productora barcelonesa 15L Films. Fue “un bajón”, según Lahuerta, pero la situación ha mejorado desde entonces. “Las cosas empiezan a animarse, y este verano ya tenemos claro que no tendremos vacaciones: tenemos rodajes en agosto y septiembre. Esta situación de dinamismo hacía tiempo que no la veíamos”, añade Coloma.
El sector de la publicidad en España vivía un momento dulce hasta 2020. Marcas de todo el mundo querían venir a rodar al país, donde los equipos técnicos son buenos, el alquiler de material es seguro y las localizaciones son variadas: a pocas horas de distancia puedes estar en un lugar que parece el desierto de un wéstern, o en una playa de Formentera que pasa por una del Caribe. Pero el confinamiento paralizó los rodajes y recuperar el ritmo costó, porque había que adaptar las medidas de seguridad a grandes equipos de trabajo.
Estos dos empresarios fundaron la firma en 2013 con dos ramas de negocio: la producción de cine (sobre todo documentales) y la de publicidad para clientes internacionales, el llamado service de producción (los clientes contratan una producción completa, desde las localizaciones y el casting hasta el cáterin y los equipos técnicos). “Todo esto cayó en picado por la pandemia”, dice Lahuerta. Ahora se recupera, en parte, porque un país competidor en este ámbito, Sudáfrica, todavía no ha recuperado toda la actividad.
Los primeros meses hicieron un ERTE: “Todo lo que es más inmediato, como la publicidad, se congeló. Por suerte teníamos la otra línea, y nos dedicamos más al cine porque teníamos algunos proyectos empezados. Es la suerte de tener dos tipos de proyecto, cine y publicidad, que tienen ritmos diferentes”, añade. Con todo, la caída de la facturación fue importante, de más del 50%. Lo notaron en el parón de la publicidad, pero también en la dificultad para pactar nuevos negocios en festivales. “Es la manera de encontrar socios en el cine, tienes que vender una idea y necesitas hablarlo mucho. La pandemia lo ha dificultado, aunque con el canal online también se dan sinergias”, dice Coloma. Ahora, la productora vuelve a tener el bullicio de antes, con proyectos en ambas ramas: “Por fin podremos reanudar una peli para la que tenemos que ir a Jordania. Ahora es posible”, explica.
“La gente no compra coche nuevo, pero sí repara más”
Componentes de automoción FAE | L’Hospitalet de Llobregat
La pandemia ha sido un mazazo para el sector automovilístico, con una caída del 34% de las ventas en el primer semestre en 2020, según la patronal Anfac. Pero no todos lo pasaron igual de mal. La empresa de componentes FAE, en L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona), depende en buena medida del negocio de los recambios de componentes electrónicos. “Llevábamos dos o tres años bastante mal, y la verdad es que la pandemia nos ayudó, porque al ser una empresa de recambios, las crisis económicas nos aúpan”, explica Roc Marro, responsable de comunicación y nieto de los fundadores de la compañía, que echó a andar en 1952.
El 80% de sus productos se destinan a recambios, y el 20% son primeros equipos para fabricantes como Nissan, Triumph, KTM o Indian. La empresa tiene una plantilla de 200 personas en su centro de L’Hospitalet y otras 100 en la planta de producción de Cervera, y prevé facturar 30 millones de euros este año, dos millones más que en 2019. “La gente no compra un coche nuevo, pero sí repara más. Entre que la pandemia ha hecho caer los ingresos de las familias, que es más seguro [sanitariamente] viajar en coche que en avión, y que todavía no está muy claro lo del coche eléctrico, la gente prefiere aguantar con el vehículo que tiene”, explica Marro.
Con todo, la pandemia sí que tuvo un impacto: “Estuvimos dos meses parados y todos en ERTE. Esos meses no vendimos nada, y el objetivo de facturación que teníamos para el año pasado lo tuvimos que revisar a la baja. Pero ahora estamos recuperando”. Afrontan otro reto: el incremento del coste de las materias. “La crisis de los microchips nos está afectando, pero por suerte teníamos stock. Lo que pasa es que están subiendo todos los costes en general, todo va muy retrasado por la pandemia y se ha hecho una pelota enorme”, lamenta Marro.
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