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Reportaje:ÁFRICA, EL CONTINENTE OLVIDADO

La hambruna secreta de Zimbabue

Decenas de miles de personas están muriendo en silencio por el sida, el hambre y las demoliciones de casas que propugna Mugabe

Zimbabue padece una hambruna oculta, y en estos momentos, mientras la enviada especial de la ONU visita el país, este periodista ha constatado el entramado mortal de sida, hambre y despoblación de las ciudades que está produciendo la muerte en silencio de decenas de miles de personas en las áreas rurales. Un mes después de la brutal campaña de demoliciones y desplazamientos emprendida por el presidente, Robert Mugabe, que supuso que al menos 400.000 personas perdieran sus hogares y sus medios de subsistencia, empieza a descubrirse la dimensión de la catástrofe. Las víctimas de esta expulsión forzosa -que se ha comparado con la devastadora política de Pol Pot en Camboya- llegan a un campo ya asolado por la hambruna y allí aguardan la muerte. Los cálculos extraoficiales obtenidos por The Independent sugieren que el número de muertes en el país supera ya al de nacimientos en 4.000 a la semana.

"¿Hay alguien en el mundo que sepa lo que está ocurriendo aquí?", dice un médico español
El número de muertes supera al de nacimientos en 4.000 a la semana

La reacción de la ONU ha sido enviar a una representante especial, Anna Tibaijuka, que llegó hace unos días a Zimbabue para evaluar la situación. Se supone que a la funcionaria tanzana, responsable del programa de Naciones Unidas sobre el Hábitat, la llevarán en una visita minuciosamente organizada a diversas zonas urbanas en las que se han apresurado a eliminar todo vestigio del pogromo.

La misión católica de Santa Ana en Brunapeg no formará parte de la gira controlada por el Gobierno. Este remoto enclave, al sur de Bulawayo, se ha visto situado de pronto en primera línea de esta nueva batalla por la supervivencia. Tras dos horas de coche por un camino de tierra que sale de la carretera que une Bulawayo con el paso fronterizo de Plum Tree hacia Botswana, se llega a la misión, que ofrece la única posibilidad de asistencia médica a cientos de miles de personas de los alrededores.

Cada día, decenas de personas enfermas y hambrientas llegan atravesando la maleza en busca de un médico. Muchos están descalzos y exhaustos después de caminar hasta 12 horas por la noche; al llegar, forman cola ante el espartano bloque de cemento y esperan.

Pedro Porrino, un médico español que lleva trabajando en la misión tres años, dice que lo que se está produciendo es una crisis sin precedentes. "Por primera vez estoy viendo a gente que se muere literalmente de hambre", dice. "Hay gente que viene a la misión a pedir asilo sólo para poder comer... En el campo, las familias sobreviven con una sola comida al día".

Los niveles de infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) en Zimbabue son ya los más altos del mundo; si a eso se une el impacto cada vez mayor de la malnutrición -en un país en el que el Programa de Alimentos de Naciones Unidas calcula que cuatro millones de personas necesitan ayuda alimentaria inmediata-, las consecuencias son devastadoras.

"El 90% de la gente a la que trato está infectada con el VIH", dice el doctor Porrino. "La mayoría de las veces no necesitaría ni hacer la prueba; en cuanto les veo puedo decir que son portadores. Veo a hombres de 25 y 35 años que pesan 45 kilos, y es porque tienen sida, pero también porque no comen nada".

Con la nutrición y la atención médica adecuadas, los pacientes de VIH en Occidente suelen tardar hasta 10 años en desarrollar el sida. En el caso de los habitantes de Zimbabue, el sistema inmunológico está ya debilitado por la malnutrición, por lo que la aparición de la enfermedad no es más que cuestión de meses.

"La velocidad de aparición está relacionada con la malnutrición. Todos los días veo sus huellas entre personas que no tienen VIH, así que ya puede imaginarse cómo afecta a los que son portadores", dice el doctor Porrino.

Según un veterano médico especialista de Bulawayo, que prefiere permanecer en el anonimato, la extensión de la epidemia de sida ha ocultado hasta ahora las dimensiones de la hambruna. "En pocas palabras, la gente se muere de sida antes de poder morirse de hambre", explica.

