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El futuro de Cataluña

CiU busca el gran pacto con el PSC, pero los socialistas apuestan por reeditar el tripartito

Francesc Valls

Convergència i Unió (CiU) comenzó ayer su descarte sobre las futuras alianzas. El retrato robot del aliado que buscan los nacionalistas no deja margen al error: el socio deseado es el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC). Pero los socialistas, todavía en un discreto pulso con el PSOE para dibujar su futuro, siguen apostando de momento por reeditar el tripartito (PSC, ERC e ICV) como primera opción y mientras su primer secretario, José Montilla, no rompa su prudente silencio y se manifieste en otro sentido.

Así estaban las cosas en la tarde ayer, después de que los nacionalistas de Artur Mas ya por la mañana hubieran dibujado en la reunión de su ejecutiva esos trazos del socio preferido, que tanto se asemejan al perfil de Montilla.

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Las condiciones que la dirección de CiU ha puesto son: un Gobierno sólido y estable, más allá de una mera mayoría parlamentaria; un Ejecutivo capaz de desplegar el nuevo Estatuto y con facilidad de interlocución con la Administración central; que haga cicatrizar las heridas surgidas de la confrontación estatutaria en la sociedad y en la política española, según apuntó el secretario general de CiU, Josep Antoni Duran Lleida.

Para acabar de identificar ese perfil deseado, los convergentes no dejaron espacio al más mínimo asomo de imaginación política y subrayaron dos condiciones adicionales: que el socio se comprometa a impulsar un plan de infraestructuras y que apoye el cuarto cinturón -carretera que debe sortear el núcleo de mayor densidad de la gran Barcelona-, propuesta esta última por la que sólo apuestan convergentes y socialistas.

Con un dibujo tan nítido, los nacionalistas de centro-derecha esperan no dejar nada al azar ni caer en el exceso de confianza del que pecaron en 2003, cuando sus dirigentes se fueron de vacaciones mientras el tripartito fraguaba el acuerdo de Gobierno conocido como el Pacto del Tinell , que les envió a las tinieblas exteriores de la oposición. En aquella ocasión, Montilla, uno de los arquitectos del tripartito, dijo a CiU que se había equivocado de puerta llamando a la sede socialista madrileña de la calle de Ferraz. "El PSC tiene su sede en la calle de Nicaragua de Barcelona", recordó el primer secretario del PSC. Ayer, el segundo de Artur Mas, Josep Antoni Duran, aseguraba por activa y pasiva que no ha habido ninguna llamada a Madrid y que el PSC debe decidir de forma soberana qué quiere hacer. "Ni siquiera hemos recibido una llamada de felicitación de Zapatero", sostuvo el propio Mas. Pero en la sede de Convergència había ya quien hablaba claramente, quizá entre el deseo manifiesto y la realidad oteada, de que Mas sería el próximo presidente de la Generalitat y que tendría como primer consejero al número dos de la lista del PSC, el actual consejero de Economía, Antoni Castells.

Reunión Mas-Montilla

Para el PSC constituye una pesadilla política, asegura un destacado dirigente, un Gobierno sociovergente, en el que los socialistas quedarían relegados a tareas auxiliares, mientras CiU acabaría contando con ministros en Madrid y grupo parlamentario propio, lo que le dotaría de todas las herramientas políticas para rentabilizar en solitario la gestión de ese Gobierno catalán de gran coalición. Mientras, el PSC quedaría sumido "en el magma" del Grupo Socialista en el Congreso, y su participación en el Gobierno, difuminada.

Por eso, el portavoz del PSC, Miquel Iceta, puso ayer énfasis ante los medios de comunicación en que la prioridad de su partido es "el entendimiento con los progresistas". Y esta vez les puso nombre y apellido: Esquerra Republicana e Iniciativa Verds-Esquerra Unida. No obstante, Iceta quiso subrayar que ese acuerdo no sería a cualquier precio y que debía debatirse a fondo el funcionamiento del Gobierno para evitar los errores del pasado. En la reunión de la ejecutiva de los socialistas catalanes celebrada por la tarde, el presidente del partido y de la Generalitat, Pasqual Maragall, expresó su apoyo a Montilla y le instó a reeditar el tripartito. Pero la cúpula del PSC no quiso cerrar la puerta a otras posibilidades de Gobierno. De hecho, esta mañana se producirá la reunión entre Artur Mas y José Montilla.

El grueso del PSOE se inclina por una gran coalición PSC-CiU -con la consiguiente contrapartido del apoyo de los nacionalistas al Ejecutivo central- y de ahí el conflicto, de momento latente, con los socialistas catalanes, quienes alegan que esa fórmula yugula la alternancia política en Cataluña. Pero el PSOE trata de impedir la imagen de férreo control sobre el PSC. Ayer, precisamente, el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno central, José Luis Rodríguez Zapatero, cortó de raíz el debate sobre alianzas y resultados de las elecciones catalanas en la ejecutiva de su partido. "El PSC y José Montilla tienen la responsabilidad de dialogar y llegar a acuerdos para buscar una solución que tenga en cuenta los objetivos de esta legislatura, singularmente el desarrollo del Estatuto", dijo, desde un escritorio del Congreso de los Diputados. "Montilla acertará", agregó, informa Anabel Díez.

De manera excepcional, no se produjeron apenas diferencias entre el contenido del debate que hubo en la ejecutiva del PSOE, a puerta cerrada, y las manifestaciones públicas, primero de José Blanco, secretario de Organización, y después del propio Zapatero. Blanco interpretó que su partido hace "autocrítica", al decir que "los errores" y las "complicaciones" que ha habido "durante el recorrido" de la discusión del Estatuto, así como de la gestión del Gobierno tripartito, los habría pagado el PSC "en exclusiva". También se reconoció que "no se han cumplido las expectativas", según palabras de Blanco, en tanto que Zapatero reconoció que, claro, le hubiera gustado que el PSC "ganara las elecciones". En todo caso, se atribuye al partido hermano la característica de ser el único capaz de estar en todas las combinaciones posibles.

Peticiones de ERC

Mientras, continúan las conversaciones entre fuerzas políticas catalanas. Esta vez se acorta el periodo de consultas mutuas: el primero de diciembre, el Parlamento debatirá investir al nuevo presidente.

Así, ya cuentan con fechas los encuentros entre Mas y el líder de Esquerra Republicana, Josep Lluís Carod. ERC, que ha desempeñado otra vez en esta campaña electoral la carta de la equidistancia entre PSC y CiU, se dejará querer por ambas fuerzas, aunque prefiere reeditar el tripartito. De momento, ya ha comenzado a poner condiciones a cualquier acuerdo: que Carod repita como conseller en cap del nuevo Gobierno (algo que en campaña, Montilla rechazó) y que el partido vuelva a ostentar, como en la última legislatura, la presidencia de la Cámara legislativa catalana.

Iniciativa per Catalunya (ICV-EUiA) insistió ayer por boca de su líder, Joan Saura, en la necesidad de reeditar un Gobierno de izquierdas y catalanista. Saura subrayó que Zapatero "no debe interferir" en las negociaciones.

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