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EL FUTURO DE LA UE

Europa sella su Constitución en Roma

Los líderes de la Unión estampan su firma en el mismo lugar en el que nació el proyecto europeo

Los líderes de las 25 naciones que hoy integran la UE estamparon ayer sus firmas en Roma sobre la primera Constitución europea en el mismo lugar en el que otros seis países lanzaron en 1957 el exitoso proyecto de la construcción europea. Medio siglo después, los jefes de Estado y de Gobierno de la Europa unificada iniciaron ayer el camino hacia una unión política que pretende enterrar para siempre enfrentamientos del pasado que costaron millones de vidas en reiteradas guerras fratricidas. Ahora, la palabra es de los ciudadanos que, a través de referendos o de sus Parlamentos nacionales, tienen dos años para ratificar el nuevo Tratado constitucional. El 20 de febrero, los españoles tendrán el reto de ser los primeros en hacerlo por consulta popular.

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Entre banderas azules europeas y con el himno de fondo de la Unión, el de la Novena sinfonía de Ludwig van Beethoven, la fiesta no quedó deslucida por los problemas que afronta el portugués José Manuel Durão Barroso en la formación de la nueva Comisión, pese a que el asunto fue abordado en todas las charlas de pasillos.

Las solemnes intervenciones de los dirigentes europeos en el Campidoglio insistieron en llamamientos a esa unión y en las apuestas por un mejor futuro de paz, justicia y prosperidad para Europa. "Durante siglos, la historia de Europa ha sido una historia de enemigos y de conflictos. Hoy es una historia de amigos y socios, y esta Constitución refleja esa evolución", proclamó el presidente actual de la UE, Jan Peter Balkenende, primer ministro de Holanda.

"Nunca en la historia se ha visto un ejemplo de naciones voluntariamente decididas a ejercer sus poderes soberanos conjuntamente en el exclusivo interés de sus pueblos", afirmó Silvio Berlusconi, el primer ministro italiano que se apunta este hito en su biografía, pese a que el año pasado concluyó su presidencia semestral de la UE con el estrepitoso fracaso de las negociaciones de esta ley fundamental que estará por encima de las Constituciones nacionales.

"Es una ocasión para reanudar el compromiso de los europeos para trabajar juntos y asegurarnos de que el siglo XXI será el de la prosperidad, la paz y la justicia", destacó el irlandés Bertie Ahern, cuyas hábiles gestiones en su presidencia fueron decisivas. Lo ocurrido ayer, explicó el presidente de la República de Italia, Carlo Azeglio Ciampi, "es un acontecimiento único en la historia de nuestro continente, un cambio de rumbo de la historia de la humanidad".

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En nombre de la Comisión, Barroso apostó por "una total confianza en el futuro para poder vencer los desafíos que se plantean en la Unión", mientras el todavía presidente del Ejecutivo comunitario, Romano Prodi, auguró que, "en los próximos meses, los Gobiernos de los 25 necesitarán sus mejores capacidades persuasivas para convencer a sus Parlamentos y ciudadanos para que ratifiquen el Tratado". A eso se comprometió en rueda de prensa el presidente de español, José Luis Rodríguez Zapatero, quien abrió de hecho la campaña del referéndum del 20 de febrero y se comprometió a que España se convierta en "referencia ejemplar" para la decena de países que optan por la consulta popular. Londres confirmó ayer que la prepara para la primavera de 2006, justo después del semestre de presidencia de la UE, que le corresponde en la segunda mitad de 2005.

Italia quiere ser el primer país en ratificar la Carta Magna, en este caso por vía parlamentaria, pero aún no se ha cerrado el debate sobre la posible convocatoria de un referéndum. Consciente de que el camino de la ratificación no está asegurado ni mucho menos, el también español José Borrell, presidente del Parlamento Europeo, pidió a todos "un gran esfuerzo" para vencer a los dos peores enemigos de la Constitución: "La ignorancia y la indiferencia".

El orden alfabético hizo que, en nombre de Bélgica, un país fundador de la Unión, el liberal Guy Verhofstadt fuera el primero en estampar su rúbrica con una de las plumas de madera y oro blanco regaladas a los líderes con la inscripción en latín Constitutio Europeae subscritta est. Roma 29-10-2004. Después, turno para la República Checa, Dinamarca, Alemania... y, en séptimo lugar, el presidente español y su ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. Eran las 12.05.

No podía faltar en la ceremonia, pero sin discurso, Valery Giscar D'Estaing, el vitalista ex presidente francés que durante 18 meses entre 2002 y 2003 dirigió con habilidad y sabiduría europeísta la Convención del centenar de personas de 28 países que elaboraron esa ley fundamental que tiene desde ayer su destino en las manos de los ciudadanos. De ese foro para diseñar el futuro de Europa formaron parte ocho españoles: Ana Palacio, Alfonso Dastis, Íñigo Méndez de Vigo, Gabriel Cisneros, Alejandro Muñoz Alonso, José Borrell, Diego López Garrido y Carlos Carnero. Como miembro del Presídium u órgano directivo de la Convención, Méndez Vigo, visiblemente emocionado, figuró también ayer en un destacado lugar de la ceremonia. "En 1648, con la paz de Westfalia, nace la Europa de los Estados. Hoy ha nacido la Europa de las personas".

El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi (derecha), con su sucesor, José Manuel Durão Barroso.

 / AP
El presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi (derecha), con su sucesor, José Manuel Durão Barroso. / APASSOCIATED PRESS

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