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México busca un acuerdo de última hora con Estados Unidos para esquivar los aranceles del 25% al acero y al aluminio

El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, viaja a Washington para tratar de negociar con el Gobierno de Trump la imposición del 25% de tarifas sobre estas materias primas

Marcelo Ebrard en Ciudad de México, el 3 de marzo de 2025.
Marcelo Ebrard en Ciudad de México, el 3 de marzo de 2025.Mario Guzmán (EFE)
Karina Suárez

México pelea por un acuerdo in extremis con Estados Unidos para esquivar los aranceles del 25% sobre el acero y el aluminio. A partir de este miércoles, el Gobierno de Donald Trump comenzará a cobrar este impuesto a todas las importaciones de estas materias primas. Sin embargo, el Gobierno de Sheinbaum busca un trato diferenciado, bajo el amparo del TMEC, para esquivar la medida, como ocurrió en días pasados con la amenaza del arancel generalizado del 25% a las exportaciones mexicanas, un amago que fue aplazado a abril próximo. El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, y el subsecretario de Comercio Exterior, Luis Rosendo Gutiérrez, viajaron este lunes a Washington para reunirse con funcionarios estadounidenses. A diferencia de la tarifa generalizada que el Gobierno mexicano logró pausar —vía golpes al narcotráfico y a otros compromisos comerciales y de migración— los expertos anticipan que, en este caso, no podrán eludirse estas tarifas contra México.

Un empresario del sector siderúrgico que prefiere no ser citado explica que, si el arancel aplica solo para las exportaciones de México hacia Estados Unidos, el impacto principal será para los consumidores estadounidenses. “En acero el problema sería que las ventas disminuirían porque perderían competitividad y acabarían siendo sustituidas por producción local de EE UU. En aluminio el costo lo absorberán entre los consumidores y las empresas importadoras porque en el corto plazo no habría cómo sustituirlo. El sector automotriz sería el más afectado, si México responde el problema sería mayor porque se importan aceros planos para los vehículos y solo llegan de Estados Unidos”, detalla.

No es la primera vez que Trump fija el punto de mira en el acero y aluminio. Al ser dos materias primas estratégicas para las industrias metal-mecánica y automotriz son pilares en su batalla para volver a industrializar a Estados Unidos, una estrategia que ya aplicó en su primer mandato. En junio de 2018, Estados Unidos impuso tarifas sobre las importaciones de acero y aluminio del 25% y 10%, respectivamente, para Canadá, México y la Unión Europea. Los impuestos estuvieron vigentes para México hasta el 20 de mayo del 2019, luego fueron retirados. En el fondo de los aranceles de esos años y los de ahora está el avance industrial de China, el principal productor de acero y aluminio en el mundo. De acuerdo con la publicación World Steel, más de la mitad de la producción mundial de acero, cifrada en 1.890 millones de toneladas, provienen de China.

Gabriela Siller, directora de Análisis de Banco Base, relata que en el primer mandato de Trump las importaciones de acero y aluminio que realizó Estados Unidos de México aumentaron a pesar del arancel, debido a un efecto sustitución, en ese entonces, Canadá fue el gran perdedor con este arancel. “Trump quiere obligar a las empresas mexicanas estratégicas, como la acerera y la automotriz, a que exporten bajo el TMEC porque así puede endurecer las reglas de origen, aislar a China y que se comercie más dentro de América del Norte”, explica. De acuerdo con las cifras revisadas por Banco Base, las importaciones de origen mexicano de acero y aluminio rebasaron los 8.300 millones de dólares durante los 12 meses que se implementó el arancel, lo que supuso un alza del 7,5%, en comparación al mismo periodo del año previo.

México es el tercer proveedor de acero para Estados Unidos, solo detrás de Canadá y Brasil, sin embargo, también adquiere muchos aceros especializados de su vecino del norte. De acuerdo con las cifras de Economía, el país tiene un saldo deficitario en la compra de aceros y aluminio por más de 6.800 millones de dólares. Ebrard ha esgrimido en varios espacios que estas cifras serán una de sus principales armas para defenderse de los aranceles que pretende imponerle EE UU a la industria siderúrgica nacional.

Las acereras mexicanas rechazaron esta medida desde el inicio y solicitaron al Gobierno mexicano represalias en productos siderúrgicos en caso de no lograrse un trato diferenciado para México. “El balance comercial del acero entre ambos países refleja un superávit de 2,3 millones de toneladas a favor de Estados Unidos en 2024, por lo que no existe justificación alguna para la imposición de aranceles al acero mexicano. Los aranceles amenazan el 75% de las exportaciones de acero mexicano, valuadas en 2.100 millones de dólares, poniendo en riesgo empleos e inversiones clave en nuestro país”, indicaron en un comunicado.

La cruzada de Trump para regresar la manufactura a su país, vía aranceles, trae en vilo al mundo. En febrero pasado, el republicano anunció que impondrá un arancel del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio del mundo. Pese a los riesgos de elevar la guerra comercial con este arancel universal, Trump considera que los beneficios de los gravámenes anunciados serán mayores para la industria nacional de acero y aluminio que sus perjuicios para el resto.

Pedro Tello, experto en temas económicos, advierte de que si bien el golpe de este arancel afectará el comercio binacional, el impacto mayor será para el propio mercado estadounidense, ya que EE UU no cuenta con el músculo para abastecer con estos insumos a sus factorías. “El mayor efecto recaería sobre los sectores estadounidenses que dependen de la importación de ambos productos, entre los que destacan los sectores construcción, equipos electrónicos, médicos, maquinaria y equipos eléctricos, autos y autopartes. Las empresas norteamericanas no podrían sustituir a los proveedores extranjeros y estarían frente al dilema de absorber total o parcialmente los mayores costos de importación o trasladarlos al precio final”, abunda.

Por este motivo, el especialista asegura que existe una elevada probabilidad de que México y Canadá, dos de sus principales proveedores externos, queden exentos, al amparo del TMEC, para evitar paros técnicos en los sectores estadounidenses que resultaran afectados por la entrada en vigor de dicha decisión. “Aun si decide el gobierno de Trump mantener los aranceles a México, a pesar de las negociaciones emprendidas por el Secretario de Economía, Marcelo Ebrard, es probable que, en el caso de nuestro país, la medida tenga una duración de corto plazo”, zanja.

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Sobre la firma

Karina Suárez
Es corresponsal de EL PAÍS en América, principalmente en temas de economía y sociedad. Antes trabajó en Grupo Reforma. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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