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España ingresa tras una larga negociación en el observatorio astronómico europeo

La entrada culmina un largo proceso de negociación en la organización, creada en 1962

Tras varios meses de intensas negociaciones, los astrónomos españoles van a ver cumplida una aspiración que han reivindicado desde hace muchos años: el ingreso de España en el Observatorio Europeo Austral (ESO, en sus siglas en inglés). Es una de las principales instituciones científicas del mundo y el único de los siete principales organismos de investigación europeos al que España no pertenece. La declaración conjunta de España y el ESO se firmará el próximo lunes en Madrid. La aportación de ingreso asciende a 66 millones de euros, y la cuota anual, a 10 millones de euros.

Más información
Los científicos accederán al mayor conjunto de telescopios del mundo

Por parte del ESO, el consejo de los 11 países miembros ha dado ya el visto bueno a la entrada del nuevo socio.

El ingreso de España será oficial cuando se cumpla el trámite de aprobación por parte del Gobierno y del Parlamento, pero para el próximo lunes se ha convocado el acto de la firma de la declaración conjunta en el Ministerio de Educación y Ciencia.

Salvador Barberá, secretario general de Política Científica y Tecnológica, comentó ayer a este periódico: "Estoy muy satisfecho, hemos conseguido cerrar un buen trato en una negociación muy compleja sobre un tema muy importante". En su valoración destacó "la importancia de la accesibilidad, que va a permitir a los astrónomos españoles participar en las instalaciones del ESO, pero también el hecho de que España, que ya juega en primera división en otros foros científicos, entre en los grandes foros internacionales que discuten el futuro de la astrofísica".

También los responsables del ESO han manifestado su satisfacción por el largamente buscado acuerdo con España. Consideran que es muy positivo tanto para el organismo europeo como para el nuevo país miembro y, especialmente, para la ciencia. La organización ESO tiene en funcionamiento dos grandes observatorios en Chile, donde funciona el conjunto de grandes telescopios ópticos VLT.

Descubrimientos

Con los observatorios europeos, los científicos hacen continuamente descubrimientos en el cielo, como el hallazgo del planeta extrasolar más pequeño detectado hasta ahora, que se acaba de dar a conocer. Galaxias, el entorno de agujeros negros supermasivos, poblaciones galácticos o cuásares, por ejemplo, son objetivos habituales.

Según el acuerdo ahora alcanzado, España satisface una cuota de ingreso (proporcional a las instalaciones costeadas por los países que son ya miembros) y pagará una cuota anual acorde con su Producto Interior Bruto.

De la contribución española se descuenta la aportación que ya hace España de modo individual al gran radiotelescopio internacional Alma, que se construye en Chile. Así, la cuota de ingreso asciende a 66 millones de euros, explica Barberá. Pero una cuarta parte de esa cantidad se concreta en aportaciones en especies, es decir, en prestaciones de la astronomía española para el ESO (desarrollos de software) y en horas de uso europeo del futuro Gran Telescopio de Canarias (GTC) español para realizar ensayos tecnológicos y observaciones. El GTC, que lleva tres años de retraso, se inaugurará el año que viene, según Barberá.

La cuota anual española en el ESO será de unos 10 millones de euros, pero en 2006 se pagará la mitad, ya que el ingreso oficial será a mediados de año.

El ESO se fundó en 1962, en la estela del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), pionero en la cooperación científica en el ámbito continental. Las otras cinco grandes instituciones de investigación son: la Agencia Europea del Espacio, el Laboratorio Europeo de Biología Molecular, la Instalación de Radiación Sincrotrón Europea, el Instituto Laue-Langevin (fuente de neutrones), y el Acuerdo Europeo de Desarrollo de la Fusión.

España pertenece a todas ellas, excepto al ESO, ya que en astronomía optó por el crecimiento nacional al margen de la participación en el organismo europeo correspondiente. Esta anomalía de la política científica, durante más de cuatro décadas, se supera ahora con la entrada en uno de los más competitivos organismos científicos del mundo. Los investigadores españoles, a través de la Sociedad Española de Astronomía (SEA), han reiterado a lo largo de los años la importancia de formar parte del ESO tanto para tener libre acceso a sus telescopios y como para trabajar codo con codo con sus colegas europeos en los desarrollos de nuevos instrumentos de observación.

Las negociaciones entre España y la institución europea, iniciadas e interrumpidas en varias ocasiones, emprendieron hace un año y medio la trayectoria final que ha culminado ahora con éxito. Bajo la responsabilidad de Barberá, ha dirigido la negociación el director general de Política Tecnológica, Carlos Alejaldre, en un comité integrado por varios astrónomos, con un papel destacado del gestor del Plan Nacional de Astronomía Xavier Barcons, del Instituto de Física de Cantabria.

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