“Que la carne pague un impuesto es duro pero lógico”
El experto propone sustituir la proteína animal por la de origen vegetal, como legumbres o frutos secos
Las sociedades más ricas están retirando la alfombra roja a la carne. Sus proteínas se han transformado en un debate de salud pública. Empieza a ser tratada como un producto dañino y ya hay propuestas para gravarla con un impuesto especial al igual que el tabaco, las emisiones de carbono o el azúcar.
El desencuentro se filtra por Europa. Los parlamentos de Suecia y Alemania han discutido esa tasa. Pero Dinamarca ha pasado del diálogo al castigo. Diversos organismos proponen un gravamen de 2,70 dólares (2,20 euros) por kilo de carne. Veremos cómo responde un sector muy poderoso que maneja en el mundo entre 400.00 y 800.000 millones de euros, veremos qué influencia real tienen expertos como Marco Springmann, investigador en Salud Pública de la Universidad de Oxford. “Los niveles actuales de consumo de carne no son ni saludables ni sostenibles”, alerta. “El coste asociado a estos impactos puede ser de billones de euros en el futuro”. Sin embargo, ¿querrá el mundo aguardar tanto?
Pregunta ¿Cómo se logra el equilibrio entre una industria, como la de la carne, que no deja de crecer pero a la vez es muy contaminante?
Respuesta. En muchos países industrializados el consumo de carne se mantiene estable o incluso ha descendido. El crecimiento está ocurriendo realmente solo en los territorios que tienen ingresos medios o bajos. ¿Cómo podemos ayudarles para que cambien hacia una dieta más sana? Dando ejemplo. Únicamente cuando los gobernantes de las naciones occidentales se tomen en serio las consecuencias en la salud y el medioambiente de la ingesta de altas cantidades de carne veremos cambios. Hace falta crear entornos alimenticios saludables y reajustar las políticas agrarias.
P. ¿Existe algún filete que no sea un culpable climatológico?
R. De media, la carne de res emite cien veces más gases de efecto invernadero en su producción que su equivalente en proteínas vegetales como las legumbres. Así que si quiere hacer algo realmente bueno por el medioambiente debería comer judías en vez de solomillos.
P. Entonces, ¿sería útil un impuesto sobre la carne para combatir su impacto sobre la Naturaleza y la salud?
R. Una única propuesta no puede resolver todos los problemas. Necesitamos un conjunto de ellas. Ajustar los precios y obligar a la carne a pagar un impuesto en función de su impacto medioambiental y sanitario es una medida dura pero lógica y enviaría un mensaje claro de que los Gobiernos se toman en serio el problema que enlaza dieta, salud y medioambiente. Desde luego también habría que apoyar los sustitutos apropiados, ofrecer asesoramiento para saber cómo cambiar de alimentación y dar apoyo financiero a los hogares con rentas más bajas para que adopten dietas más saludables y sostenibles. Además, claro, hace falta escuchar a los ganaderos.
P. ¿La solución son las proteínas vegetales?
R. Las proteínas de origen vegetal, como las nueces o las legumbres, son abundantes. Y emiten menos gases de efecto invernadero por lo que resultan un candidato perfecto para reemplazar los alimentos de procedencia animal. Además no están asociados a un incremento del riesgo de padecer cáncer y otras enfermedades como le sucede a la carne de vacuno y al cerdo. Al contrario. Han sido vinculadas, de una forma consistente, con el descenso de la posibilidad de contraer muchas enfermedades que generalmente se relacionan con la alimentación.
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