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China empezará a comercializar su propio arroz transgénico antes de dos años

El continente asiático produce y consume el 90% de este cereal convencional del planeta

El Gobierno chino tiene en marcha un extenso programa de investigación que, según los expertos, desembocará en uno o dos años en la comercialización del primer arroz transgénico del mundo. Pekín pretende garantizar la seguridad alimentaria de su inmensa población, al tiempo que incrementa los ingresos de los campesinos. Científicos e industria aseguran que el arroz modificado genéticamente permite incrementar la producción, reducir el uso de pesticidas y aliviar la pobreza. Pero sus críticos advierten sobre los riesgos potenciales para la salud y el entorno.

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China, con 1.300 millones de habitantes (el 22% de la población mundial), dispone solamente del 7% de la superficie cultivable del planeta, y se enfrenta al continuo desafío de alimentar a sus ciudadanos. La disminución de los campos de cultivo, originada por el auge económico, y las sequías han agravado la situación en un país que ha sufrido en el pasado fuertes hambrunas, con la muerte de millones de personas. Un objetivo prioritario del Gobierno es reducir la fuerte diferencia de nivel de vida existente entre las zonas rurales y las ciudades.

Pekín tiene cuatro variedades de arroz transgénico en ensayos de pre-producción. Entre ellas están dos plantas resistentes a los insectos: una a la que se ha introducido un gen Bt (de la bacteria Bacillus thurigiernsis), y otra a la que se ha insertado un gen modificado CpTI.

"El comportamiento del arroz resistente a los insectos en los ensayos en granjas ha sido impresionante", asegura Jikun Huang, profesor y director del Centro para Política Agrícola de la Academia de Ciencias China. Huang afirma que, según las conclusiones del estudio que ha llevado a cabo su equipo con estas dos variedades, el uso de pesticidas se reduce un 80% frente al arroz tradicional, las cosechas crecen entre un 6% y un 9% más, y las enfermedades que sufren los agricultores derivadas del empleo de sustancias químicas disminuyen de forma notable.

Pero la variedad que parece llevar la delantera - "su comportamiento es todavía mejor", afirma el científico chino- es la denominada Xa21, a la que se ha dotado de un gen de una especie de arroz originaria de Mali, que le confiere resistencia contra el tizón bacteriano del arroz, una enfermedad que se transmite rápidamente en los cultivos. Su ventaja es que deriva de un gen salvaje, mientras que el arroz Bt contiene un gen bacteriano. Según Huang, el primer arroz modificado puede llegar al mercado en un año.

Soja, algodón, maíz y semilla de colza tolerantes a los herbicidas o resistentes a los insectos forman el grueso de los transgénicos cultivados comercialmente en el mundo. De ellos, China sólo ha aprobado el algodón. El arroz no se comercializa en ningún sitio. Estados Unidos lo autorizó, pero no se ha sembrado debido al rechazo del mercado.

"La aprobación del arroz en China sería muy importante, porque es el alimento básico más consumido del mundo, y contribuirá a la seguridad alimentaria y a aliviar la pobreza", defiende Clive James, presidente de ISAAA, un grupo con financiación pública y de la industria que promueve la biotecnología como forma de combatir el hambre. "Una vez que Pekín autorice el arroz transgénico, en un año o año y medio, otros países asiáticos le seguirán. Tendrá un gran impacto, ya que Asia produce y consume el 90% del arroz mundial".

James asegura que China dedica un mínimo de 200 millones de dólares (155 millones de euros) al año a la biotecnología para cosechas, y que su intención es incrementar esta cifra hasta 500 (390) millones. Alrededor del 20% de esas inversiones se destina al arroz.

Pero no todos se muestran entusiasmados con la perspectiva. Según Greenpeace, que ha abierto recientemente una oficina en Pekín, los transgénicos suponen una amenaza para la salud y el medio ambiente, ya que, según dice, sus efectos a largo plazo no han sido suficientemente estudiados, y crearán plagas con mayor resistencia a los pesticidas. El arroz Bt produce una toxina que, según Janet Cotter, de la división científica de Greenpeace, podría causar reacciones alérgicas.

Al mismo tiempo, la organización ha denunciado que durante los dos últimos años se ha vendido abiertamente arroz transgénico en Hubei, a pesar de que está prohibido. Un equipo adquirió semillas y arroz en los mercados en esta provincia del centro de China y las envió a un laboratorio en Alemania, donde dieron positivo. La organización sospecha que las semillas proceden de la Universidad de Huazhong, en Wuhan, capital de Hebei. Sze Pang Cheung, de Greenpeace, calcula que entre 950 y 1.200 toneladas de arroz transgénico entraron en la cadena alimentaria tras la cosecha del año pasado, y que hasta 13.500 toneladas podrían hacerlo este año si no se toman medidas. "El Gobierno no ha controlado el arroz transgénico durante la fase de investigación. ¿Cómo podrá regular su comercialización a gran escala?", dice. Tras la denuncia, las autoridades han puesto en marcha una investigación.

El arroz es el alimento básico de la mitad de la población del planeta. En China aporta el 30% de las calorías y el 19% de las proteínas, y de él viven 100 millones de personas. El gigante asiático produjo el año pasado 186 millones de toneladas, el 30% del total mundial. Pero no fue suficiente: le faltaron 10 millones de toneladas.

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