Sheinbaum presiona a los empresarios para frenar las importaciones chinas ante la amenaza de Trump
El Gobierno intensifica las negociaciones con las cámaras empresariales para sustituir las compras asiáticas por producción nacional y regional americana
![Un marino mexicano en el puerto de Manzanillo, México, en 2022.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/Y4JQVYVGSJHX3MUCDAKXQVRHA4.jpg?auth=cc0903ef5ad8e0a08940bdbeecc41fe0d0fd298d519e16754fbc62674c5fddc4&width=414)
![Karina Suárez](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F6b25f1ec-eaed-4abc-8c17-8b70714e9c21.jpg?auth=30aceffd487e02aac2996e01a14a249db901839d976d913790e2953f465e3af1&width=100&height=100&smart=true)
La ofensiva de México para esquivar los aranceles de Estados Unidos se libra en varios frentes. El amago arancelario de Trump contra México, por ahora, está en pausa, sin embargo, el país latinoamericano cuenta con menos de 30 días para maniobrar a su favor y convencer definitivamente al republicano de que su propuesta de imponer una tarifa del 25% a todas las importaciones mexicanas supone un daño para ambas economías. El Gobierno mexicano iniciará formalmente las mesas de trabajo en Washington, la próxima semana. Sin embargo, desde hace días el Ejecutivo está moviendo fichas con los empresarios para tratar uno de los puntos en la mira de EE UU: el crecimiento de las importaciones chinas en Norteamérica, uno de los focos comerciales en el punto de mira de Trump.
México compra anualmente a China más de 113.000 millones de dólares, y exporta al gigante asiático solo 9.000 millones de dólares, resultando en un déficit para el país latinoamericano de más 100.000 millones de dólares anuales. Este desbalance, que crece año con año, se explica en parte por el alto nivel de producción y precios bajos y la escasa oferta local o regional. El desequilibrio comercial profundo entre México y China adquiere un matiz especial en medio de la guerra comercial que Estados Unidos, el principal socio comercial de México, ha fijado desde hace años contra el gigante asiático. Ahora, con la amenaza arancelaria de fondo, México se alinea aún más a la visión de su vecino del norte y ha puesto, como un objetivo prioritario, la reducción de importaciones chinas y el impulso de la proveeduría local y de Norteamérica.
El plan de sustitución de importaciones de Sheinbaum se esboza en el Plan México, una hoja de ruta, con la que este Gobierno busca apuntalar la inversión en el país, al tiempo que se sacude el amago arancelario de Trump. Una vez diseñada la estrategia en papel, el Ejecutivo ha ido un paso más adelante y se ha reunido con cámaras empresariales para buscar vías alternas de proveeduría. La estrategia de Sheinbaum es que el empresariado mexicano produzca más para el mercado interno, hasta cubrir el 50% de la proveeduría y del consumo nacional y elevar un 15% lo fabricado para México en sectores como el automotriz, aeroespacial, electrónico, semiconductores, farmacéutico o químico, entre otros.
Tras darse a conocer el impasse arancelario que ganó México frente a Estados Unidos, Francisco Cervantes, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, hizo hincapié en la disposición del sector privado para acompañar al Ejecutivo. “Estamos seguros de que con diálogo y cooperación seguiremos fortaleciendo la relación bilateral y regional para el bienestar de los mexicanos y por la defensa y protección de México”, declaró.
Carlos Palencia, director de la Asociación de Maquiladoras de México, menciona que “habrá algunos insumos, partes y componentes que no sea fácil suplir en corto plazo”, por ejemplo, semiconductores porque aún no hay proveedores en la zona TMEC, es decir, en Norteamérica. El representante del sector manufacturero, que representa a más de 6.500 compañías afincadas en México, añade que participarán en las mesas de trabajo de Estados Unidos para apuntalar la agenda nacional en los temas de contenido regional, reglas de origen, facilitación aduanera, entre otros.
Frente a los reflectores, las principales cúpulas empresariales han cerrado filas en torno al plan de la presidenta, sin embargo, en las cifras estará por ver si los empresarios pueden soportar el aumento de costos, e incluso, de tiempos, que supondría cambiar de proveeduría. Mientras tanto, y a contrarreloj, los industriales ya diseñan una nueva estrategia logística y de suministro para después del 4 de marzo, en espera de las nuevas definiciones de la relación comercial entre México y Estados Unidos.
Fernando Turner, empresario del sector automotriz, explica que las cadenas de suministro ya están muy integradas y será complicado romper esas cadenas de proveeduría, más si, de manera local, no existe una estructura de producción sólida. “México no tiene una estrategia proactiva en medio de esta guerra comercial entre EE UU y China, está actuando reactivamente, mientras el déficit está creciendo con un déficit de más de 100.000 millones de dólares”.
El experto en comercio internacional del CIDE, Adolfo Laborde, advierte de que el segundo paso para México es formular una nueva política de industrialización y desarrollo regional que, poco a poco, fortalezca la base exportadora de México. “Si nos quedamos con la estructura exportadora actual, esta nueva estrategia solo facilitaría las exportaciones de las trasnacionales instaladas en el país, cuyo fin es producir y vender en América del Norte. Se necesita un nuevo nacionalismo económico impulsado por empresarios mexicanos, permeado por procesos de innovación, desarrollo regional y fortalecimiento de capacidades productivas para redefinir el rumbo de las relaciones económicas del país”, concluye.
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