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Reportaje:

Vendimia en Ramadán

Tres jóvenes temporeros marroquíes narran su trabajo recolectando uva en una localidad de la Rioja Alavesa

Seis de la tarde del sábado en Navaridas, en la Rioja Alavesa. Los hermanos Benhaddoiu y Mohamed Mjjidi y su amigo Jhossein Bentoania llegan con otros compañeros a la lonja que la agricultora Ana Fernández ha dispuesto en un extremo del pueblo. Ha sido una jornada más de trabajo en la vendimia que estos días se vive con intensidad en la zona, donde continuará el trabajo hasta mediados de octubre. Este grupo de temporeros participa en la campaña dentro del programa que el sindicato UAGA ha emprendido para dignificar las condiciones de los trabajadores en el campo y evitar las mafias.

El alojamiento es sencillo, pero digno: una gran estancia donde se distribuyen camas y literas, una cocina-comedor y aseos. Como en años anteriores, la vendimia coincide con el Ramadán, la época del año en que los musulmanes ayunan durante el día. Y Benhaddoiu, Mohamed y Jhossein son creyentes. "Lo peor es no poder beber agua", comentan casi al unísono, cuando se les pregunta por el sacrificio que supone mantener ese ayuno mientras se realiza un trabajo tan duro como la recolección de la uva.

"Los agricultores respetan nuestra religión y establecen un horario que tiene en cuenta el ayuno"

Conocen las tareas del campo. Han estado ya en Jaen, Tarragona y Albacete, hasta que hace un par de años llamaron a la UAGA para interesarse por este tipo de contratos. Como ellos, 300 temporeros han logrado un trabajo con 120 agricultores, entre la Llanada y la Rioja alavesas. Mohamed, de 18 años, es el más joven e ilusionado de los tres. Le gusta La Rioja, donde no le importaría quedarse. "Lo que ocurre es que no hay trabajo todo el año, y eso que venimos también a la poda, la espergura y el desniete", otras de las labores que requiere la viña, comenta Jhossein.

Estos tres jóvenes son unos afortunados, en cierto modo, pues llegan con un contrato en condiciones que les permite tener un alojamiento digno y un horario definido. "Además, los agricultores respetan nuestra religión y establecen un horario que tiene en cuenta el ayuno, aunque para ellos tenga el inconveniente de que no paramos al mediodía", dice Mohamed.

Con todo, también tienen sus quejas por lo ajustado del sueldo, ya que han de pagar parte para el alojamiento. "En Tarragona, ganamos más y vivimos en un piso, pero también la jornada es más dura", explican. "En general, nuestra impresión es equilibrada: si en un lugar las condiciones laborales son mejores, en otro es el sueldo y en otro, la estancia", apunta Mohamed.

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Jhossein y Benhaddaiu son mayores y están mas curtidos, pero todavía charlan con buen humor, pese a que llevan todo el día con el estómago vacío. Al fin y al cabo, tienen energías y no están obligados a mantener una familia como otros temporeros, muchos de ellos portuguese, que también están trabajando en la Rioja Alavesa.

En este último caso, la precariedad es mayor. Mujeres, hombres y, a veces, hasta niños sin escolarizar vendimian también estos días, un ejemplo extremo de la pervivencia de la explotación laboral de trabajadores que viven en campamentos insalubres a las afueras de los pueblos. "Nosotros apalabramos una cantidad con el agricultor para vendimiar sus fincas y trabajamos a destajo hasta que terminamos", explica uno de los jefes de estas cuadrillas, que no quiere identificarse.

Por eso, los hermanos Benhaddoiu y Mohamed Mjjidi y su amigo Jhossein Bentoania gozan, a pesar del Ramadán, de una vendimia privilegiada. "En un par de días, se te quita la sensación de hambre y trabajas sin angustia", aclara Mohamed, erigido al final de la conversación, desde su ingenuidad juvenil, en portavoz de este trío de jóvenes marroquíes.

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