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La enfermedad de Pinochet

Pinochet, operado a vida o muerte tras sufrir un infarto de miocardio

Cientos de simpatizantes del ex dictador se congregan a las puertas del Hospital Militar de Santiago

El ex dictador Augusto Pinochet, de 91 años, sufrió un infarto de miocardio en la madrugada del domingo, mientras estaba sometido a arresto domiciliario por el asesinato de dos personas durante la dictadura (1973-1990). Fue internado en el Hospital Militar de Santiago, donde después de ser sometido a una intervención de angioplastia para normalizar su circulación quedó en condición grave pero estable. Una revisión de esta intervención practicada al atardecer reflejó que Pinochet ha evolucionado favorablemente, lo que hace innecesaria una cirugía, según el último parte médico. Sus familiares y el comandante en jefe del Ejército, Óscar Izurieta, acudieron al hospital, mientras en las afueras se congregaron decenas de simpatizantes.

Rodeado de sus familiares, Pinochet recibió en la mañana la extremaunción
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El infarto situó a todos los actores ante la posibilidad de la muerte de quien gobernó con mano de hierro Chile durante 17 años. Pinochet llegó al poder derrocando al presidente Salvador Allende en un cruento golpe militar, que dejó más de 4.000 víctimas, fue jefe del Ejército un cuarto de siglo y ahora está procesado por la justicia por sus crímenes y corrupción.

A pesar de que tiene 91 años, padece más de una decena de dolencias, entre ellas diabetes e hipertensión arterial y ha sufrido microinfartos cerebrales, por primera vez el deterioro de su salud llegó a un punto cercano a la muerte, según sus familiares. El hijo menor del ex dictador, Marco Antonio Pinochet, afirmó que su padre estaba "en las manos de Dios y de los doctores". Salvo su reiterada afirmación en los días previos de que sentía el fin cercano, nada hacía prever un infarto.

La esposa del ex dictador, Lucía Hiriart, acompañó al general al hospital en ambulancia, después de que el juez Víctor Montiglio autorizara su salida del arresto domiciliario al que está sometido desde hace una semana. Pinochet sentía dolores estomacales y experimentaba dificultades respiratorias, aunque en ningún momento perdió la conciencia. La ambulancia tardó siete minutos en trasladarlo desde el lujoso barrio de La Dehesa, en el que está ubicado su domicilio, hasta el hospital, donde ingresó en torno a las 2.00 de la madrugada (cuatro horas más en la España peninsular).

La velocidad del traslado al centro médico fue fundamental para el paciente. En el Hospital Militar, dotado de tecnología de vanguardia, los equipos médicos habían sido alertados y estaban preparados esperando para intervenir. El primer comunicado de prensa del hospital, a las 7.00 de la mañana del domingo, informó de que a las 2.00 había ingresado al servicio de urgencias, el "ex general de Chile y ex comandante en jefe del Ejército, Augusto Pinochet Ugarte, producto de una descompensación cardíaca".

Al término de la primera intervención, una angioplastia para dilatar los vasos y restablecer la normal circulación, el médico residente jefe del hospital, Juan Ignacio Vergara, afirmó que el paciente permanece en estado grave pero estable. "Un infarto al miocardio es un riesgo vital, de extrema gravedad", afirmó. En el segundo parte médico, después de que Pinochet fuera sometido a una revisión, Vergara consideró resuelto el problema del edema pulmonar y dijo que el paciente evoluciona favorablemente y que la evolución de su estado en las próximas 24 a 48 horas es fundamental.

La intervención que se le practicó, una angioplastia, se concentró en la falla del músculo cardíaco, mientras le trataban el edema pulmonar por acumulación de líquidos con la aplicación de diuréticos. Como Pinochet ya tenía instalado un marcapasos, el catéter que se le introdujo tuvo ciertas dificultades para la observación de los daños sufridos. El paciente tuvo sólo anestesia local.

Pasado el mediodía acudió a visitar a Pinochet el actual jefe del Ejército, general Oscar Izurieta, el tercero que sucede al ex dictador al frente de esta institución. Aunque sólo han pasado ocho años desde que Pinochet dejó en 1998 la comandancia en jefe de las Fuerzas Armadas, que encabezó durante un cuarto de siglo, el Ejército de hoy es muy diferente al de entonces. Izurieta es quien informa al Gobierno de la evolución del general y ayer el Ejército dio un trato discreto y sobrio al tema. Salvo una excepción, en las primeras horas no fueron al hospital dirigentes de la derecha que gobernó con Pinochet durante 17 años.

El Gobierno de la presidenta Michelle Bachelet enfrentó el infarto de Pinochet con un tratamiento sobrio y distante. En medios de La Moneda se considera que la salud del general es delicada, pero que el desenlace puede no ser necesariamente fatal. El ministro portavoz y en estos días ministro en funciones de Defensa, Ricardo Lagos Weber, la única autoridad que se refirió públicamente al caso, sostuvo que la situación no complica al Gobierno, que está preparado para cualquier escenario. Lagos estimó de "mal gusto" referirse a la posible muerte del general y a las ceremonias que corresponderían en tal caso. En los escenarios analizados con anterioridad se preveía que Bachelet no acudiría a las exequias de un ex dictador procesado por crímenes y corrupción.

Rodeado de sus familiares, Pinochet recibió en la mañana la extremaunción de los enfermos. Más tarde, el obispo castrense Juan Barros pidió orar por el general. La mayor de sus hijas, Lucía, entró en el hospital llorando y la secretaria privada del ex dictador, Mónica Ananías, también procesada por la fortuna que Pinochet y su círculo cercano mantuvieron depositada en secreto en el banco Riggs y en otras instituciones en el exterior, entró desencajada en el hospital. "¿Usted cree que es fácil esto?" replicó con lágrimas en los ojos a los periodistas.

En el exterior fueron instaladas vallas para contener a los simpatizantes del general que comenzaron a acercarse al centro sanitario. Un manifestante sostenía en la ventana de su coche un retrato de Pinochet con una simple leyenda: "Inmortal".

El general Luis Cortés Villa, que fue uno de los más cercanos al ex dictador, sostuvo que Pinochet nunca había ingresado en un hospital en tales condiciones. "Entró muy mal, pero muy mal, jamás lo habíamos visto así", dijo.

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