Confusión en la innovación
Seis obras para un viaje por las tendencias artísticas que dominan Arco 08 - Brasil, país invitado, es el claro exponente del predominio de la fotografía
"¿Dónde hay un mapa?". La pregunta era inevitable y el plano, por supuesto, imprescindible. La nueva ubicación de Arco añadió ayer confusión a la ya habitual en cualquier primer día. En este caso, el de un certamen que hoy inauguran los Reyes y mañana abre al público su 27ª edición con 257 galerías. Brasil, el país invitado, es el claro exponente del reinado de la fotografía, estrella de la feria.
Arco ha ganado en amplitud y mantiene, o incluso aumenta, el nivel medio de calidad de las propuestas presentadas por los galeristas. El tono general es serio, sin grandes estridencias más allá de la anécdota de algunas piezas aisladas que consiguen provocar asombro, algo cada vez más difícil en lo que al arte contemporáneo se refiere.
El arte de las vanguardias históricas cada vez es más minoritario en los stands de Arco, aunque en la Feria pueden verse algunas perlas, como es el caso de Composición surrealista con personajes (1935), preciosa joya sobre papel de lija de Miró que la galería Barbié reservó ayer por 750.000 euros.
Ayer por la mañana, en la jornada de puertas abiertas a profesionales y periodistas, el protagonismo recayó en el ministro brasileño de Cultura, Gilberto Gil, quien animó a conocer el arte que se hace en su país y ensalzó la dimensión económica de la cultura como un elemento a promocionar y defender, también desde el Estado.
Por encima de tendencias y soportes artísticos, esta primera jornada pasará a la historia por el desconcierto del visitante en la nueva ubicación. De hecho, ya no son dos sino tres, los pabellones que ocupa la feria. Los dos de mayores dimensiones, dedicados al programa general, son amplios y están bien organizados. Sin embargo, el tercero, situado en la segunda planta, a la que hay que acceder por escaleras mecánicas, es una especie de complicada kasbah.
La nueva disposición de espacios en la Feria provocó que, durante toda la jornada, fuera una aventura encontrar las galerías brasileñas, las dedicadas al arte emergente o las latinoamericanas. Los servicios de restauración estaban colapsados, los roperos saturados y no funcionaban las máquinas de control de estacionamiento. Un caos que puso nervioso a más de uno y que se espera pueda ser reconducido por el bien del certamen.
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