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Reportaje:65ª Feria del libro de Madrid

Las grandes pasiones de Vargas Llosa

El autor de La casa verde conversa con Juan Luis Cebrián sobre el mundo y la literatura

José Andrés Rojo

La noción sartreana de compromiso, el erotismo y la revolución de las costumbres, la pasión por el teatro y el fracaso del liberalismo en América Latina fueron los grandes ejes que articularon el diálogo entre el escritor y académico Juan Luis Cebrián y su colega Mario Vargas Llosa, que se produjo ayer en el pabellón del Círculo de Lectores en la Feria del Libro. La excusa: el inicio de la publicación de las obras completas del autor de Conversación en La Catedral, la novela de las suyas, como reconoció ayer, que se llevaría a una isla si sólo pudiera llevarse una de ellas.

La atmósfera del encuentro fue distendida, aunque los dos escritores disintieron un tanto cuando hablaron de los cambios sexuales en la España más reciente. Minucias. Como reconocieron ambos, entre los dos "son muchas las coincidencias y muy pocas las discrepancias". Cebrián aludió a las opiniones de ambos sobre el gobierno de Aznar entre estas últimas, pero lo cierto es que la marca generacional se nota en los dos. Bebieron la pasión revolucionaria de los sesenta y compartieron la idea de que la literatura, aunque sea a largo plazo y de una manera impredecible, termina por cambiar la conciencia y los puntos de vista de tantos lectores y, por tanto, modifica un poco el mundo, como predicaba hace tantos años Jean Paul Sartre. Coincidieron también cuando se produjeron los primeros gestos de rebelión sexual. Y ambos, aunque de maneras acaso diferentes, son radicales defensores de las libertades y la democracia.

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París, 1964. Juan Luis Cebrián busca trabajo como becario en France Presse. Tiene suerte: lo llevan a la silla que acaba de abandonar un joven latinoamericano que ha ganado un premio literario y ha decidido dedicarse a escribir. "Me senté allí con la vaga esperanza de que se me pegara algo", contó Cebrián para abrir el diálogo que, en pocos minutos, se deslizaba ya por las herencias de autores como Sartre, Faulkner y Flaubert. Vargas Llosa se refirió a los tres para explicar las grandes influencias que marcan su literatura.

Son dos los volúmenes, el primero y el sexto tomos de los diez que serán finalmente, que han aparecido en Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores de las obras completas de Vargas Llosa. El primero reúne las narraciones y novelas que publicó entre 1959 y 1967, donde se incluyen algunas de sus piezas más conocidas, como La ciudad y los perros y La casa verde. El otro es la primera entrega de sus ensayos literarios, y en él puede encontrar el lector uno de los títulos que desde hace tiempo era inencontrable -García Márquez: Historia de un deicidio-, junto a sus trabajos sobre Flaubert, Arguedas o el Tirant lo Blanc.

El erotismo fue la segunda estación en la que se detuvieron los dos escritores. Cebrián comentó que sus novelas estaban llenas de puterío y Vargas Llosa contó de su iniciación sexual y de su pasión por la literatura erótica (francesa, sobre todo), que descubrió de joven cuando trabajaba en la biblioteca de un distinguido club de Lima. Hablaron también de teatro, de las piezas que ha escrito Vargas Llosa y de su reciente conversión en actor.

Y trataron de política. Cebrián quiso saber de las razones del fracaso del liberalismo en América Latina y del ascenso de los populismos. Vargas Llosa dijo que la aplicación de las recetas liberales en gobiernos como el de Menem y Fujimori había sido errónea: entregaron la propiedad pública a un monopolio privado. No creció la competencia, no creció la economía, no bajaron los precios. Sino todo lo contrario. Reivindicó, en cambio, la política liberal que se ha hecho en Chile y que ha permitido a ese país mejorar económicamente y consolidar su democracia.

Mientras Cebrián y Vargas Llosa hablaban del mundo y la literatura, pocos metros más allá, en otro pabellón, el escritor portugués y premio Nobel José Saramago, que no paró de firmar durante el día, presentó con Gregorio Peces Barba un libro sobre la Guerra Civil española: Héroes de los dos bandos (Temas de Hoy), de Fernando Berlín, director de radiocable.com y colaborador de la Cadena Ser y de Cuatro.

Es el último capítulo de una iniciativa que lanzó, a mediados de 2005, a través de la web y de las antenas de la radio, la de recuperar los testimonios de cuantos habían ayudado a alguien durante la Guerra Civil española más allá de su ideología y del bando en que les tocara vivir la contienda.

Mario Vargas Llosa, a la izquierda, conversa con Juan Luis Cebrián, ayer en la Feria del Libro.
Mario Vargas Llosa, a la izquierda, conversa con Juan Luis Cebrián, ayer en la Feria del Libro.CRISTÓBAL MANUEL

Celebración de la lentitud

"Declaro que una hermosa mañana, ya no sé exactamente a qué hora, como me vino en gana dar un paseo, me planté el sombrero en la cabeza, abandoné el cuarto de los escritos o de los espíritus, y bajé la escalera para salir a buen paso a la calle". Así empieza El paseo, del escritor suizo Robert Walser, y como él, muchos debieron de ser ayer a los que les vino en gana darse un paseo y se fueron, la mayoría sin sombrero, al parque del Retiro. No es que hubiera grandes masas, sólo gente que recorría con parsimonia las casetas de la feria. Los sonidos de un cuarteto de cuerda amenizaban desde los altavoces el recorrido, siempre que no se interrumpieran para que una voz musitara la larga lista de los escritores que firmaban y las puntuales advertencias sobre los actos previstos. Ocurren cosas raras: a la caseta de EL PAÍS, una misma señora había acudido a eso de las 12.30 ya ocho veces. Saludaba amablemente cada vez y se llevaba un Babelia. Y poco después reaparecía para repetir el rito.

La ciencia es la protagonista este año, pero hay libros para todos los gustos. En Siruela han preparado para que coincidiera con esta edición de la feria la salida de los primeros títulos de una nueva colección, El Ojo del Tiempo, dedicada a la no ficción. Biografías, narrativa de viajes, crónicas históricas... Amantes y reinas, de Benedetta Craveri, y una edición ampliada de El desvío a Santiago, de Cees Nooteboom, son las primeras entregas. Pero ahí, mientras se va deambulando por el Paseo de Coches, no es difícil recoger algún cotilleo de la visita de la Reina en la inauguración -compró de nuevo todos los libros de su admirado Ryszard Kapuscinski, contaban- o enterarse que The New Yorker va a publicar uno de los relatos que Alberto Méndez incluyó en Los girasoles ciegos (Anagrama). No pagan mal en la mítica revista: 7.800 dólares por un cuento. Lástima que, también esta vez, como le ocurriera con el éxito de su libro, las noticias habrán de llegarle al otro lado del mundo.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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