Los ecologistas dan por fracasada la Cumbre de Brasil
Greenpeace califica de "barco a la deriva" la reunión de Biodiversidad
Las organizaciones ecologistas no esperaron al documento final -que se debatía anoche al cierre de esta edición- para considerar "un fracaso" la Cumbre sobre Biodiversidad que se ha celebrado en Curitiba (Brasil). Greenpeace calificó la convención de "barco a la deriva" mientras que un comunicado de Ecologistas en Acción culpó a "los intereses económicos y comerciales de los países ricos" por la falta de un acuerdo internacional que garantice la conservación y aprovechamiento sostenible de la biodiversidad.
El propio boletín interno de la cumbre recogía ayer que "varios participantes" habían comenzado a "mostrar signos de alarma por el lento avance de la COP-8 [Octava Conferencia de las Partes, según su denominación oficial] en las negociaciones finales". Sin embargo, la delegación española cree que se han dado pasos en muchos aspectos, y que hay "resultados satisfactorios para seguir trabajando", según explicó, en una reunión con los medios invitados a la cumbre por la Fundación Biodiversidad, el director general de Conservación de la Biodiversidad español, José Luis Herranz.
Los grupos de trabajo han acordado que para 2010 estarán protegidos un 10% de los espacios, tanto terrestres como marinos, de valor ecológico. Pero los ecologistas consideran insuficiente esta medida, y creen que debería ser más amplia. En concreto inciden en la protección de áreas marinas fuera de las aguas jurisdiccionales. Australia encabeza la oposición a que la Conferencia pueda establecer los criterios científicos para escoger qué zonas deben ser consideradas de interés. Greenpeace cree imprescindible que se declare una moratoria para la pesca de arrastre en estas zonas.
Uno de los aspectos que más preocupa a los ecologistas es la falta de un compromiso financiero para ayudar a los países pobres a conservar su medio ambiente. La jefa de sección de la subdirección general de Vida Silvestre, Mayte Martín-Crespo, reconoció que los dos mayores contribuyentes al Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF en inglés), Estados Unidos y Japón, habían anunciado un recorte de sus aportaciones en un 20%.
Otro asunto que critican los ecologistas es el retraso en el establecimiento de un sistema para compensar a los países pobres y, sobre todo, a las comunidades indígenas, por el aprovechamiento de sus recursos genéticos. Como ejemplo de la importancia de este tema, el secretario ejecutivo de la Convención, Ahmed Djoghlaf, ha recordado que tres cuartas partes de los 150 medicamentos más vendidos en EE UU se han obtenido a partir de plantas, hongos, bacterias y vertebrados, y que el Instituto Nacional del Cáncer de EE UU ha identificado hasta 3.000 plantas potencialmente útiles para el tratamiento de esta enfermedad, de las que el 70% se encuentra en bosques tropicales. Los ecologistas esperaban que de esta reunión saliera un mecanismo para compensar a los países que suministran esa información y el material genético, pero los resultados no se verán, como muy pronto, hasta dentro de tres años.
Relacionado con los dos temas más polémicos de la reunión, las reservas marinas y el reparto de compensaciones por el uso de la riqueza genética, la cumbre tampoco ha encontrado solución a las demandas de los pueblos indígenas, que se consideran parte indispensable de las negociaciones. A estas críticas se unió el jueves el Movimiento de los Sin Tierra brasileño cuyos militantes abuchearon a todos los que entraban en la cumbre para pedir una prohibición de los cultivos transgénicos.
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