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Crisis financiera mundial

El electoralismo bloquea el plan de rescate

McCain acude al debate con Obama pese a la falta de acuerdo

Juan Jesús Aznárez

Tras varios días de incertidumbre, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, John McCain, acudió al cara a cara con el demócrata Barack Obama, celebrado en Oxford (Misisipi). Aunque prometió no abandonar la capital hasta el fin de las negociaciones aún abiertas entre republicanos y demócratas sobre el plan de salvamento de Wall Street, presupuestado en 700.000 millones de dólares (477.000 millones de euros), el cálculo de riesgos electorales aconsejó a McCain ponerse frente a Obama en un debate que empezó instantes después de las tres de la madrugada de hoy en la España peninsular. "Lo mejor que puedo hacer para explicar mi visión del país es acudir al debate", declaró McCain horas antes de su comienzo.

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Ambos contendientes permanecieron durante todo el día de ayer muy atentos al desarrollo de los acontecimientos en el Congreso, que el jueves fueron caóticos y demostrativos también de la trascendencia económica, social y política del plan bajo escrutinio del legislativo norteamericano.

La jornada comenzó, al igual que la anterior, con invocaciones al optimismo y a la responsabilidad de los actores implicados en la solución de una crisis mayúscula, calificada de Pearl Harbor financiero por el multimillonario Warren Buffett. Y la onda expansiva del bombazo financiero sacudió la calle. Miles de personas se manifestaron en diversas ciudades exigiendo que no se recompense a los ejecutivos responsables de la catástrofe, ni se castigue a la clase media con nuevas cargas impositivas.

En una temprana alocución, dirigida a tranquilizar los mercados bursátiles, el presidente George Bush prometió implicarse en la consecución de una fórmula susceptible de contentar a los dos partidos, y a sus cabezas de filas, Obama y McCain, especialmente preocupados por la aceptación social del eventual arreglo.

Cualquier solución que pase por el agobio fiscal del contribuyente, es decir, de los electores del próximo 4 de noviembre, no será bienvenida en ninguno de los partidos porque la política electoral contaminó las negociaciones del Congreso, sometido a la presión de los candidatos y de los redactores de un plan de salvamento necesario, pero de incierto futuro y contenido.

La irrupción de esos intereses electorales fue tan descarada que debió ser reconocida por el líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, que acusó directamente a McCain. "Su presencia en Washington [tras suspender la campaña el pasado miércoles] no ha ayudado, sino que ha hecho daño. Y repito: ha hecho daño".

Relevantes legisladores demócratas y republicanos habían alcanzado el jueves un principio de acuerdo, contenido en un documento de 112 páginas, pero parte de la bancada republicana de la Cámara de Representantes lo habría rechazado, proponiendo otro plan alternativo, tras reunirse con el candidato. El senador republicano Richard Shelby, opuesto a la operación concebida por la Casa Blanca, reclamó cambios en su estructura para poder apoyarlo. "Tal como está no va a funcionar", declaró. No pocos republicanos, por definición, objetan el excesivo intervencionismo del Gobierno en el rescate en detrimento del sector privado.

La dirección demócrata, más cómoda en la maniobra política por la ventaja electoral de su abanderado y por su carácter de oposición al Ejecutivo, pidió a Bush que ponga orden en sus filas si quiere conseguir, como reclama, un rápido acuerdo sobre la millonada para impedir el descalabro del sistema, la entrada del país en recesión y la inestabilidad social. "Hay desacuerdos sobre aspectos del plan, pero ninguno sobre la necesidad de hacer algo", subrayó el presidente. Durante las negociaciones, los demócratas dejaron claro que las enmiendas son innegociables, entre ellas la que establece cautelas en la ejecución de las hipotecas basura, y la que reduce los salarios e indemnizaciones en las entidades a salvar con los 700.000 millones de dólares de la histórica operación de rescate.

La estricta supervisión de los fondos es otra de las condiciones del partido mayoritario y otro punto en discusión es la creación de un seguro bancario, en condiciones todavía no determinadas, que proteja a las personas afectadas por las hipotecas basura.

Tratando de lograr un acuerdo antes de su comparecencia en el debate, fundamental para proclamar "misión cumplida", McCain desarrolló una frenética ronda de consultas con los líderes republicanos en el Congreso, con la Casa Blanca, con el secretario del Teosoro, Henry Paulson, y con el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke. "[El candidato] es optimista respecto a que se hayan hecho progresos hacia un acuerdo bipartidista y existe un marco para que todas las partes estén representadas en las negociaciones", según un comunicado de su cuartel general. Los portavoces de los partidos coincidieron en la necesidad de mantenerse reunidos el tiempo que haga falta para lograr una solución que satisfaga al Congreso, a la Casa Blanca y que salve al país del naufragio.

La clase política trabaja para salir del atolladero y el vicepresidente, Dick Cheney, suspendió dos viajes a Nuevo México y Wyoming para participar en las negociaciones y tratar de revertir una situación complicada. La opinión pública parece sentir, a juzgar por las conversaciones en la calle, que la principal responsabilidad del bloqueo reside ahora en la división del partido republicano. La portavoz de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, pidió al secretario del Tesoro, Henry Paulson, que se pronuncie sobre la alternativa republicana, la iniciativa que el jueves causó el caos y el desconcierto al hacer descarrilar el principio de acuerdo forjado por los notables de los partidos.

El líder demócrata en el Senado, Harry Reid (izquierda), y su compañero Chris Dodd salen de una rueda de prensa.
El líder demócrata en el Senado, Harry Reid (izquierda), y su compañero Chris Dodd salen de una rueda de prensa.EFE

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