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El aumento de la obesidad incrementa la incidencia de apneas durante el sueño

Un estudio relaciona las interrupciones nocturnas de la respiración con la hipertensión

Las patologías del sueño van en aumento. En la lista de este tipo de enfermedades, las apneas obstructivas del sueño (SAOS) ocupan ya el segundo lugar, únicamente precedidas por el insomnio. Un 10% de la población las sufre, y casi la mitad de los casos es grave, un calificativo que utilizan los médicos cuando el paciente tiene paradas respiratorias que duran unos 30 segundos, con una frecuencia entre 20 y 30 por hora.

El aumento de esta patología del sueño va de la mano de otra, la obesidad. La obesidad hace que "la musculatura que mantiene la vía superior abierta no funcione bien, por lo que se dan paradas respiratorias con mayor frecuencia", explica Josep Maria Montserrat, investigador de la Unidad Multidisciplinar del sueño del hospital Clínic de Barcelona y miembro del comité organizador del Congreso Internacional de Enfermedades del Sueño celebrado en Barcelona.

Los paros respiratorios alteran las hormonas que regulan el apetito, la leptina y la grelina

Los expertos en el estudio del sueño también han observado una clara relación entre la obesidad, la apnea y el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y se plantean una pregunta: ¿Qué es primero, la apnea, la obesidad o la hipertensión? Aunque la obesidad parezca estar en el origen de estas dos patologías, para Javier Nieto, investigador del departamento de epidemiología y salud pública de la Universidad de Wisconsin, la apnea podría ser precisamente el factor desencadenante. "La obesidad causa apnea, pero la apnea complica la obesidad". La falta de suministro de oxígeno y los pequeños despertares que conlleva derivan en diferentes desórdenes metabólicos. "Se altera la producción de diferentes hormonas, como la leptina y la grelina, las hormonas que regulan el apetito", explica Nieto. Además, "la persona que sufre apneas severas tiene sueño durante el día y se mueve poco".

Del mismo modo, "la apnea puede ser importante en los dos factores más importantes para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares: la hipertensión y la diabetes", explica el investigador. "En cada episodio de apnea sube la tensión arterial, por lo que si no se cuida podría desencadenar en una hipertensión arterial crónica", afirma Nieto. Aunque esta correlación resulta controvertida, cada vez son más los estudios que la respaldan. Patrick Levy, director de investigación del Instituto del Sueño y de la Vigilancia del Inserm, ha realizado recientemente un estudio con 67 pacientes que sufrían apnea nocturna y ha podido confirmar que todos ellos sufrían hipertensión. Del mismo modo, la apnea también incide en los niveles de glucosa.

El no dormir bien de noche a causa de estas interrupciones nocturnas de la respiración tiene su contrapartida durante el día. Las personas que sufren apnea están agotadas y se pueden dormir sin darse cuenta. Además, la falta de oxígeno por estas interrupciones incide sobre funciones cognitivas como la memoria y la atención. Según los expertos, esto supone un peligro a la hora de desarrollar actividades que requieren de concentración y aumenta el riesgo de accidentes laborales y de tráfico. "La persona que sufre apneas tiene un 40% más de posibilidades de tener algún accidente de tráfico", explica Montserrat.

Estudios realizados por el Inserm demuestran que "en las personas que sufren apneas existe un déficit de atención que supone un retraso en el tiempo de reacción de medio segundo ante una situación inesperada, como puede ser algún percance al volante", según Patrick Levy. Los dos investigadores indican que las normas de tráfico deberían ser más estrictas a la hora de controlar si las personas que poseen el carnet sufren apneas.

La normativa española contempla que, igual que otras patologías como la epilepsia o la diabetes, la apnea y la narcolepsia (otra patología que causa sueño diurno) deben ser controladas en las revisiones médicas del carnet de conducir. Sin embargo, cuando los conductores se someten a revisiones médicas periódicas, "muchas veces el facultativo no se lo pregunta, o si se lo pregunta el conductor miente", afirma Montserrat. Los expertos europeos piden mayores controles, por lo que se han unido en el proyecto europeo Cost Action, con el propósito de presionar a las autoridades competentes en cada país.

Los expertos también coinciden en que tratar la apnea puede prevenir las enfermedades cardiovasculares. Para detectarla, es importante observar el propio sueño. "No todas las personas que roncan desarrollan apneas, pero el roncador que tiene sueño durante el día, seguramente las padece", explica Montserrat.

Dos jóvenes duermen en los vagones del metro de Barcelona a primeras horas de la mañana.
Dos jóvenes duermen en los vagones del metro de Barcelona a primeras horas de la mañana.TEJEDERAS

Adolescentes mal dormidos

Con el cuerpo en clase y el cerebro en la almohada". La cita es de Mary Carskadon, investigadora de la Brown University que ha realizado diversos estudios para cuantificar lo que duermen los adolescentes norteamericanos. La media duerme menos de lo que debería, siete horas frente a las ocho mínimas que serían necesarias. Además, una cuarta parte duerme 6,5 horas. Según sus resultados, en las aulas americanas uno de cada dos niños va mal dormido.

En España, la situación podría ser similar. Gonzalo Pin, coordinador de la Unidad Valenciana del Sueño del hospital Quirón, ha realizado un estudio con 755 adolescentes valencianos. El 52,8% confiesa dormir 7,5 horas. Un 4% duerme menos de seis horas. Entre las causas más comunes por las que duermen poco están Internet y el teléfono móvil.

"Los niños se van a la cama con el móvil; cerca de un tercio de los adolescentes estudiados confesó que reciben una media de cuatro mensajes por la noche", explica Pin.

"El problema es que entre los 11 y los 14 años dormir es muy necesario, porque en las fases del sueño se segrega hormona del crecimiento. Sin embargo, la sociedad está transmitiendo lo contrario", afirma el investigador valenciano.

La falta de sueño en adolescentes y niños tiene claros efectos cognitivos. Durante el Congreso Internacional de Enfermedades del Sueño se presentaron diferentes estudios que mostraban una clara relación entre hiperactividad y falta de sueño. "La mitad de los niños hiperactivos tienen trastornos de sueño", afirma Mila Merino, investigadora del hospital Universitario La Paz, en Madrid. "Del mismo modo, también ocurre al revés, que los niños que duermen mal presentan síntomas similares a la hiperactividad". Debido al cansancio, también les cuesta concentrar la atención y dispersan su actividad.

La hiperactividad por trastorno del sueño requiere otros tratamientos. "Al hiperactivo real se le dan estimulantes, que no son lo indicado para el niño que duerme mal, por ejemplo, por apneas, porque para acabar con el problema muchas veces hay que extirparle las anginas, porque obstruyen".

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