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Japón promete luchar por el fin de las armas nucleares en el 60º aniversario de Hiroshima

Los pacifistas nipones critican al primer ministro por seguir la política militarista de Bush

A la misma hora, 8.15 (1.15, hora peninsular española), en que hace 60 años Estados Unidos lanzaba sobre Hiroshima la primera bomba atómica de la historia, un silencio sepulcral se impuso sobre las más de 50.000 personas reunidas en el lugar de la catástrofe, convertido en el Parque de la Paz. En la emotiva ceremonia, supervivientes y representantes de la sociedad japonesa, empezando por el primer ministro, Junichiro Koizumi, autoridades locales y escolares, ofrecieron coronas de flores a las víctimas de la tragedia ante el cenotafio que guarda sus nombres. Koizumi se comprometió a luchar por la abolición de las armas nucleares.

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Agua para los muertos

Con los primeros rayos de sol, las inmediaciones del Parque de la Paz se llenaron de niños que, uniformados, formaban pasillos para guiar a los invitados, a los que repartían flores y el programa de la ceremonia. Pese a su avanzada edad, también madrugaron muchos hibakusha -supervivientes de los bombardeos atómicos-. Solos o asistidos, algunos con visibles cicatrices físicas, se acercaban al monumento mortuorio a rezar y depositar flores, cuyos recipientes con ruedas se retiraban en cuanto se llenaban para insertarlos en el armónico decorado del lugar.

Miles de supervivientes, conscientes de que les quedan escasos años de vida -la media es de 73 años-, pusieron en este aniversario todo su empeño en transmitir a los niños el horror de lo que habían vivido para que nunca sufran nada parecido. Las voces de los hibakusha son unánimes en cuanto a la urgencia de destruir los arsenales nucleares existentes.

"Nos pondremos al frente de la comunidad internacional para impulsar la consecución de un marco global de no proliferación y desarme nuclear. Haremos todos los esfuerzos para conseguir la abolición de las armas nucleares", dijo Koizumi. El primer ministro se juega mañana su futuro político en un voto en la Cámara alta sobre la reforma postal que él considera una moción de confianza.

En medios periodísticos se afirma que la votación, prevista para el pasado viernes, se postergó hasta el lunes para evitar que viniese a Hiroshima con el cargo en funciones. "Con la firme determinación de no repetir la tragedia de Hiroshima y Nagasaki, Japón continúa manteniendo su Constitución pacifista y sigue sujeto a los tres principios antinucleares

[no tener, no fabricar y no dejar entrar]", señaló el primer ministro japonés.

Octavillas contra Koizumi

Fuera de la zona acordonada en la que se celebraba la ceremonia oficial, numerosos activistas repartían octavillas contra Koizumi por seguir los pasos de la política militarista de George Bush y enviar soldados a Irak. Los activistas criticaban duramente los pasos que ha dado para modificar el artículo nueve de la Constitución, por el que Japón renuncia a tener un Ejército. Además, denunciaban que en un radio de 30 kilómetros alrededor de la cúpula semiderruida de la sede del Gobierno provincial -que se ha conservado como símbolo de Hiroshima- hay varias bases norteamericanas o de utilización conjunta con las denominadas Fuerzas de Autodefensa de Japón, incluida la base aérea de los marines de Iwakuni.

"Descansad en paz, porque no vamos a repetir el mal", dijo a los muertos el alcalde Tadatoshi Akiba, que encabeza la lucha por hacer de Hiroshima la ciudad de la paz y de la esperanza. "Proponemos", añadió "al Primer Comité de la Asamblea General de la ONU, que se reúne en octubre, el establecimiento de un comité especial para debatir y planear la consecución y el mantenimiento de un mundo libre de armas nucleares". El objetivo es 2020.

Akiba, acompañado de una escolar, tañó la campana de bronce que dio paso al minuto de silencio por los muertos. Los más de mil alcaldes invitados por el edil de Hiroshima a buscar fórmulas de movilización de los pueblos para frenar la carrera nuclear asistieron también a la ceremonia. "Hoy todos somos hibakusha", rezaba el texto del mensaje leído en nombre del secretario general de la ONU, Kofi Annan, cuya asistencia estaba prevista.

El extenso Parque de la Paz era ayer un auténtico hervidero de gente de todas las edades y nacionalidades imaginables. Conforme fue cayendo la tarde, se encendieron miles de velas en torno al edificio-símbolo de Hiroshima, alrededor de cuyos jardines se ha ido colocando estos días una muralla de 320 metros de largo, realizada con pequeñas piezas de madera, pintadas o firmadas por jóvenes y colegiales de todo el mundo. La iniciativa partió de la ciudad alemana de Heidelberg hace tres años.

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Una mujer japonesa sostiene a su hijo mientras reza por las víctimas de Hiroshima.
Una mujer japonesa sostiene a su hijo mientras reza por las víctimas de Hiroshima.REUTERS

242.437 víctimas

Minutos antes de que comenzara la ofrenda floral ante el cenotafio, compuesto por una bóveda de granito y un sarcófago que guarda los nombres de las víctimas de la primera bomba atómica, se incluyeron los nombres de los 5.375 supervivientes fallecidos en el último año. Los 85 libros (contando el de ayer) contienen 242.437 nombres. Son las víctimas de la tragedia muertas a lo largo de 60 años.

Para que la radiación fuese más "efectiva", se decidió que la bomba atómica explotaría en el aire y lo hizo, como previsto, a 580 metros del suelo. Ese mismo día murieron en Hiroshima 90.000 personas. A finales de 1945 habían perdido la vida más de 140.000, pero lo terrorífico era que una enfermedad desconocida se había adueñado del resto de los habitantes de la ciudad. Para colmo, miles de personas que no habían estado en Hiroshima el día de la catástrofe pero que acudieron en las dos primeras semanas a ayudar a la maltratada población, enfermaron también. Nadie sabía nada de la radiación, ni cómo medirla, ni cómo curarla. Personas que aparentemente estaban bien, pasados días, semanas o meses, se llenaban de petequias (hemorragias subcutáneas) y morían. La leucemia y el cáncer hicieron estragos. La Ley de Cuidados Médicos para las Víctimas de la Bomba Atómica, de 1957, definió cuatro categorías de hibakusha (superviviente atómico), y todos los de Hiroshima tienen derecho a incluir su nombre en el monumento funerario del Parque de la Paz. Entre Hiroshima y Nagasaki, hoy viven 267.000 hibakusha, y su edad media es de 73 años.

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