Brunapeg es un caso típico de las zonas asoladas por la sequía hacia las que Mugabe está empujando a los pobres de las ciudades. En medio de los matorrales se alzan el hospital y la escuela, los únicos edificios en muchos kilómetros a la redonda. Unos surtidores de gasolina oxidados permanecen inactivos: hace años que no hay suministro de combustible en Brunapeg.

"Ahora que se está obligando a todas esas personas a venir aquí, ¿qué es lo que encuentran? Nada", dice el médico español. "Muchas personas de esta zona no han estado nunca en la ciudad. Lo único que saben hacer es comer y sobrevivir, y ahora no pueden hacer ni eso".

La fuerza cada vez más letal de la hambruna en las zonas rurales demuestra que el abismo entre la retórica política de Mugabe en la capital, Harare, y la situación real del país, ha adquirido proporciones surrealistas. Mugabe, que ocupa el poder desde 1980, se ha declarado satisfecho con los resultados de la campaña denominada Murambatsvina -que significa "saquemos la basura"- en Shona.

El partido gobernante, Zanu-PF, considera que la destrucción generalizada de chabolas, campamentos irregulares y mercados callejeros, desde las afueras de Harare hasta las majestuosas cataratas Victoria, es una medida que debía haberse tomado hace tiempo contra los asentamientos ilegales y los elementos criminales que viven al margen de la sociedad. El ministro de Educación, Aeneas Chigwedere, ha insistido en que "la gente se ha trasladado a un lugar adecuado", y añade que "en Zimbabue no existe nadie que no tenga un hogar en el campo".

Sin embargo, David Coltart, parlamentario del Movimiento para el Cambio Democrático, en la oposición, dice que lo que ha ocurrido es un auténtico pogromo organizado contra los que se oponen al Gobierno.

El Estado ejerce control absoluto sobre los medios de comunicación y los movimientos en el interior de Zimbabue. Las dos voces disidentes que quedaban, SW Radio Africa y The Daily News, se han visto obligadas a cerrar. Un reciente titular de The Chronicle, que es el portavoz del Gobierno, contaba a sus lectores que el Reino Unido estaba siguiendo el ejemplo de Zimbabue e iba a demoler hasta 400.000 casas en una campaña de limpieza similar.

Se han producido expulsiones de periodistas extranjeros y se han gastado millones de libras para reforzar la policía secreta, la CIO, con el fin de infiltrarse en la sociedad civil y los grupos de la oposición. En esta atmósfera de intimidación y desinformación, muchos habitantes ignoran lo que ocurre fuera de su entorno inmediato.

En los hospitales de Bulawayo no se puede decir que haya colas. Pero el motivo es que la gente se muere antes de poder llegar a un centro de salud, según el médico especialista Mike Cotton. "Las personas corrientes han perdido la confianza en el servicio de salud. No creen que merezca la pena invertir el tiempo y el dinero que cuesta llegar a un hospital en el que pueden hacer poco por los pacientes. Prefieren quedarse y morir donde están", explica.

En las clínicas prenatales, los índices de infección por VIH alcanzan el 50%. Los resultados de las pruebas que se realizan en los cuarteles del Ejército llegan a más del 80%.

Zimbabue es el único país del sur de África que experimenta crecimiento de población negativo. Según las cifras oficiales, hay 12 millones de habitantes. Un alto funcionario de Sanidad, que quiere conservar el anonimato, dice que la cifra real puede bajar hasta los 9,5 millones. El promedio de vida ha bajado a sólo 33 años.

En Brunapeg, el doctor Porrino dice: "Aquí me preguntan para qué van a molestarse en hacerse la prueba del VIH. Me preguntan qué puedo hacer por ellos si están infectados. Y les tengo que contestar la verdad: nada".

Él también se hace otra pregunta: "¿Hay alguien en el mundo exterior que sepa lo que está ocurriendo aquí? ¿A qué esperan?".

Anna Tibaijuka, enviada especial de la ONU a Zimbabue, en su visita a un área demolida de Harare.
Anna Tibaijuka, enviada especial de la ONU a Zimbabue, en su visita a un área demolida de Harare.ASSOCIATED PRESS

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