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FORO SOCIAL MUNDIAL

Lula desata pasiones enfrentadas al intervenir en el Foro de Porto Alegre

Miles de personas aclaman al presidente de Brasil frente a gritos de "¡traidor, traidor!"

Francisco Peregil

El hombre que fundó el Partido de los Trabajadores hace 25 años, el séptimo hijo de un granjero pobre, el que fuera limpiabotas en Pernambuco y obrero metalúrgico en São Paolo, Luiz Inácio Lula da Silva, de 55 años, presidente de una nación con 50 millones de personas que padecen hambre, sigue siendo el gran referente de la izquierda su país. Lula superó la prueba de volver al Foro Social Mundial de Porto Alegre, ahora como gobernante: muy pocos le abuchearon; la mayoría le aclamó por su discurso contra la pobreza.

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Ayer, tenía que hablar a las nueve de la mañana, en el estadio Gigantiho de Porto Alegre ante 12.000 personas. Debía presentar el Llamamiento Global de Acción contra la Pobreza, un programa que aglutina a cientos de organizaciones de base, sindicatos, defensores de derechos humanos, la sociedad civil internacional, grupos de fe y Organizaciones no gubernamentales (ONG). Era el acto estrella del foro. Por eso mismo iba a ser una prueba de fuego para el gran líder curtido en mil mítines. Luciana Genro, líder del partido PSOL, escindido del PT hace un año, había declarado: "El Gobierno de Lula no acredita que otro mundo es posible. Está más en sintonía con los intereses de Davos".

El partido de los Trabajadores había diseñado camisetas rojas con la leyenda "Lula 100%". Precisamente por eso, porque sabían que el cien por cien de los asistentes al Foro Social Mundial ya no estaba con Lula. Ya no tenía el mismo respaldo que en el año 2001 cuando se organizó el primer Foro de Porto Alegre como antagonista del Foro Económico Mundial, que reúne cada enero en la ciudad suiza de Davos a gran parte de los hombres más poderosos y ricos del planeta. Ayer Lula se encontraba con camisa blanca en Porto Alegre y al día siguiente, por hoy, rodeado de trajes y corbatas en Davos.

El presidente del Partido de los Trabajadores, José Genoino, es antiguo guerrillero del Amazonas. Sufrió la cárcel durante la dictadura de los militares y sabe mantenerse tranquilo en las situaciones más comprometidas. Hace dos años una activista del Foro le propinó un tartazo en la cara como protesta por el viaje que hizo Lula a Davos cuando apenas llevaba un mes como presidente.

"Lula 100%"

El miércoles, con una camiseta roja de "Lula 100%", Genoino organizaba todos los preparativos para que las camisetas rojas fueran abrumadora mayoría en el estadio Gigantiho. "Lula es Davos y es Porto Alegre. Y es lógico que la gente quiera que nos demos prisa en cambiar la sociedad, pero todo lleva su tiempo. Habrá críticas, habrá abucheos, pero son legítimos dentro de un régimen democrático".

Y en efecto, hubo abucheos y gritos de "traidor, traidor". Pero fue una minoría. Apenas 50 o 60 personas de las 12.000 que había en el estadio. Pero eso sí, no pararon de corear sus cánticos durante dos horas. Y él no se arredró y explicó a los invitados que había del resto del mundo: "Esos que nos critican son disidentes del Partido de los Trabajadores. Llegará un momento en que se darán cuenta de su error y volverán a casa. Tienen las puertas abiertas".

Y añadió: "Los impacientes no entienden que la política es una cuestión a largo plazo, una cuestión de paciencia". Fuera del recinto, protegido por unos 500 policías, centenares de personas se manifestaban contra la política del Gobierno de Lula.

La noche anterior, en una entrevista con miembros del Consejo Internacional del Foro, el belga François Houtart le dijo: "¿Cómo se expone usted a ser recibido con ovaciones en Suiza por un público, la mitad del cual debería estar en prisión si hubiera un tribunal de delitos económicos?". Lula respondió que en el año 2003 gracias a él el tema del hambre fue introducido en Davos. Después, en el estadio Gigantiho, otro miembro del Foro le volvió a preguntar sobre Davos y él dijo: "Yo no preciso encontrarme con otro presidente de un país pobre. Tengo que ver a los ricos, que son los que tienen las soluciones".

Un joven brasileño que había venido desde el norte de Brasil con su camiseta roja, dijo: "Lo importante es que el discurso de Lula en Porto Alegre es el mismo que en Davos. Tenemos que apoyarle porque el 90% de los medios de comunicación en Brasil está contra Lula, el 90% de los empresarios, también. Y nosotros, sólo tenemos a Lula. Los que lo han abucheado son gente de la ultra izquierda que se salieron hace un año del PT. Son demasiado cuadriculados para tener paciencia".

En realidad, el presidente de Brasil se llama Luiz Inácio da Silva. Lo de Lula vino después. Es un apodo que significa calamar. Hay quien dice que el apodo viene de cuando era joven y llevaba el pelo largo y con bucles como patas de calamar.

Lula (centro) y otros oradores en Porto Alegre exhiben el brazalete blanco que simboliza la lucha contra la pobreza.
Lula (centro) y otros oradores en Porto Alegre exhiben el brazalete blanco que simboliza la lucha contra la pobreza.

Las manos que sujetan el mundo

El lema del Foro Mundial Social es "Otro mundo es posible". Los 100.000 manifestantes que recorrieron el miércoles las calles de Porto Alegre en una marcha por la paz, no lucha contra la globalización, no forman parte de un movimiento anti globalización. Luchan por "otra" forma de gobernar el mundo. Sin violencia. Sin anteponer los intereses neoliberales. A ritmo de samba 100.000 personas, la mayor parte de ellos de entre 20 y 30 años llegaron a una explanado donde se iba a celebrar un concierto.

Y de noche, una inmensa bola de goma, como de tres metros de diámetro, empezó a rodar de mano en mano, por encima de todas las cabezas. De pronto la bola estaba en una esquina y llegaba rodando a la otra. Parecía que iba al albur de los cientos de manos que la tocaban. Pero cuando la bola del mundo se acercaba uno se daba cuenta de que en realidad iba bien sujeta a una cuerda y una mano que la guiaba de un lado a otro. "La bola esa", comentó Pedro Zerolo, activista del movimiento gay en España y dirigente del PSOE, "era una metáfora estupenda de que un mundo mucho más plural es posible".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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