Señora vicepresidenta: esto no es suficiente
Lo más fácil para el Gobierno es acusar a los sectores más conservadores de la sociedad de organizar un teatro antiabortista en el que actúan con mejor o peor fortuna la Iglesia, grupos ultracatólicos, jueces y hasta el Seprona; lo difícil es asumir su responsabilidad.
Lo más fácil para la izquierda -también para las mujeres de izquierda- es callar y esconder la cabeza entre la polvareda electoral esperando que pase la tormenta; lo difícil, quién lo iba a decir, es la coherencia.
Y lo más fácil para la vicepresidenta es declarar que el Gobierno "no tolerará" que se intimide a las mujeres que han ejercido su derecho al aborto; lo difícil es asumir que ya lo ha tolerado.
Son días sensibles, y los periodistas podemos poner el foco en los obispos y esos grupos católicos que han denunciado prácticas ilegales hasta llevar ante el juez a decenas de mujeres que, además de haber abortado, tienen la doble desgracia de recibir en casa a la Guardia Civil. O poner el foco en el PP, que simula con la hipocresía habitual su afecto a las teorías y manifestaciones eclesiásticas y no tiene la menor intención de prohibir el aborto. Pero esta vez, debemos poner el foco en el Gobierno del PSOE, que prometió acometer una ley de plazos que cerraría los poros por los que se cuela la presión antiabortista en la vigente ley, y que ha incumplido ante cientos de miles de mujeres.
El Ejecutivo dice que "no tolerará" el acoso a las mujeres, pero ya lo ha hecho
¿Política social, extensión de los derechos, lucha por la igualdad y el bienestar de las mujeres, promete Zapatero para una próxima legislatura? ¿Dijimos coherencia?
El PSOE ha mirado hacia otro lado mientras sabe que el 98% de los abortos se realiza en clínicas privadas, mientras las ciudadanas han renunciado silenciosamente a que la sanidad pública afronte su responsabilidad. El PSOE ha fracasado si quiere pasar a la historia como héroe de la igualdad de los homosexuales (más de 6.000 bodas hasta la fecha gracias a una ley pionera y ejemplar para todo el mundo) y al mismo tiempo se olvida de los cambios a una ley a la que se acogen 100.000 mujeres al año. Y todos hemos fracasado si el aborto se ha consolidado como una opción anticonceptiva y hemos renunciado a una educación sexual eficaz.
Pero esto no es ETA, no es la inflación, no son los estatutos de autonomía ni la crispación. Al fin y al cabo, es sólo el problema de unas pobres diablas, que ni siquiera alzarán la voz, bastante tienen con lo suyo. A ellas les importa mucho, pero a los políticos-avestruz, no.
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